En Egipto, esta madrugada fueron desalojados por la fuerza los sit-in de los partidarios del depuesto presidente Morsi. Aunque la situación está aún en evolución, se cuentan ya por lo menos cien muertos. Los islamistas han atacado las iglesias coptas y la Biblioteca de Alejandría. Las autoridades han proclamado el estado de emergencia durante al menos un mes, y un toque de queda entre las 19,00 y las 6,00 horas.
El conteo de las víctimas es casi imposible de precisar: los Hermanos musulmanes hablan de 250 muertos, el Ministerio de la Sanidad, de 95. Según algunos testigos, el ejército abrió fuego sobre los partidarios de Morsi, que lanzaban piedras y cócteles molotov. Se han producido enfrentamientos también en otras localidades.
Mientras tanto, en el campamento de los islamistas, según las autoridades, se han encontrado muchas armas automáticas, y numerosos partidarios de Morsi han sido detenidos por ello. El Ministerio del Interior ha anunciado medidas restrictivas contra algunos líderes de la Hermandad, entre ellos, Mohamed el-Beltagy, secretario general del ala política.
La Unión Europea ha expresado preocupación por la violencia, y ha pedido a las autoridades el “máximo autocontrol”. El imán de al-Azhar, que ha declarado haberse enterado a través de los medios de comunicación, ha lanzado un llamamiento al diálogo, pero el movimiento integrista antigubernamental Jamaa Islamyia, ha amenazado en un comunicado con “una revolución en todo el país”. Entre las víctimas hay un cámara de la emisora británica Skynews y una periodista egipcia.
El obispo católico de Assiut, monseñor William Kiryllos, explicó a Radio Vaticano que aunque era de esperar esta reacción, en su opinión “éste es el final de los islamistas, porque Egipto no acepta un Estado religioso, que es lo que ellos quieren: Egipto quiere separar la religión del Estado”.
El prelado afirmó que los islamistas han atacado sobre todo Minya y Sohag, donde han quemado la catedral ortodoxa. “En Assiut, gracias al Señor, no ha habido ataques contra las iglesias: sólo han lanzado algunas piedras contra la catedral ortodoxa”.
¿País laico?
El obispo Kiryllos explicó que la situación actual se debe a que la gente no acepta que los islamistas hayan condicionado el resultado de la primavera árabe para imponer su programa político.
“Tras la revolución del 25 de enero, esperábamos que el primer paso fuese la nueva Constitución y luego hubiera elecciones. Pero los islamistas condicionaron hasta tal punto a la junta militar que se celebraron las elecciones antes de la Constitución. Por tanto, se redactó una constitución que no representa a los egipcios, una Constitución de corte totalmente religioso”.
Esto, explicó, ha desilusionado a los egipcios: “el presidente había prometido muchas cosas, pero no ha cumplido nada de lo que había prometido. La población se ha dado cuenta de que el presidente estaba trabajando para los intereses de su partido y no para Egipto”.
De la misma opinión, aunque con mayor preocupación, es el misionero comboniano Giuseppe Scattolin, que trabaja en El Cairo: “Está claro que la mayor parte de la población de Egipto ha rechazado el gobierno de los Hermanos musulmanes; se quería retomar verdaderamente un camino democrático que ha fracasado con los hermanos musulmanes. Había espacio para el diálogo, también con los Hermanos musulmanes, pero por varias causas, una parte lo ha rechazado y ha recurrido a la violencia”.
En los campamentos de los Hermanos musulmanes, explica el misionero, “nos encontramos frente a una demostración armada, con muchos extraños a Egipto que han venido, han acampado para combatir a favor del sistema anterior. Hay dentro sirios, palestinos, extremistas islámicos…” “Estamos viviendo un enfrentamiento entre dos fuerzas, hay armas por en medio, no sabemos cómo va a terminar esto”.
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