El padre Jerzy Popieluszko, mártir de la dictadura comunista polaca
«La verdad es inmortal»
Juan Pablo II lo llamó «protector espiritual del mundo laboral polaco» y, como han hecho otros 18 millones de personas, visitó su tumba. El padre Jerzy Popieluszko, famoso por sus Misas por la Patria y su ayuda a las víctimas del régimen comunista, fue martirizado en 1984 y será beatificado el próximo 6 de junio
Juan Pablo II reza en su tumba (jardín
de la parroquia de San Estanislao de Kotska,
en Varsovia)
El 6 de junio próximo, el centro de Varsovia volverá a ser el escenario de un gran evento religioso. Esta vez, no se trata de una gran Misa durante una Visita del Papa Juan Pablo II o Benedicto XVI, sino de la beatificación de uno de los, al menos, nueve sacerdotes asesinados por los comunistas en los años 80: el padre Jerzy Popieluszko, a quien Juan Pablo II tenía gran devoción.
Nacido en 1947, este sacerdote vivió toda su vida bajo el yugo comunista. Don Pawel Skibinski, Director del Museo Juan Pablo II y Cardenal Stefan Wyszynski, de Varsovia, explica que se crió en una humilde familia campesina del este del país, marcada por el «fenómeno del anticomunismo popular en Polonia», que floreció gracias «a la existencia de las estructuras de la Iglesia» y de cierta propiedad privada, si bien limitada, en el campo. De hecho, su tío había sido guerrillero anticomunista.
Durante el servicio militar -obligatorio para seminaristas y sacerdotes-, la devoción y fidelidad de este seminarista hicieron que fuera hostigado por sus superiores. Ya como sacerdote, su labor pastoral en una fábrica de Varsovia le llevó a convertirse en uno de los principales capellanes del movimiento Solidaridad y en «protector espiritual del mundo laboral polaco», en palabras de Juan Pablo II. Sin embargo, también atendió pastoralmente a médicos, estudiantes y profesores universitarios, y actores. Pronto empezó a destacar, y, paradójicamente, su nombre «se hizo famoso por todo el país» -narra don Pawel- gracias a una campaña mediática de los comunistas en su contra.
Cuando en 1981 el Primer Ministro, el general Wojciech Jaruzelski, declaró el estado de sitio e ilegalizó el movimiento Solidaridad, el padre Jerzy reaccionó celebrando una Misa mensual por la Patria. En ellas, se rezaba por «las víctimas del comunismo -los asesinados, los presos políticos, los expulsados del trabajo-, y también por los dirigentes comunistas», explica el señor Skibinski. Su lema -añade- fue: «No permitas que te venza el mal, sino gana al mal con el bien». Las Misas por la Patria, que otros sacerdotes extendieron por el país, atraían a grandes multitudes, también bastantes no cristianos. No eran el único motivo por el que era famoso: «También estaba muy dedicado a la ayuda a los represaliados por el régimen comunista. Asistía a los procesos para apoyar moralmente a los acusados, organizaba ayuda material para las familias de los detenidos y para los propios presos políticos, pero, principalmente, organizaba la ayuda espiritual».
Muerte de un mártir
El padre Popieluszko
Hoy, da nombre a calles y colegios, 18 millones de personas han visitado su tumba en la parroquia de San Estanislao de Kotska, donde pasó sus últimos años, y tres millones de personas vieron en los cines una película sobre él. Es «un símbolo de todo lo mejor de Solidaridad» -explica don Pawel-, pero «no se le puede considerar un personaje político. Todas sus actividades tenían carácter pastoral. Durante sus sermones, nunca mencionó a ningún dirigente comunista, se centraba en cuestiones morales. También se le tiene una devoción puramente religiosa. Tenía fama de ser muy piadoso».
En octubre de 1984, cuando tenía sólo 37 años, fue secuestrado después de celebrar Misa en la iglesia de los Santos Mártires Polacos, en Bydgoszcz, ciudad marcada por la persecución. Fue torturado y asesinado por oficiales del Servicio de Seguridad -la Policía política comunista-. Su cuerpo fue encontrado al norte de Varsovia una semana después. Los responsables fueron condenados, pero nunca se investigó de quién habían recibido órdenes, y fueron liberados a principios de los años 90. Su funeral convocó a 250.000 personas. En una de las Misas por la Patria había dicho que «la verdad siempre une a los hombres. La lucha contra la verdad lleva siglos, pero la verdad es inmortal y la mentira muere con una muerte rápida».
María Martínez López
Juan Pablo II leía sus sermones
Juan Pablo II veía en el padre Jerzy Popieluszko, afirma don Pawel Sibinski, a «un verdadero defensor de la verdad, la justicia, la libertad y la dignidad del hombre». Aunque, durante la Visita de Juan Pablo II a Polonia en 1983 el padre Popieluszko organizó el servicio médico, «no se sabe de ningún encuentro personal entre ellos». Eso sí, «sabemos que Juan Pablo II leía sus sermones de la Misa por la Patria». Poco después de su muerte, le dedicó unas palabras en la Audiencia general de los miércoles, y visitó su tumba en 1987. Desde entonces, fueron frecuentes las menciones a él en los discursos y homilías de sus Visitas a Polonia, poniéndolo al nivel de mártires como san Maximiliano Kolbe y de grandes opositores al comunismo como los cardenales Stefan Wyszynski o Aloisio Stepinac. En 1991 dijo de él, por ejemplo, que fue «un sacerdote venido del pueblo y completamente dedicado al pueblo, hasta la entrega de la vida».
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