viernes, 1 de noviembre de 2013

EL ROL DEL LECTOR EN LA SANTA MISA.




Las funciones del lector durante la Santa Misa se describen en la Instrucción General del Misal Romano, números 194-198. Esta descripción es para un lector permanente. Respecto a lectores no instituidos, la IGMR simplemente dice que en la ausencia de un lector instituido, otras personas pueden ser elegidas para proclamar la Palabra de Dios. (IGMR 101) De todas formas, las normas en el IGMR para lectores instituidos pueden servir como una guía para lectores no-instituidos en la Santa Misa.

Ritos de Inicio:

Las normas en los números 194 y 195, de la Instrucción General son dirigidas a los lectores instituidos, pero parece que lectores no-instituidos también pueden participar en la procesión de la Santa Misa, y llevar el libro de Los Evangelios (no el leccionario) en la ausencia de un Diacono.
En la procesión hacia el altar, en ausencia del diácono, el lector, vestido con la vestidura aprobada, puede llevar el Evangeliario un poco elevado, caso en el cual, antecede al sacerdote; de lo contrario, va con los otros ministros.
Cuando hubiere llegado al altar, hace inclinación profunda con los demás. Si lleva el Evangeliario, se acerca al altar y coloca el Evangeliario sobre él. Después, juntamente con los otros ministros ocupa su lugar en el presbiterio. (IGMR 194-195)
Si el Santísimo está en el santuario, el lector se dobla las rodillas junto con el celebrante al llegar al altar.
Si el lector lleva el libro de los Evangelios inclina la cabeza. (cf. IGMR 274)

La Liturgia De La Palabra:

El lector realiza su función principal durante la Liturgia de la Palabra. Durante este tiempo, proclama La Palabra de Dios a los fieles para que, fortalecidos por las palabras de la Sagrada Escritura, puedan llegar a un amor de Dios más a profundo y a una vida cristiana más plena.

Acercarse al Ambón:

Como está escrito en el número 260 del IGMR, las lecturas deberán ser leídas desde el ambón. Si el lector no está sentado en el santuario, hace una inclinación profunda (reverencia) hacia el altar antes de entrar. Si el lector ya está en el santuario, sigue directamente al ambón. (IGMR 274)

Las Escrituras:

Durante la lectura de las Escrituras, el lector está comunicando la Palabra de Dios a su pueblo. Esto quiere decir que su comportamiento debería ayudar a todos los presentes para que se enfoquen en la Palabra de Dios y apreciar su mensaje totalmente. La postura física del lector debería expresar la dignidad de la Palabra, y debería ayudar a los fieles a enfocarse en la Palabra misma, en vez de los movimientos del lector. El uso de la voz es lo más importante cuando la Palabra del Señor es proclamada. La Introducción al Leccionario para la Misa sugiere algunas recomendaciones: El uso del tono de voz que es claro, audible e inteligible es el primer modo de transmitir la palabra de Dios de manera apropiada. (Introducción al Leccionario para la Misa, 14)
Hacer uso apropiado de la pausa, proyección, emoción, articulación y tiempo, requiere un entrenamiento y preparación delicada. No obstante, al usar las técnicas de pronunciación, el lector debe acordarse que su deber principal es proclamar la Palabra de Dios. Así mismo un estilo de lectura sin emoción debe evitarse, como también evitar un estilo demasiado dramático.

Rito de Conclusión:

Cuando un lector está sentado en el santuario, saldrá del santuario junto con el sacerdote. En este caso, el lector precede al sacerdote hasta un lugar apropiado al frente del altar, donde se inclinan juntos, y el lector sale del santuario delante del sacerdote.

Otras Funciones De Los Lectores Durante La Santa Misa:

La Instrucción General menciona que los lectores pueden hacerse cargo de las papeles de otros ministros cuando no estén presentes en la Santa Misa. Tres posibles papeles adicionales se hacen notar, y cada una requiere una preparación diferente.

El Salmo:

Mientras el número 61 del IGMR, indica que se prefiere que el Salmo Responsorial sea cantado, el número 196 indica que: “Si no hay salmista, el lector también puede proclamar el Salmo Responsorial después de la primera lectura.” En este caso, el lector va a pausar un rato después de la primera lectura, para permitir reflexión sobre el contenido de la lectura. Después de esto, lee el salmo. La Introducción al Leccionario para la Misa dice en numero 22 que “si no es cantado, el salmo después de la lectura debería ser recitado en una maniera que fomenta meditación sobre la Palabra de Dios.”
Porque el salmo ayuda a “fomenta meditación sobre la Palabra de Dios,” (GIRM 61) la recitación del lector tiene que considerar esto, permitiendo al salmo el rolo de ayudar a la congregación en profundizar lo que han escuchado en la primera lectura.

La Oración De Los Fieles:

La Introducción General dice lo siguiente:
En ausencia del diácono, después de la introducción del sacerdote, puede proponer desde el ambón las intenciones de la oración universal. (IGMR 197)
En este caso, el lector debe tener en mente la diferencia entre oraciones y lecturas. Como las intercesiones son oraciones y no lecturas deben ser rezadas, no leídas. El estilo de rezar del lector, debe ayudar a que los fieles oren.

La Antífona de Entrada y Communion:

La Introducción General propone una última función para el lector: Si no hay canto de entrada ni de Comunión y los fieles no dicen las antífonas propuestas en el Misal, puede decirlas en el momento oportuno. (IGMR 198)
En las Santas Misas en donde el coro no está presente para cantar la antífona de entrada o comunión, pueden ser proclamadas por el lector. Esta lectura puede ser difícil, porque las antífonas vienen de textos musicales, pero en este caso, el lector las lee en lugar de cantarlas. La proclamación de la antífona crea un ambiente de oración, y ofrece algunas palabras de meditación. No obstante, la antífona no rompe el desarrollo de la Santa Misa, si no que aumenta la apreciación de las acciones litúrgicas que pasan durante la procesión de entrada y comunión.

El Comentarista:

Con respecto al papel del comentarista, el IGMR nota: El comentarista, a quien corresponde, según las circunstancias, proponer a los fieles breves explicaciones y moniciones para introducirlos en la celebración y para disponerlos a entenderla mejor. Conviene que las moniciones del comentador estén exactamente preparadas y con perspicua sobriedad. En el ejercicio de su ministerio, el comentarista permanece de pie en un lugar adecuado frente a los fieles, pero no en el ambón. (IGMR 105b)
También si el rol del comentarista es distinto, es muy importante que los comentaristas reciben una adecuada preparación. El deber del comentarista es de presentar las informaciones necesarias sin distraer a la gente o de disminuir el contexto sacro de la santa misa. Así, es muy importante que los intervenciones del comentarista sean breves y discretos.

Las Escrituras Cantadas:

Mientras la mayoría del tiempo las Escrituras en la Santa Misa son leídas, pueden ser cantadas, especialmente en ocasiones particularmente solemnes. En estas ocasiones se requieren un lector que tenga el talento de la música. El estilo de cantar es particular al rolo de las lecturas en la liturgia: Las escrituras, tomadas de versiones aprobadas, pueden ser cantadas de diferentes maneras según los idiomas. Es importante que la música agregue énfasis en las palabras, y que no las obstruya. Cuando las lecturas están escritas en latín, deben ser cantadas al tono de la melodía en el “Ordo Cantus Misae”. (Introducción General al Leccionario, 14)
En ocasiones que requieren mayor solemnidad, pero donde no es prudente cantar la entera escritura, la conclusión de la lectura puede ser cantada mientras el resto es leído: Al concluir las lecturas, la frase: Palabra de Dios, puede ser cantada, por una persona que no sea lector, y todos responden con una aclamación. De esta manera, la asamblea presta reverencia a la palabra de Dios que acaba de escuchar con fe y con gratitud. (Introducción al Leccionario para la Misa, 18)
EL ROL DEL LECTOR EN LA SANTA MISA.

Las funciones del lector durante la Santa Misa se describen en la Instrucción General del Misal Romano, números 194-198. Esta descripción es para un lector permanente. Respecto a lectores no instituidos, la IGMR simplemente dice que en la ausencia de un lector instituido, otras personas pueden ser elegidas para proclamar la Palabra de Dios. (IGMR 101) De todas formas, las normas en el IGMR para lectores instituidos pueden servir como una guía para lectores no-instituidos en la Santa Misa.

Ritos de Inicio:

Las normas en los números 194 y 195, de la Instrucción General son dirigidas a los lectores instituidos, pero parece que lectores no-instituidos también pueden participar en la procesión de la Santa Misa, y llevar el libro de Los Evangelios (no el leccionario) en la ausencia de un Diacono.
En la procesión hacia el altar, en ausencia del diácono, el lector, vestido con la vestidura aprobada, puede llevar el Evangeliario un poco elevado, caso en el cual, antecede al sacerdote; de lo contrario, va con los otros ministros.
Cuando hubiere llegado al altar, hace inclinación profunda con los demás. Si lleva el Evangeliario, se acerca al altar y coloca el Evangeliario sobre él. Después, juntamente con los otros ministros ocupa su lugar en el presbiterio. (IGMR 194-195)
Si el Santísimo está en el santuario, el lector se dobla las rodillas junto con el celebrante al llegar al altar.
Si el lector lleva el libro de los Evangelios inclina la cabeza. (cf. IGMR 274)

La Liturgia De La Palabra:

El lector realiza su función principal durante la Liturgia de la Palabra. Durante este tiempo, proclama La Palabra de Dios a los fieles para que, fortalecidos por las palabras de la Sagrada Escritura, puedan llegar a un amor de Dios más a profundo y a una vida cristiana más plena.

Acercarse al Ambón:

Como está escrito en el número 260 del IGMR, las lecturas deberán ser leídas desde el ambón. Si el lector no está sentado en el santuario, hace una inclinación profunda (reverencia) hacia el altar antes de entrar. Si el lector ya está en el santuario, sigue directamente al ambón. (IGMR 274)

Las Escrituras:

Durante la lectura de las Escrituras, el lector está comunicando la Palabra de Dios a su pueblo. Esto quiere decir que su comportamiento debería ayudar a todos los presentes para que se enfoquen en la Palabra de Dios y apreciar su mensaje totalmente. La postura física del lector debería expresar la dignidad de la Palabra, y debería ayudar a los fieles a enfocarse en la Palabra misma, en vez de los movimientos del lector. El uso de la voz es lo más importante cuando la Palabra del Señor es proclamada. La Introducción al Leccionario para la Misa sugiere algunas recomendaciones: El uso del tono de voz que es claro, audible e inteligible es el primer modo de transmitir la palabra de Dios de manera apropiada. (Introducción al Leccionario para la Misa, 14)
Hacer uso apropiado de la pausa, proyección, emoción, articulación y tiempo, requiere un entrenamiento y preparación delicada. No obstante, al usar las técnicas de pronunciación, el lector debe acordarse que su deber principal es proclamar la Palabra de Dios. Así mismo un estilo de lectura sin emoción debe evitarse, como también evitar un estilo demasiado dramático.

Rito de Conclusión:

Cuando un lector está sentado en el santuario, saldrá del santuario junto con el sacerdote. En este caso, el lector precede al sacerdote hasta un lugar apropiado al frente del altar, donde se inclinan juntos, y el lector sale del santuario delante del sacerdote.

Otras Funciones De Los Lectores Durante La Santa Misa:

La Instrucción General menciona que los lectores pueden hacerse cargo de las papeles de otros ministros cuando no estén presentes en la Santa Misa. Tres posibles papeles adicionales se hacen notar, y cada una requiere una preparación diferente.

El Salmo:

Mientras el número 61 del IGMR, indica que se prefiere que el Salmo Responsorial sea cantado, el número 196 indica que: “Si no hay salmista, el lector también puede proclamar el Salmo Responsorial después de la primera lectura.” En este caso, el lector va a pausar un rato después de la primera lectura, para permitir reflexión sobre el contenido de la lectura. Después de esto, lee el salmo. La Introducción al Leccionario para la Misa dice en numero 22 que “si no es cantado, el salmo después de la lectura debería ser recitado en una maniera que fomenta meditación sobre la Palabra de Dios.”
Porque el salmo ayuda a “fomenta meditación sobre la Palabra de Dios,” (GIRM 61) la recitación del lector tiene que considerar esto, permitiendo al salmo el rolo de ayudar a la congregación en profundizar lo que han escuchado en la primera lectura.

La Oración De Los Fieles:

La Introducción General dice lo siguiente:
En ausencia del diácono, después de la introducción del sacerdote, puede proponer desde el ambón las intenciones de la oración universal. (IGMR 197)
En este caso, el lector debe tener en mente la diferencia entre oraciones y lecturas. Como las intercesiones son oraciones y no lecturas deben ser rezadas, no leídas. El estilo de rezar del lector, debe ayudar a que los fieles oren.

La Antífona de Entrada y Communion:

La Introducción General propone una última función para el lector: Si no hay canto de entrada ni de Comunión y los fieles no dicen las antífonas propuestas en el Misal, puede decirlas en el momento oportuno. (IGMR 198)
En las Santas Misas en donde el coro no está presente para cantar la antífona de entrada o comunión, pueden ser proclamadas por el lector. Esta lectura puede ser difícil, porque las antífonas vienen de textos musicales, pero en este caso, el lector las lee en lugar de cantarlas. La proclamación de la antífona crea un ambiente de oración, y ofrece algunas palabras de meditación. No obstante, la antífona no rompe el desarrollo de la Santa Misa, si no que aumenta la apreciación de las acciones litúrgicas que pasan durante la procesión de entrada y comunión.

El Comentarista:

Con respecto al papel del comentarista, el IGMR nota: El comentarista, a quien corresponde, según las circunstancias, proponer a los fieles breves explicaciones y moniciones para introducirlos en la celebración y para disponerlos a entenderla mejor. Conviene que las moniciones del comentador estén exactamente preparadas y con perspicua sobriedad. En el ejercicio de su ministerio, el comentarista permanece de pie en un lugar adecuado frente a los fieles, pero no en el ambón. (IGMR 105b)
También si el rol del comentarista es distinto, es muy importante que los comentaristas reciben una adecuada preparación. El deber del comentarista es de presentar las informaciones necesarias sin distraer a la gente o de disminuir el contexto sacro de la santa misa. Así, es muy importante que los intervenciones del comentarista sean breves y discretos.

Las Escrituras Cantadas:

Mientras la mayoría del tiempo las Escrituras en la Santa Misa son leídas, pueden ser cantadas, especialmente en ocasiones particularmente solemnes. En estas ocasiones se requieren un lector que tenga el talento de la música. El estilo de cantar es particular al rolo de las lecturas en la liturgia: Las escrituras, tomadas de versiones aprobadas, pueden ser cantadas de diferentes maneras según los idiomas. Es importante que la música agregue énfasis en las palabras, y que no las obstruya. Cuando las lecturas están escritas en latín, deben ser cantadas al tono de la melodía en el “Ordo Cantus Misae”. (Introducción General al Leccionario, 14)
En ocasiones que requieren mayor solemnidad, pero donde no es prudente cantar la entera escritura, la conclusión de la lectura puede ser cantada mientras el resto es leído: Al concluir las lecturas, la frase: Palabra de Dios, puede ser cantada, por una persona que no sea lector, y todos responden con una aclamación. De esta manera, la asamblea presta reverencia a la palabra de Dios que acaba de escuchar con fe y con gratitud. (Introducción al Leccionario para la Misa, 18)

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