lunes, 29 de mayo de 2017

"LA ACCIÓN CATÓLICA ES, PARA EL LAICADO, LO QUE CÁRITAS PARA LA ACCIÓN CARITATIVA"



Antonio Muñoz Varo (Málaga, 1977) es, desde hace dos años, presidente nacional de Acción Católica General. A finales de abril participó en Roma en las celebraciones del II Congreso Internacional de la Acción Católica y del 150º aniversario de la Acción Católica italiana, a las que se unió el Papa. Presidieron la delegación española el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro; los obispos monseñor Javier Salinas y monseñor Carlos Escribano, responsables respectivamente de Apostolado Seglar y de la Acción Católica, y Antonio Cartagena, director de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar
El discurso que les dirigió el Papa ha tenido mucho eco eclesial. ¿Por qué?
Lo que ha hecho es volver a incidir en la identidad de Acción Católica, que no es un movimiento más dentro de la Iglesia, sino un instrumento propio de ella para ayudar a la maduración y al envío del laicado de nuestras parroquias y de nuestras diócesis. La frase clave es cuando dice que realmente «el carisma de la Acción Católica es el carisma de la Iglesia que se encarna entrañablemente en el hoy y en el aquí de cada Iglesia diocesana». Cuando dice «entrañablemente» no lo hace de manera cariñosa sino incidiendo en que forma parte del esqueleto de una Iglesia diocesana. Se trata de los laicos que se sienten parroquia y diócesis y trabajan juntos por llevar a cabo los planes pastorales diocesanos. Y esto, no para mantener las estructuras, sino para llevar el Evangelio allí donde la Iglesia está encarnada: los barrios, los pueblos…
O sea, que no puede haber parroquia sin Acción Católica.
Yo siempre pongo el siguiente ejemplo: lo que es Cáritas para la acción sociocaritativa de la Iglesia, lo es la Acción Católica para el laicado. Es decir, ¿puede haber otras realidades que trabajen por los pobres? Sí, hay otras realidades que trabajan eso, pero todo el mundo entiende que Cáritas es el instrumento propio de la Iglesia. Pues para el tema de la formación, del envío y de la encarnación del laicado, la Iglesia cuenta con la Acción Católica. No se trata de anteponer las siglas, sino de generar espacios parroquiales donde se dé sentido a la vida desde la fe, espacios que se puedan visibilizar de manera normal en nuestras parroquias y desde los que los laicos puedan hacer cosas juntos.
Algunos creen que se puede vivir la fe de forma individual…
La fe hay que vivirla en comunidad. Necesitamos de los hermanos para ahondar en la experiencia de la fe y poder transmitirla. Es indispensable para nuestra concepción de la fe, y la prueba está en que cuando uno encuentra un grupo donde vivirla, ya no lo quiere dejar. Lo que tenemos que hacer es invitar continuamente a la participación y propiciarlo.
El Papa les ha invitado a cuidar, especialmente, a los jóvenes y las personas mayores
La Acción Católica es un itinerario para toda la vida. En nuestra sociedad, muchas veces, se margina tanto a los pequeños como a los mayores. Dentro de la Iglesia tenemos que ser capaces de reforzar las bondades que nos pueden ofrecer las personas en esas etapas de la vida y buscar cauces de encuentro entre generaciones. Que los mayores nos aporten su experiencia y los niños su apertura a la trascendencia, sus ganas de transformar la realidad, que nos enriquezcamos mutuamente.
¿Cuál es el proyecto de futuro de la Acción Católica tras el Congreso Internacional?
El Papa dijo que «la Acción Católica no puede estar lejos del pueblo, sino que sale del pueblo y tiene que estar en medio del pueblo. Tienen que popularizar más la Acción Católica». Ese es ahora nuestro trabajo.
¿Cómo se va a concretar este llamamiento en las parroquias?
Se trata de ofrecer grupos parroquiales donde el objetivo no sea tanto desarrollar una función, sino formarse en todas las dimensiones de la fe. Muchas veces, lo que encontramos en las parroquias es el equipo de catequistas, el de liturgia, el de Cáritas… Lo que pretende la Acción Católica es que antes de involucrarnos en cualquiera de estos equipos, el que quiera, pueda encontrar un grupo donde revisar su vida a la luz de la fe y que sea desde ahí desde donde se genere su experiencia vocacional. Se trata de descubrir que el Señor te va llamando a acciones y compromisos concretos, ya sean tareas de la parroquia o en la esfera social, pero siempre partiendo desde la experiencia de fe que se fortalece en esos grupos parroquiales de vida cristiana. No queremos que estos grupos generen duplicidad, no es por ejemplo el grupo de niños de la parroquia y el grupo de niños de Acción Católica; sino que son los niños de la parroquia los que van recorriendo su vida de fe como va marcando la propia diócesis, con su obispo al frente, pero fomentando la continuidad. Que después de la iniciación cristiana el grupo permanezca, de manera que haya siempre referentes, jóvenes para niños, adultos para jóvenes… Y que la familia pueda encajarse en ese proceso de fe. Que los padres puedan vivir el proceso junto a sus hijos, cada uno en su nivel.
Antonio Moreno
Málaga

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