martes, 30 de mayo de 2017

HACER PUÑETAS; POR ENRIQUE MONTIEL


Diario de Cádiz
No lo sabía. Que mandar a alguien a hacer puñetas era mandar a alguien "lejos". Hacer puñetas forma parte de una familia de expresiones que hablan de fastidio. Es como hacer "la" puñeta. Quien nos hace la puñeta nos incordia, nos molesta, nos carga. Y hacer puñetas es un trabajo laborioso, difícil. Por su propia naturaleza. Claro que dicho en un Pleno municipal, al alcalde-presidente, y por alguien que se ha caracterizado siempre por su templanza y educación, como es el caso del concejal Pérez Dorao, con una sonrisa y determinación completa, no deja de llamarnos poderosamente la atención. Romaní, Pepe Blas, Teófila son broncos, defienden las posiciones con energía y determinación. No se arredran ni se dan por vencidos fácilmente. Pérez Dorao, sin embargo, representa el talante moderado, cordial, inteligente, político… ¿Qué está pasando en Cádiz? No estuve allí, he visto el vídeo de Cádiz Directo en el blog de mi amigo Fernando Santiago. Y por eso he sabido de la alternativa de Pérez Dorao al malestar expresado por el alcalde José María González. ¿Prefiere irse a freír espárragos? Hacer puñetas, freír espárragos se incorporan a la historia política de esta ciudad trimilenaria y tricentenaria. Constan en el Libro de Sesiones y en el banco de imágenes. Lo importante no fue el colofón sino el razonamiento por el que el concejal Pérez Dorao: si usted, señor alcalde, "no encuentra el camino de la paz"… A mí personalmente me preocuparía no encontrar el camino de la paz, porque es el único camino por donde se progresa, se encuentra la felicidad, que en Cádiz debería ser la apuesta definitiva de toda política y de todo político, por ser la ciudad de la Constitución de 1812, en donde se redactó el artículo 13 de su Capítulo III, ese que rezaba: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen".
Los vídeos de Con la venia, tanto el de las puñetas como el de la bancada popular arriscada por permitir el presidente en funciones (Vila) la insultante pancarta abierta en el plenario, francamente, no muestran la voluntad de obedecer ni tener en cuenta el Art. 13 de aquella Constitución maravillosa. Van de otra cosa, van de la imposibilidad de construir una política armoniosa donde las discrepancias lógicas y las diferencias lógicas entre los partidos no sean motivo de bronca, enfrentamientos y malos rollos. Un país convulso da ayuntamientos convulsos. Ojalá que estos desencuentros entre políticos no traspasen la membrana social y lleguen a la gente, a las familias, a la sociedad civil. Nos iríamos a hacer puñetas.

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