El mundo es de Dios, pero se lo alquila a los valientes. Es que Dios ha hecho el mundo, pero ha querido ponerlos en nuestras manos para que lo perfeccionemos y desarrollemos. Por eso es preciso que todos tomemos conciencia de nuestra responsabilidad ya que Dios no hará por sí lo que ha determinado que hagamos nosotros.
Llénate, pues, de coraje; sumérgete en tu tiempo; fórmate apóstol. Quizá tú no puedas contribuir a que el mundo se desarrolle y perfeccione en el campo de la medicina o de la electrónica, pero sí puedes contribuir en el campo de la justicia, de la verdad, de la bondad.
Fórmate apóstol y se te abrirán caminos para tu apostolado y llegará la paz con su sonrisa y el amor se difundirá para todos como un río de amplias orillas; y habrá un mundo mejor, más perfecto, más justo; y tú habrás colaborado con Dios en su obra creadora.
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