No te resignes a que el mundo -las cosas, tu entorno- sea como es porque así ha sido siempre. Mantén viva la llama de la esperanza, el horizonte de la utopía, la ilusión de la infancia, la apuesta por el futuro. Si vives con esperanza, serás capaz de comprometerte, de formarte, de motivarte y movilizarte para cambiar y mejorar el mundo.
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