Fiel a la cita, no podía faltar, cada 15 de agosto se abre el cielo en el que se convierte La Isla para acoger a la Madre de Dios que pastorea con sus Divinas Manos nuestras almas anhelantes de la Dulzura, Comprensión, Apoyo que solo Ella nos puede dar. ¡Es sobre todo Madre!
La Asunción de María se vive distinto cuando la Reina del Barrio de la Pastora y de San Fernando, porque la Madre de Dios tenga la advocación que tenga siempre será Reina de Cielos, Tierra y de todos los hombres, sale a la calle para dar Gloria a Dios Padre y a Su Bendito Hijo el Pastorcito Divino.
Ayer fue un día de calor, agobiante a ratos, pero que no hizo decaer un sólo instante los ánimos de cuantos conformaban el Cortejo así como de los que lo presenciábamos en cualquier coqueta calle de esta bienaventurada Isla de León. Con la fe nada ni nadie puede.
Mi Hermandad exornó el paso con flores con un significado muy especial y la Madre de Dios hecha Pastora por el bien de nuestras Almas llevaba prendido en Su Preociosa Mano un negro Rosario como recuerdo irrefutable de cinco hermanos nuestros que han muerto para resucitar ante Dios en la Gloria Celestial.
Pude percibir y notar que Ignacio, mi querido y buen hermano, Antonio, Rosa, Francisco y Esperanza estaban presentes en el transitar, suave y delicado, de la Divina Pastora por las céntricas calles de esta bicentenaria Ciudad. La Hermandad había querido que estos hermanos nuestros no cayeran en el olvido y con sus constantes gestos le dedicaron esta Salida de la Santísima Virgen, Reina del Barrio que tanto quisieron, a estos buenos amigos, hermanos en la fe del Señor que partieron a la Casa del Padre allá en Santiago de Compostela.
No pude comprobarlo personalmente aunque me dijeron que la ofrenda, que anualmente se le hace, al Beato Marcelo Spínola y el discurrir del Cortejo en total silencio, sepulcral silencio solo roto por lágrimas de emoción y los rezos, por calle donde vivía Ignacio Bustamante fueron sobrecogedoran. Los que lo contemplaron y vivieron dan fe de ello.
¡No podía ser de otra manera! Cuando salimos de celebrar la Eucaristía de la Iglesia del Santo Cristo nos fuimos al encuentro de la Divina Pastora de nuestras almas. Sin quererlo ni pretenderlo nos dispusimos a contemplar todo el Cortejo desde la Calle Churruca, la cual todos los Lunes Santos de mi vida camino con Jesús de los Afligidos y la Madre de la Amargura ya de recogida, donde todo adquiere otro matiz, otro color, otro sabor...
¡Grandioso Cortejo de Gloria!
Muchos y buenos amigos, hermanos en pasiones y devociones, en el mismo. Al llegar la presidencia pude saludar y charlar un buen rato con mi hermano en la Piedad y Misericordia, Juan Carlos Collantes al cual conozco desde que éramos chiquillos.
Momento de honda emoción al llegar la Señora y antes de Ella se vinieron para nosotros mis queridos hermanos; Guillermo de la Hoz, Juan Carlos Peña y el Hermano Mayor, Juan José Romero. Debo decir, en atención a la verdad, que me emocionó profundamente el verlos así como el sentido y fuerte abrazo que nos dimos que hizo que me quedara sin palabras. Siempre digo que Dios me ha otorgado los talentos de la escritura y la palabra. Ayer ante el gesto de inmenso cariño y de verdadera Hermandad, uno de estos talentos quedó disipado hasta desaparecer porque los sentimientos no siempre se manifiestan con palabras.
A los pocos segundos el Paso de la Augusta Madre de Dios se paraba delante nuestra.
...Y fue allí donde sucedió. El tiempo se paró y mirando Sus Ojos retrocedí en el tiempo cuando la contemplaba en mi niñez o cuando, ya siendo hermano, participaba en el Cortejo junto al Simpecado llevando un farol o cuando... ¡Han pasado tantos años que ya casi no me reconozco! Pero lo que no ha pasado ni puede pasar es mi Amor por Ella, por la Reina de todo lo visible e invisible, Pastora del Alma mía que va en pos de Tí implorándote que nunca me abondenes, nunca me dejes solo en este valle de lágrimas.
Señor y Abogada Nuestra, mira a este Tu rebaño y vuelve Tus Ojos Misericordiosos que están llenos de Salud, de Piedad, de Gracia y Esperanza para que nunca nos apartemos ni un ápice de Tu Bendito Hijo, el Ecce-Homo que oró en el Huerto de los Olivos aceptando el Cáliz que el Padre Redentor le ofrecía para nuestra única salvación.
¡Qué guapa ibas sentada en Tu Trono de Majestad! Portada por tantos corazones necesitados de Ti, anhelando un solo gesto tuyo que hiciera restañar las heridas del alma que son las que más duelen y que no cicatrizan si no es por Tu Intercesión o por la Sangre de Tu Hijo, Pastorcito Divino, que lleva a su rebaño a valles tranquilos y llenos de paz.
Sí, el tiempo se paró entre recuerdos y meditaciones que hicieron que mi corazón se insuflara de ánimo para seguir trabajando, desde donde Dios disponga, por el Reino de los Cielos aquí en la Tierra.
Cuando me quise dar cuenta vi como te alejabas camino de tu bendito Barrio donde te acogerían como lo que eres: La niña de sus ojos.
Mi querido Hermano Mayor, Junta de Gobierno y hermanos en esta mi querida y Venerable, Real y Franciscana Hermandad de la Divina Pastora de las Almas Coronada: ¡GRACIAS! Gracias por haber derramado por todo San Fernando tanta Pasión, tanta Devoción y tanta FE para que hace que nuestras almas se conviertan en fuente de agua viva que nos lleve a la Vida que es, sin lugar a dudas, permanecer en el Amor de María y Su Bendito Hijo Nuestro Señor.
Recibid todos un fuerte abrazo en Jesús Sacramentado.
PAZ Y BIEN.
Jesús Rodríguez Arias
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