Parece increíble que un niño pueda tener estrés y ansiedad, cuando cualquiera que se acuerde de su infancia, sólo recordará episodios de una etapa grata y feliz en la que estar libre de responsabilidades ahuyentaba cualquier preocupación, que más adelante, por cierto, se convertirá en una barrera más que saltar. Pues resulta que psiquiatras aseguran que justo desde los comienzos de la crisis económica en España aumentaron las visitas a consulta de niños aquejados de estrés. Será que la angustia o tensión que pueden vivir sus padres ante realidades sociales apabullantes se la transmiten a sus hijos. Y a los niños, que no saben ni lo que es eso, les cuesta manejar una emoción extraña e incómoda. También dicen los psiquiatras algo que nos debe poner en alerta y en acción: los niños de hoy en día no tienen imaginación. Y muchos se preguntarán, ¿y tanto afecta la falta de imaginación? Pues sí, porque a través de ella, uno transforma lo que no le gusta o no sirve, en una realidad mejor, más constructiva, idílica y motivadora. Algo que por cierto necesitaremos de por vida para superar las dificultades que vayan apareciendo y para adaptarnos a lo que venga. Si como dicen los expertos, falta esta capacidad imaginativa en los niños, que es cuando más se usa, hay que poner remedio, y los padres son los primeros encargados de fomentar la imaginación, quitándole tiempo a otros menesteres, porque estarán así dando a sus hijos la herramienta necesaria, no sólo para tener una infancia feliz, sino para ser inmune al desaliento.
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