¿Qué es un Sínodo de Obispos? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cuántos se han celebrado? El Delegado Episcopal de Catequesis de Madrid, don Carlos Aguilar, da respuesta a esta y otras muchas preguntas, en vísperas de que Benedicto XVI clausure el Sínodo sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana
Noticia digital (25-X-2012)
Carlos Aguilar
¿Qué es el Sínodo de los Obispos?
Es una institución u organismo de la Iglesia nacido del Concilio Vaticano II. Fue instituido por el Papa Pablo VI, que anunció su creación el día de la apertura de la cuarta sesión conciliar, es decir, el 14 de septiembre de 1965. Fue concebido como instrumento para manifestar la comunión de todos los obispos de la Iglesia con el Romano Pontífice y entre sí; y también para expresar la participación del colegio episcopal y de cada uno de los obispos en el gobierno pastoral de toda la Iglesia.
El Papa, por tanto, convoca el Sínodo para escuchar la voz de los obispos de todo el mundo -representados por cuantos asisten a la asamblea sinodal- sobre un tema concreto. Tiene, generalmente, un carácter consultivo. De lo que se trata es de buscar y de profundizar entre todos los obispos sobre un tema o una cuestión concreta; para ello, los padres sinodales piden la luz del Espíritu Santo, que es quien guía a la Iglesia hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). Así pues, con la ayuda del Espíritu, los obispos tratan de discernir y leer los signos de los tiempos e ir encontrando los caminos por donde avanzar, de manera que la Iglesia sea siempre fiel a su naturaleza y a la misión que el Señor le encomendó.
¿Quién convoca un Sínodo y para qué?
Como órgano consultivo al servicio del Papa, es él quien convoca el Sínodo cada vez que lo considera oportuno, y también quien designa el lugar de las reuniones. Hasta ahora todos han sido en el Vaticano. Al Papa le toca igualmente establecer, antes de la celebración del Sínodo, las cuestiones que serán tratadas. El Papa es asimismo quien preside el Sínodo, personalmente o a través de otros. El Papa decide sobre las propuestas, y le toca ratificar las decisiones. El Papa tiene el derecho de concluir, transferir, suspender y disolver el Sínodo si lo considera oportuno y necesario.
¿Qué tipos de Sínodos hay?
Los hay ordinarios, es decir, aquellos en los que se estudian materias que tienen que ver con el bien de la Iglesia universal y que requieren la doctrina, la prudencia y el parecer de todo el episcopado católico. Este que se celebra actualmente es el decimotercero.
Los hay extraordinarios, es decir, aquellos que tratan materias que exigen una rápida definición por el bien de la Iglesia universal. Hasta ahora solo ha habido uno; el que se celebró en 1985 con motivo de los XX años de la clausura del concilio Vaticano II. Los hay también especiales, es decir, aquellos en los se trata de materias que atañen a una cuestión de una región o más regiones particulares de la Iglesia. Se han celebrado hasta ahora diez de este tipo y en ellos se ha pasado revista al estado y a los problemas de la Iglesia en los cinco continentes: África (dos Sínodos), América, Asia (Uno en general, otro para el Líbano y un tercero específicamente sobre Oriente Medio), Europa (uno para los Países Bajos y dos de Europa en general) y Oceanía.
¿Quiénes pueden participar en el Sínodo?
De las Iglesias orientales:
* Los Patriarcas, los Arzobispos Mayores, los Metropolitas de las Iglesias Metropolitanas sui iuris de las Iglesias Orientales Católicas o el obispo competente en la materia de estudio del Sínodo designado por el Patriarca, por el Arzobispo Mayor, por el Metropolita de las Iglesias Metropolitanas sui iuris, con el consenso del Sínodo de los obispos o del Consejo de los Jerarcas de la Iglesia que presiden.
* Los obispos elegidos por los Sínodos de los Obispos y por los Consejos de los Jerarcas de las Iglesias Orientales Católicas.
- 1 representante en caso de que el Sínodo de los Obispos o el Consejo de los Jerarcas tenga entre 26 y 50 miembros.
- 2 representantes en caso de que el Sínodo de los Obispos o el Consejo de los Jerarcas tengas entre 51 y 100 miembros.
De las Iglesias latinas:
* De los países que tienen Conferencia Episcopal propia, los obispos elegidos por cada una de las Conferencias Episcopales nacionales.
- Una Conferencia Episcopal nacional que no tenga más de 25 miembros, elige un representante.
- Si la Conferencia tiene entre 26 a 50 miembros, dos representantes.
- Si la Conferencia tiene entre 51 a 100 miembros, tres representantes. Es el caso de la Conferencia Episcopal Española. Normalmente asisten el Presidente y el Vicepresidente, y como tercer representante es elegido un obispo que sea experto en el tema concreto que se va a tratar. En esta ocasión, representan a la CEE: don Antonio Mª Rouco Varela (Presidente), don Ricardo Blázquez (Vicepresidente) y don Adolfo González Montes, por ser quien preside la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE.
- Si la Conferencia tiene más de 100 miembros, cuatro representantes.
* De las naciones que no tienen Conferencia Episcopal propia, los Obispos elegidos por las Conferencias Episcopales de varias naciones. (Los representantes de estas Conferencias se eligen por las mismas normas que las Conferencias Episcopales de una nación).
Religiosos:
* Diez religiosos en representación de los Institutos Religiosos Clericales, elegidos por la Unión de los Superiores Generales.
De la Curia Romana
* Los Jefes de cada uno de los Dicasterios.
Los nombres de los Obispos y de los Religiosos elegidos para participar en el Sínodo no se pueden dar a conocer públicamente, hasta que su elección no haya sido ratificada por el Romano Pontífice.
Otros participantes
* Expertos, personas que colaboran con el Secretario Especial en vista de la Relación Conclusiva y del Elenco de las Proposiciones o de otros eventuales documentos.
* Oyentes (Auditores), que asisten a los trabajos sinodales.
* Delegados fraternos, que representan iglesias y comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica.
¿Qué procedimiento sigue el desarrollo del Sínodo?
En primer lugar, se presenta el argumento. El Presidente Delegado anuncia el tema del debate y llama al Relator General, el cual expone sumariamente la Relación, ya preparada y distribuida a los Padres, y la explica con la ayuda, si fuera necesario, del Secretario Especial. Luego, se procede a la discusión de los argumentos. El Presidente Delegado, según la lista preparada por el Secretario General, invita a hablar a los Miembros que el día anterior han expresado este propósito inscribiendo su nombre. Cuentan con un máximo de ocho minutos. Cuando son muchos los que han pedido la palabra, se ruega a los Padres que no repitan cuanto ya ha sido expuesto por otros, sino que hagan una breve referencia a lo que ya se ha dicho. Los Padres que han hecho petición de intervenir, aún cuando no hablen, entregan por escrito a la Secretaría General sus observaciones, las cuales son examinadas y tenidas en cuenta del mismo modo que las intervenciones pronunciadas en el aula sinodal.
Con el previo consentimiento del Romano Pontífice, puede desarrollarse, en tiempos determinados, una discusión libre entre los Padres, según los modos establecidos por el Secretario General de acuerdo con el Presidente Delegado.
Terminadas las intervenciones de los Padres Sinodales, el Presidente Delegado, si lo juzga oportuno, puede promover la discusión del tema en Círculos Menores. En estos Círculos, diferenciados por idiomas, los Padres Sinodales eligen un Moderador y un Relator; y, terminada la discusión del argumento, encargan al Relator que hable en nombre de todos los del Círculo en la congregación general. Los Círculos Menores están pensados para ofrecer a los padres sinodales la oportunidad de expresar sus propias opiniones y de confrontarlas entre sí.
Lectura en congregación general de las relaciones de los círculos: en el momento establecido por el Presidente Delegado, los Relatores, en nombre de los miembros de cada Círculo, leen en la Congregación General la Relación en la hacen una síntesis de las opiniones de los miembros de su respectivo Círculo. Al terminar las Relaciones de los Círculos Menores en la Congregación General, los padres sinodales que quieren responder, aportar alguna corrección, matización o explicación sobre el contenido de las Relaciones, pueden hacerlo.
Por último, es facultad del Presidente Delegado promover en el Aula una discusión sobre las propuestas de los Círculos Menores.
Y la Relación final. Al finalizar los trabajos de la asamblea, el Secretario General redacta una Relación, en la cual se describen los trabajos realizados sobre el argumento o los argumentos examinados y se presentan las conclusiones a las que hayan llegado los Padres. El Secretario General presenta al Papa la relación final y las propuestas votadas por los padres sinodales.
¿Y la exhortación postsinodal?
En principio, el Reglamento del Sínodo no hace referencia a ello. Fue Pablo VI quien inició esta costumbre en 1975, tras la conclusión del III Sínodo ordinario. Y lo hizo porque así se lo pidieron los padres sinodales cuando le confiaron el fruto de sus trabajos. Declararon que «esperaban del Papa un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y poder perennes de Pentecostés».
Así pues, el 8 de diciembre de 1975, Pablo VI firmó la Exhortación Apostólica Postsinodal Evangelii nuntiandi. Desde entonces, después de cada Sínodo Ordinario, se ha generalizado esta costumbre. No fue así con el Sínodo Extraordinario de 1985, el que se celebró con motivo de los XX años de la clausura del Concilio Vaticano II; ni tampoco con los primeros Sínodos Especiales, es decir, el de los Países Bajos (1980) y el primero sobre Europa de 1991. Sí hubo Exhortación tras el Sínodo primero (año 2000) y segundo de África (2009); después del Sínodo sobre el Líbano (1995), después del Sínodo de América (1997), de Asia (1998), de Oceanía (1998), después del segundo de Europa (1999) y del de Oriente Medio (2010).
El tiempo que tarda en aparecer la Exhortación Apostólica Sinodal es muy variado y depende de las circunstancias. Por ejemplo, en 1979, Juan Pablo II escribió la Catechesi tradendae. Aquel documento era fruto del IV Sínodo de los obispos, que tuvo por tema el de La Catequesis de nuestro tiempo. Se celebró en octubre de 1977 bajo la presidencia de Pablo VI, sin embargo, el 6 de agosto de 1978 murió el papa Montini y hubo que esperar al nuevo Papa. Este fue Albino Luciani (Juan Pablo I), pero, como todos sabemos, su pontificado duró tan solo 33 días. El 18 de octubre de 1978 era elegido Juan Pablo II. Justo un año después firmaba la Exhortación sobre La catequesis hoy. Así pues, tuvieron que pasar dos años justos desde el final del Sínodo hasta la aparición del documento; cuando lo normal era, aproximadamente, un año y unos cuantos meses.
La Exhortación más tardía fue la de Ecclesia in Europa, fruto del segundo Sínodo Especial para Europa. Desde la celebración del Sínodo, clausurado el 23 de octubre de 2009, hasta la aparición del documento (28 de junio de 2003), transcurrieron casi cuatro años.
¿Qué han aportado los Sínodos a la Iglesia y a su misión en el mundo?
Basta con ver los enunciados de los temas abordados en cada uno de los Sínodos, para darnos cuenta de que, gracias a ellos, la Iglesia, nacida continuamente de la Eucaristía y de la proclamación de la Palabra, ha podido ir avanzando por la senda comenzada por el Concilio Vaticano II.
En estos Sínodos, la Iglesia ha profundizado, y mucho, en la reflexión sobre su ser y su naturaleza: sobre su misión, que no es otra sino la de evangelizar y transmitir la fe (catequizar); y ha profundizado asimismo en el modo como todos y cada uno de sus miembros: obispos, presbíteros, familias, fieles laicos, seminaristas, personas consagradas, etc., han de contribuir y participar activamente, y en relación de comunión los unos con los otros, en dicha misión.
No ha faltado tampoco la reflexión sobre cuestiones tan candentes como las relativas al sacerdocio, la justicia en el mundo, la penitencia y la reconciliación; para llegar en este último a abordar la candente cuestión de la Nueva Evangelización.
Todo este ingente trabajo ha producido un rico magisterio, que, sin duda, ha orientado muy directamente el camino de la Iglesia durante el tramo final del siglo XX y le ha hecho entrar firme y confiadamente en el nuevo siglo y milenio.
El trabajo ha servido igualmente para formar más y mejor la conciencia de todo el pueblo cristiano sobre cada uno de estos grandes temas. Ha animado igualmente el estudio y la reflexión de teólogos, biblistas, pastoralistas, catequetas, ministros de la palabra y de la caridad, etc., que, con motivo de cada uno de los Sínodos, han querido responder a las grandes cuestiones concernientes a cada uno de los temas abordados. Para probarlo, basta con asomarse y conocer la gran cantidad de artículos de revista y de libros publicados; así como las tesinas y tesis doctorales elaboradas al hilo de la producción teológica generada antes, durante y después de la celebración de los Sínodos. Sin duda, un rico patrimonio que nos ha enriquecido singularmente durante todos estos años y que es, además, un abundante capital que dejamos en herencia a las generaciones venideras.
Por último, la celebración de todos y cada uno de los Sínodos siempre ha supuesto una llamada de atención a los hermanos cristianos de la Iglesias de Oriente y de las comunidades cristianas surgidas de la Reforma protestante; a los miembros de otras religiones y, en general, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que en un buen número han sentido interés y curiosidad por conocer lo que se discutía y debatía en el seno de la Iglesia católica.
Así pues, la consideración de todos estos frutos es motivo más que suficiente para dar gracias a Dios y también para pedirle que se pueda continuar durante muchos años con esta maravillosa experiencia. Algo de lo que, gracias a los modernísimos Medios de Comunicación Social, es fácil participar y estar enterado; de seguir día a día, de modo que, aunque sean uno pocos los que están reunidos en el Vaticano II, en realidad, seamos todos, toda la Iglesia, la que ora, reflexiona, estudia, debate y busca discernir lo que el Señor quiere decirnos para conducirnos a la Verdad completa.
Esta misma actitud es la que debe llevarnos a tener el corazón bien dispuesto y el ánimo pronto para saber acoger y llevar a la práctica cuanto nos sea propuesto por los padres sinodales y, en última instancia, por el Papa, como Pastor de la Iglesia universal. Si lo hacemos así, se consolidará la unidad de la Iglesia, encontraremos fuerzas renovadas para caminar con esperanza en el momento presente, podremos servir con más fidelidad al Señor y prestaremos un mejor servicio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, que son, en definitiva, la razón de ser de la Iglesia y de la tarea que le ha sido encomendada por el Señor en la entraña de este mundo.
¿Qué Sínodos se han celebrado hasta el momento?
Los Sínodos celebrados hasta el momento han sido los siguientes:
1. Preservación y fortalecimiento de la fe católica, su integridad, su fuerza, su desarrollo, su coherencia doctrinal e histórica. Celebrado del 29 de septiembre al 29 de octubre de 1967.
2. Primer Sínodo Ordinario: La cooperación entre la Santa Sede y las Conferencias Episcopales. Celebrado del 11 de octubre al 28 de octubre de 1969.
3. Segundo Sínodo Ordinario: El sacerdocio ministerial y la justicia en el mundo. Celebrado del 30 de septiembre al 6 de noviembre de 1971.
4. Tercero Sínodo Ordinario: La evangelización en el mundo moderno. Celebrado del 27 de septiembre al 26 de octubre de 1974. Exhortación Apostólica postsinodal: Evangelii nuntiandi (08.12,1975).
5. Cuarto Sínodo Ordinario: La catequesis en nuestro tiempo. Celebrado del 30 de septiembre al 29 de octubre de 1977. Exhortación Apostólica postsinodal: Catechesi tradendae (19.10.1979).
6. Sínodo Especial para los Países Bajos: La situación pastoral en los Países Bajos. Celebrado del 14 al 31 de enero de 1980.
7. Quinto Sínodo Ordinario: La familia cristiana. Celebrado del 26 de septiembre al 25 de octubre de 1980. Exhortación Apostólica Postsinodal: Familiaris consortio (22.11.1981).
8. Sexto Sínodo Ordinario: La penitencia y el perdón en la misión de la Iglesia. Celebrado del 29 de septiembre al 29 de octubre de 1983. Exhortación Apostólica Postsinodal: Reconciliatio et paenitentia (2.12.1984).
9. Sínodo Extraordinario: Vigésimo aniversario de la conclusión del concilio Vaticano II. Celebrado del 24 de noviembre al 8 de diciembre de 1985.
10. Séptimo Sínodo Ordinario: La vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo. Celebrado del 1 al 30 de octubre de 1987. Exhortación Apostólica Postsinodal: Christifideles laici (30.12.1988).
11. Octavo Sínodo Ordinario: La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales. Celebrado del 30 de septiembre al 28 de octubre de 1990. Exhortación Apostólica Postsinodal: Pastores dabo vobis (25.03.92).
12. Sínodo Especial para Europa: Para que seamos testigos de Cristo, que nos ha liberado. Celebrado del 28 de noviembre al 14 de diciembre de 1991.
13. Sínodo Especial para África: La Iglesia en África y su misión evangelizadora hacia el año 2000: Seréis mis testigos (Hch 1,8). Celebrado del 10 de abril al 8 de mayo de 1994. Exhortación Apostólica Postsinodal: Ecclesia in Africa (14.09.1995).
14. Noveno Sínodo Ordinario: La vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo. Celebrado del 2 al 29 de octubre de 1994. Exhortación Apostólica Postsinodal: Vita consecrata (25.03.1996).
15. Sínodo especial para el Líbano: Cristo es nuestra esperanza: renovados en su espíritu, solidarios somos testigos de su amor. Celebrado del 26 de noviembre al 14 de diciembre de 1995. Exhortación Apostólica Postsinodal: Una esperanza nueva para el Líbano (10.05.1997).
16. Sínodo Especial para América: Encuentro con Jesucristo vivo: camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América». Celebrado del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997. Exhortación Apostólica Postsinodal: Ecclesia in America (22.01.1999).
17. Sínodo especial para Asia: Jesucristo el Salvador y su misión de amor y de servicio en Asia: «... para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Celebrado del 19 de abril al 14 de mayo de 1998. Exhortación Apostólica Postsinodal: Ecclesia in Asia (6.11.1999).
18. Sínodo especial para Oceanía: Jesucristo y los pueblos de Oceanía: siguiendo su camino, proclamando su verdad y viviendo su vida. Celebrado del 22 de noviembre al 12 de diciembre de 1998. Exhortación Apostólica Postsinodal: Ecclesia in Oceania (22.11.2001).
19. Sínodo Especial para Europa: Jesucristo viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa. Celebrado del 1 al 23 de octubre de 1999. Exhortación Apostólica Postsinodal: Ecclesia in Europa (28.06.2003).
20. Décimo Sínodo Ordinario: El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo. Celebrado del 30 de septiembre al 27 de octubre de 2001. Exhortación Apostólica Postsinodal: Pastores gregis(16.10.2003).
21. Undécimo Sínodo Ordinario: La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. Celebrado del 2 al 29 octubre de 2005. Exhortación Apostólica Postsinodal: Sacramentum caritatis (22.02.2007).
22. Decimosegundo Sínodo Ordinario: La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Celebrado del 5 al 26 de octubre de 2008. Exhortación Apostólica Postsinodal: Verbum domini (30.09.2010).
23. Sínodo Especial para África: La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. Celebrado del 4 al 25 de octubre de 2009. Exhortación Apostólica Postsinodal: Africae munus (19.11.2011).
24. Sínodo Especial para Oriente Medio: La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. «La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32)». Celebrado del 10 al 24 de octubre de 2010. Exhortación Apostólica Postsinodal: Ecclesia in Medio Oriente (14.09.2012).
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