La oposición toma las calles de la capital tras la muerte de tres militantes a manos de las bandas chavistas
Caracas se rindió ayer a los pies de Henrique Capriles. Es la que ya muchos expertos catalogan como la manifestación más concurrida en la historia de Venezuela, con 1,5 millones de opositores desfilando por la avenida Bolivar. Ésta es sin duda la concentración más grande que se ha hecho en Caracas. «Nos quedó pequeña la Bolívar», dijo el candidato Capriles.
Alzado sobre un coche forrado de pegatinas tricolores, el aspirante a la presidencia dijo que «soy un instrumento, no pretenderé ser un Mesías, hoy todavía quienes creen en este proyecto de Gobierno, pero saben que las cosas no van bien, hacer un balance y sacar cuentas». Agregó que se trata de hacer «que cada quien decida qué vida quiere tener».
«Yo sabía que esto es la ‘megamarcha’, iba a salir todo el mundo, de hecho en el camino nos conseguimos algunos adeptos al presidente; sin embargo, uno camina, uno está pendiente es de un cambio no de la agresión», dijo a Efe Franco Moscarelli, un comerciante que vaticinó que el próximo domingo «igual la gente va a ir a votar sin miedo». Marisol Gómez, una estudiante que caminaba junto a amigas que se desplazaron desde zonas capitalinas como El Paraíso, la Candelaria, o la cercana localidad de Guatire, llamó a que en los próximos siete días no se caiga en la violencia.
A una semana de que los venezolanos acudan a las urnas para elegir entre Chávez o Capriles, la campaña fue golpeada el sábado por el asesinato a balazos de tres militantes de la oposición. En un confuso incidente, los tres seguidores de Capriles se bajaron del vehículo que lideraba una caravana a favor del candidato para pedir el paso a quienes lo impedían y varios sujetos comenzaron a disparar, según la versión del partido opositor Primero Justicia, que no ha sido confirmada o negada por las autoridades. Tras el tiroteo, murieron Antonio Valero de Primero Justicia, Omar Fernández de Acción Democrática y un tercero cuyo nombre no se dio a conocer.
«A las familias, a esos ángeles que están en el cielo, el siete de octubre nosotros vamos a derrotar la violencia en Venezuela. Nuestro pueblo está cansado de la violencia», afirmó Capriles.
Venezuela cerró ayer el plazo para presentar los sondeos sobre la intención de voto a las elecciones. La mayoría de los estudios (siete de diez) coincide en que Chávez logrará su tercera reelección con una ventaja que oscila entre 2 y casi 20 puntos, mientras otros dan un empate técnico o vaticinan un triunfo de Capriles con entre 0,8 a 5 puntos. Aunque Venezuela no es México, donde las cabezas de varios candidatos rodaron la pasada campaña, en el polarizado país iberoamericano los antecedentes marcados por marchas que acaban a tiros, como ocurrió durante el fallido golpe de Estado o cuando la huelga petrolera, encienden las luces de alerta. En esta campaña, simpatizantes de ambos candidatos se lanzaron piedras hace unas semanas cuando Capriles trató de desplazarse a la ciudad de Puerto Cabello. Y cuatro personas resultaron heridas en un tiroteo durante una prueba electoral a comienzos de septiembre.
Temor a un enfrentamiento
Al confirmarse las tres muertes, según denunció el opositor Julio Borges, éste es el primer brote serio respecto a la campaña, ya que, sean quienes sean los autores, lo cierto es que dispararon contra la marcha de Capriles. Las muertes, además, vienen a alimentar los miedos de los ciudadanos. No son pocos los que han acumulado víveres ante el temor de que la situación degenere. De hecho, según pudo constatar LA RAZÓN tras hablar con el equipo de asesores de Capriles, si el opositor llegase a ganar por un estrecho margen, se temen serios incidentes. No hay que olvidar que desde hace una década el Gobierno se ha encargado de armar a la población mediante un programa basado en la resistencia «casa por casa», inspirado en las técnicas de la guerrilla del Vietcom. En la versión bolivariana reciben el nombre de «milicias populares». Se trata de un grupo de combatientes compuesto por miles de simpatizantes del presidente que duermen con un AK-47 y que han recibido instrucción. Por parte de la oposición existe un grupo de ultraderecha con fusiles de asalto y francotiradores.
Las milicias populares funcionan de forma paralela al Ejército, una guardia pretoriana que se levantaría en caso de un golpe de Estado. Muchos de sus integrantes se encuentran acantonados en el barrio ultrachavista 23 de Enero. Éste es el búnker en el que Chávez se refugiaría si las cosas se ponen feas.
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