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Me refiero a los españoles, a millones de españoles que asisten atónitos, sorprendidos y asustados por la deriva de los acontecimientos políticos y económicos en España.
La terrible crisis económica, a pesar de las oscilaciones y ligeras mejoras de los indicadores, sigue generando desempleo continuamente, tanto en las empresas públicas como privadas, acompañado de una más que alarmante caída de la actividad económica, ayudada a su vez por una subida de impuestos, especialmente el IVA, que retrae considerablemente dicha actividad.
Cierran los comercios y empresas, se escapa el capital y hasta nuestros jóvenes mejor preparados, no hay créditos bancarios y lo único que continua subiendo es nuestra deuda exterior, (digo nuestra porque la pagaremos todos los españoles).
En pocas palabras, no se generan recursos, ni se reciben inversiones que ayuden a recuperar, al menos, una cierta actividad económica. Los presupuestos del Estado y las Comunidades solo contemplan el pago de intereses de las deudas respectivas y los sueldos de funcionarios, pensionistas, parados, políticos, subvencionados…, dinero nada productivo, mientras dedican muy pocos recursos a la creación de actividad económica y empleo.
Las causas de esta debacle están muy claras y se han venido generando en los últimos veinte años. Es el cuento de la hormiga y la cigarra, o como dice Armas Marcelo en “Los años que fuimos Marilyn” (Espasa – Calpe 1995), no hemos sabido, cuando podíamos, poner las bases de un Estado moderno, con unas estructuras política, económica y social fuertes, que nos aseguraran el futuro.
Nos hemos dedicado, nuestros políticos se han dedicado y se lo hemos consentido, únicamente a hacer política con minúscula. Han creado un monstruo político con dieciocho cabezas que nos está devorando, pero lo peor no es lo ya vivido, lo peor, desde el punto de vista de muchos españoles, es que no se vislumbra la más mínima señal de corrección del camino erróneo tomado, nada que nos traiga un poco de esperanza.
Ni una sola medida dirigida a reducir drásticamente el gasto en políticos, asesores, empresas públicas escasamente productivas, subvenciones sin sentido, estructuras políticas del Estado y la Autonomías. Nada de eso ocurre, ni se propone siquiera. Los dos partidos mayoritarios (hasta ahora) no son capaces de ponerse de acuerdo en esto ni en nada, y el tiempo pasa muy deprisa y en contra de todos los españoles.
Los resultados de las elecciones vascas de hoy, 21 de octubre, deberían ser la llamada urgente al entendimiento entre estas dos fuerzas políticas. España esta necesitada de un urgente rescate económico y político porque los que deberían haber adoptado las medidas para evitarlo, antes y ahora, no lo han hecho y ya ha pasado la última oportunidad, la mayoría absoluta del Partido Popular.
En las elecciones autonómicas de hoy en País Vasco y Galicia, el PSOE retrocede de forma considerable en ambas, y el PP lo hace en el País Vasco, mientras consolida su mayoría absoluta en Galicia. Lo ocurrido hoy, y las previsiones para dentro de un mes en Cataluña, donde la presencia de PP y PSOE van a pasar a ser testimoniales, dibujan un panorama político del que parecen no ser conscientes los dirigentes de estos partidos. Su actitud irresponsable ha propiciado una huida del electorado y ese vacío lo llenan los nacionalistas y secesionistas.
Ellos tienen lo que se merecen porque no han sabido gobernar, pero nosotros, los españoles que sufrimos las consecuencias no nos lo merecemos.
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