Intuyo que los populares y los socialistas han renunciado a Cataluña. Entre Pere Navarro y Alicia Sánchez-Camacho se están descarajando en un barranco que no era barranco y que uno y otra se han inventado. La vileza del PSC de no condenar el atentado de Hipercor no merece ni un comentario. Repugnante decisión. Lo del espionaje de la señora Sánchez-Camacho y su acuerdo con los espías a cambio de ochenta mil euros no puede ser tolerado por el Partido Popular. Patadita en el trasero, suave, no dolorosa, pero contundente. Aquel almuerzo con la antigua novia del mayor de los Pujol grabado por la eficiente agencia de espionaje «Método 3» guarda secretos, según se deduce por las actitudes de las espiadas, inconfesables. Razón y derecho le sobran a Jordi Pujol Ferrusola para exigir que Alicia Sánchez-Camacho revele al juez la charlita. Entretanto, el Partido Popular ha ido dejándose en el camino decenas de miles de votos en beneficio de los Ciudadanos de Albert Rivera. Y es lógico. La señora Sánchez-Camacho, que parece una caricatura, pierde votos cada vez que habla, y habla demasiado. Ni Mas ni Junqueras. La independencia de Cataluña sólo será posible si Navarro y Sánchez-Camacho se mantienen en sus responsabilidades, y de momento, no hay señales de cambio en el horizonte.
La representante del Partido Popular en Cataluña no puede canjear la comisión de un delito por ochenta mil euros. Otra cosa es que la grabación con la novia despechada del chico mayor de los Pujol nada tenga de ejemplar. Y es lógico. Cuando dos personas hablan libremente la ejemplaridad desaparece y el chicoleo y los chismes se imponen. Un florero con un micrófono es delictivo. Los espías de «Método 3», que también han trabajado para el «Barça», son eficaces y poderosos. Y generosos también. Solventan sus pestilencias alcanzando acuerdos económicos con los espiados. Por un fajo de billetes corresponsabilizan a sus víctimas del delito cometido. Con independencia del acuerdo entre los espías y una de las espiadas, la Fiscalía tiene que impulsar la investigación del caso.
Ese pacto no puede cumplir sus objetivos, que no son otros que el silencio y la cortina que impide la entrada de la luz en un asunto de corrupción política. Cuando se supo que Alicia Sánchez-Camacho había sido víctima de una grabación comprometida, la propia responsable del desmantelamiento del Partido Popular en Cataluña, prometió que llegaría hasta el final. Es probable que haya cumplido su promesa, y que el final consista en un acuerdo económico. Nadie le pidió que explicara lo que ella entendía por «llegar hasta el final». Quizá la culpa sea de los ingenuos que interpretan esas frases contundentes desde la inflexibilidad y el tremendismo. Pero Sánchez-Camacho no es una ciudadana del montón cuya privacidad ha sido violada por unos espías contratados. Es la presidenta en Cataluña del partido político que hoy gobierna en España, y el final no puede ser otro que la exigencia del cumplimiento absoluto de la Ley. Si en esa conversación ilegalmente grabada la señora Sánchez-Camacho no queda del todo bien, que aprenda a ser más prudente, más discreta y más medida en sus palabras. Pero no a costa de la indignidad de convertirse, siendo quien es y lo que representa, en otro florero manipulado.
Con dinero o sin dinero, se tiene que ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario