domingo, 9 de abril de 2017

CAMPANAS PARA UN BARRIO; POR ENRIQUE MONTIEL


Diario de Cádiz

Ni diré que quedan dos sólo del antiguo esplendor de La Isla, el que se ve en algunas viejas fotos de la calle Real en días como hoy, Domingo de Ramos, de cuando no salía la Borriquita todavía. No diré que la Casa Lazaga y la Cruz Roja (para entendernos) son las únicas grandes casas de La Isla. Pero son de lo poco que va quedando y por las que pasa ¿la incuria? tradicional. Me decía Loaiza en los días en que tomaba la decisión de dedicar la Casa Lazaga al Museo Camarón y la casona de la Cruz Roja para Archivo Municipal y Biblioteca Lobo que hasta la secretaria general estaba angustiada con la situación de esos inmuebles, temiendo que se vinieran al piso y desaparecieran por algún minimalismo al uso, que es lo que está ahora de moda en la calle Real. No ha servido para nada, o al menos no que supiéramos. Porque ahora parece que Patricia Cavada retoma el asunto para encontrar alguna otra solución, distinta, claro está, pero acorde con la calidad intrínseca de esos locales representativos del viejo caserío isleño.
Mas la imagen de esta salvación en la que creemos se ha superpuesto a ese desastre sobrevenido en la plaza del Cristo. Con gran alegría asistí a las arregladas campanas de la capilla de la Vera Cruz, rehabilitada, remozada, estupenda. Francisco Ruiz Brenes, nuestro Súper Paco (¿cuándo un reconocimiento de San Fernando al portero de la selección española de fútbol, uno de los grandes deportistas de élite de la ciudad, digo una medalla, algo?) ha sido el benefactor, como de tantas obras buenas que hace en la iglesia de su barrio natal y en su cofradía de Afligidos. Yo recordaba la plaza del Cristo, con la Unión Montañesa y el caserío circundante. Miraba ese día en qué lo ha convertido la especulación inmobiliaria, la codicia, el negocio entendido al modo depredador, que no mira la belleza conservada, la estampa de los afectos. Como si no hubiera habido espacio para construir torres en La Isla de entonces.
Y con esa depresión en todo lo alto repensaba el estado de las dos grandes casonas de La Isla, la Casa Lazaga, la Cruz Roja. Y en su destino incierto. ¿Soy yo, Pepe Hurtado, Ignacio Bustamante, Fernando Miranda, Alberto Otero, Joaquín Rodríguez Royo, los del Güichi de Carlos, Dani Nieto, Rafael Duarte y así los que llevamos el paso cambiado de amor a La Isla? Es que nada pudimos con lo que se hizo, con lo que se deshizo, ni nada podemos con lo que hay ahora, con los que siguen con el lápiz en la oreja para sacarlo como una pistola del oeste y disparar certeramente contra el corazón de la ciudad.
Suenan otras campanas y ya está en la calle el río infantil de la penitencia lasaliana, ha sido un desvarío, perdonadme.

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