miércoles, 5 de abril de 2017

CRISTO; POR RAFAEL DUARTE

Diario de Cádiz

La Real Academia de San Romualdo nos brindó el martes, la conferencia Cristo murió en la Cruz. ¿Por qué y cómo? Una visión humana y médica, del doctor José Chamorro López, profundamente investigada y analizada, nos metió de lleno en aquella época. En las polvorientas calles de Jerusalén, en el Palacio fortaleza de Herodes, donde se hospedaba Pilato, tal vez por ser más suntuoso que su vivienda en la torre Antonia. Pilatos ejerció su crueldad sobre el poder, degolló y crucificó dos revueltas judías posteriores a la muerte del Redentor. Fue destituido y llamado a Roma en el año 36 d.C. para responder de acusaciones tales como tributos insoportables y arbitrarios, masacres colectivas, torturas y encarcelamientos de inocentes y despojos ilegales. Él mató a Jesús, ya que ninguna institución judía, ni el Sanedrín, podía imponer la pena de crucifixión. Poncio Pilato, praefectus ludae, ascendió por su matrimonio con Claudia Prócula, emparentada por Próculo con el emperador Tiberio.
Anás, Caifás, el puro nepotismo de la época fueron secuaces y corruptores del poder romano. ¿Nos suena a hoy? Nos conducen hasta el calvario. Me consta que la conferencia fue muy mutilada de tiempo. El gran catecismo de la crucifixión. Sufrí con Cristo en la oratoria de Chamorro. El azotamiento con tabas y clavos, las lesiones originadas con esa flagelación infringida para debilitar al reo de cruz.
La corona de espinas, ese casquete, cuyo dolor intenso afectó incluso al trigémino. El clavo en la muñeca, ¿alguien ha pasado por el dolor del túnel carpiano? ¿Por la idea, la puta, con perdón, idea de más de ochenta latigazos? ¿Con puntas de plomo en todas las zonas del cuerpo? El doctor Chamorro nos fue instruyendo sobre la capacidad "sádica" del hombre para destruir al hombre.
No quise pensar los aplastamientos, patadas, latigazos que llevaron al señor tan mermado al estipe, por lo que tuvieron que ayudarle con el patíbulum. No quiero, me niego, a pensar en la agonía de dios, anoxia, hipoxia, dolor -la capacidad humana para aplastar al ser humano- para despreciar y ajusticiar al prójimo está demasiado probada.
El amor es la sangre desesperada por darse. La herida abierta por otro y para otro. La piel con las bellotas de los latigazos, con la costra y el odio. Bermejo odio de la muerte. Recordé que Cristo padeció en el huerto la agonía mental con la sangre y el cieno del dolor. La caverna de todo lo matado. La exacta definición de la muerte que Chamorro narró. El dolor de la respiración con la pleura hundida, con la tetanización de los músculos impidiendo su uso. Cristo muriendo por todos que ahora escupimos su nombre y su memoria. Las diez mil sinfonías del horror con las que el hombre entierra al hombre. Quedó patente, con mención de la vida y el terror. Antier decía la prensa que el sudario de Oviedo fajó la zona de la lanzada. Los temblores febriles de la flagelación. Una excavación muestra aún el calcáneo de Yehohanan atravesado por un clavo que no pudieron quitarle, clavado además sobre madera de olivo.Panem nostrum quotidianum da nobis hodie.

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