Cristo Rey, Los Hermanos de la Salle, La Hermandad de Cristo Rey y el Año de la Fe, bien podía haber sido el título del presente artículo; porque rara vez como en esta ocasión, concurren cuatro efemérides el mismo día: La Festividad de Cristo Rey del Universo. Siglo y cuarto de existencia de los Hermanos de San Juan Bautista de la Salle en la Isla. El Aniversario de los 50 años de la Fundación de la Hermandad Lasaliana. Y la clausura del Año de la Fe.
Los hermanos de San Juan Bautista de la Salle, vinieron a San Fernando en el año 1888, aunque 25 años antes, habían llegado ya las HH. Carmelitas. No obstante, hemos de referirnos a etapas anteriores y analizar la razón y la existencia de estos hermanos y a qué se dedicaron, aunque sólo con decir que eran conocidos por los Hermanos de las Escuelas Cristianas y particularmente aquí por "los hermanitos" bastaba.
Fue San Juan Bautista de la Salle nacido en la ciudad francesa de Reims allá en el año 1651, a quien se le debe la fundación de esta orden que hoy conocemos y que lleva por nombre el suyo propio. Orden, que pronto se desarrolló; extendiéndose por todo el mundo.
Era el mayor de una familia acomodada, se hizo sacerdote, estudió Teología y Pedagogía y fue canónigo de la Catedral de Reims. Sin embargo su inquietud por la educación de los niños y de los jóvenes, especialmente de los más pobres, hicieron que abandonara esa situación que con tanto éxito había conseguido, para dedicarse plenamente a la docencia.
El Papa Pio XII, le nombró Patrono de los educadores y fue Beatificado por el Papa León XIII, el 19 de febrero de 1888, fecha que curiosamente coincide con la aparición de sus seguidores aquí en la Isla. Y cada 7 de abril se celebra su festividad.
Renunció a su fortuna para invertirlo todo en la orden y en el Instituto religioso de sacerdotes y laicos consagrados a la formación y a la expansión de las Escuelas Cristianas, que en gran cantidad se iban estableciendo. Se ocupó también de escribir numerosas obras dedicadas a las meditaciones, reglas de cortesía y urbanidad. Todas ellas de espíritu religioso y de carácter pedagógico. Y murió relativamente joven a los 68 años de edad en Sant Yon de Ruan de la Francia como era la costumbre decirlo así en aquella época.
Pero volviendo a los 125 años de la presencia en nuestra Ciudad de estos Hermanos forjadores de la enseñanza, resultaría imposible soslayar no sólo el hecho de su razón y de su existencia ya apuntada al principio, sino la labor educativa, cristiana y religiosa que han ejercido y aún mantienen dedicados tenazmente a la educación de los niños y de los adolescentes.
¿Cuántas generaciones de ciudadanos nuestros -hoy adultos- más los que se quedaron en el camino han pasado por sus aulas? Amén de los que afortunadamente siguen formándose sólidamente, porque sólida ha sido siempre y así continúa siendo su enseñanza. Una enseñanza eficaz, formativa y cristiana; aderezada con los actos florales y las semanas culturales, que antes se realizaban con cierta frecuencia y hoy no tanto.
¿Quién no recuerda durante sus estudios por citar solo a un hermano de los de entonces -al hermano Agustín por ejemplo o aquellos cuadernos de cuadrículas donde se hacían artísticas grecas coloreadas con tinta de colores, que los hermanitos enseñaban poseídos de sus infinitas paciencias?
¿Y los cuadernos de caligrafías, de cuadritos o de rayas pautadas donde había que colocar dentro las letras o los números, que a las generaciones de ahora puede parecerle una necedad, pero que ha servido para moldear y disciplinar nuestro intelecto, actitud, carácter y comportamientos?
¿Y el recreo y a la vez campo de fútbol corto y casi cuadrado encerrado entre tres paredes donde se jugaba con los alumnos de otros centros sin éxito de ganar allí; porque los de la Salle, jugaban apoyándose en los rebotes del balón sobre las paredes, desconcertando a sus oponentes?
En fin, así podríamos seguir contando anécdotas, todas ellas amables y sensibles de otra época que se nos fue, pero que nos dejó el sabor de la conciencia qué nos inculcaron para encarar la vida de frente, bien preparados y con los más nobles sentimientos de buenos cristianos y hombres de bien.
Yo no fui alumno de la Salle por razones obvias -mi padre tenía una academia-. Y por eso y por mi cercanía a la enseñanza -después fui maestro- visité muchas veces la Escuela de los Hermanos, además de jugar -en aquel campo- y de aprender desde afuera. Por eso, tal vez, me puedo permitir decir con absoluta certeza, la ingente labor que los "hermanitos" desarrollaron en la formación de tantos isleños, colaborando sin duda a elevar la cultura de nuestra querida Ciudad. Y por tanto, acreedores a la Medalla del Mérito al trabajo que tuvo el honor de recibir el hermano Isaías.
Ahora tenemos dos La Salle. A las cuales hay que decirles por igual: Gracias y Enhorabuena por esos 125 años que hoy se celebra en la festividad de Cristo Rey del Universo, coincidiendo con la clausura del Año de la Fe. A los que se le une los 50 años también de otra seña de identidad lasaliana; la creación de la hermandad que tomó su nombre, conocida cariñosa y popularmente como “La Borriquita” que fundaron sus propios alumnos auspiciado por los Hermanos de San Juan Bautista de la Salle.
Y por último –decir que no puedo finalizar sin recordar con cariño en estas efemérides, la memoria de D. Joaquín Rodríguez Royo por su vinculación y desvelos con todo lo que significó para él: ¡Ser Lasaliano!
José María Vieytes Beira. San Fernando. Artículo publicado en el semanario local Información Andalucía el 24.11.13. Y ligeramente aumentado en el blog Sed Valientes de Jesús Rodríguez Arias por gentileza del mismo.
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