III. 3 - Sit gloria Domini in sæculum; lætabitur Dominus in operibus suis.
APÓSTOLES, MÁRTIRES, CONFESORES, VÍRGENES, PROFETAS Y REYES.
Hasta los detalles plásticos más insignificantes que han sobrevivido pueden acabar explicándose en el contexto de una lección teológica que tiene sus principios en la rica liturgia que el rito hispano mozárabe dedica a Pentecostés. El domingo de Pentecostés, al final de la Alia u Oración entre los Dípticos, se proclama: "Por tu misericordia, Dios nuestro, en cuya presencia recitamos los nombres de los santos Apóstoles y Mártires, Confesores y Vírgenes". Llama la atención la fórmula RECITAMOS LOS NOMBRES de los santos Apóstoles y Mártires, Confesores y Vírgenes, ya rápidamente conduce a detalles iconográficos menores de San Román de Toledo. Por eso tuvieron la necesidad de colocar inscripciones con nombres encima de los diferentes santos:
1. Santos apóstoles, es decir, arzobispos y obispos como seguidores de la tradición apostólica: AMB(R)OSIVS-LEANDER, dos arzobispos; NICOLAVS-MARTIN, dos obispos
2. Santos mártires: ESTEFANVS-LAVRENCIVS
3. Santos confesores BENEDICTUS-BERNALDVS-EVGENII-ESIDORI-GREGORI
Faltaría la iconografía referente al RECITAR EL NOMBRE de las Vírgenes. Sin embargo, se debe recordar que inscrito sobre el alfiz de san Román existe una inscripción dedicada a la Virgen María a través de uno de sus nombres: AVE MARIS STELLA.
Sin embargo, no son los únicos que tienen escrito su nombre. Los profetas Isaías y Jeremías están representados con sus nombres justo debajo de los versículos del salmo CIII (104) y junto a unas letras cúficas y tres ventanas por las que entra la luz? Tanto el Salmo CIII (104) como los textos de los profetas mayores Isaías y Jeremías son utilizados para hablar de Yahvé no sólo como Dios, sino también como creador, es decir, el Padre: "Sea eterna la gloria de Yavé y gócese Yavé en sus obras" (Sal. 104 Vg. CIII, 31) "Mas ahora, ¡oh Yavé!, tú eres nuestro padre; nosotros somos la arcilla, y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos." (Is. 63, 8) "¡Ah Señor, Yavé! Tú has hecho los cielos y la tierra con tu gran poder." (Jer. 32, 17)
Tal vez, por eso, en las pinturas de San Román de Toledo tanto Isaías como Jeremías alzan una mano señalando hacia arriba con sólo uno de sus dedos, el uno (1). Sin embargo, ese dedo alzado señala hacia una estructura geométrica, un triángulo, que nos habla del tres (3), enmarcada entre lo que parece una doble figura lineal (2). Es decir, el 1 del dedo, el 2 de las figuras geométricas, el 3 del triángulo. ¿Puede estar remitiendo esto a alguna otra idea? Está claro, falta justificar que en estos tres textos también se hablan de las otras dos personas de la Trinidad, del Hijo y del Espíritu Santo.
Para un cristiano, el segundo versículo del Salmo 104 remite a la idea del Hijo a través de la idea de la luz, justo por ahí, en San Román de Toledo, anda una hermosa ventana central cuadrada acompañada de otras dos ventanas sobre las que se escribieron las inscripciones cúficas, es decir, tres ventanas por las que entra la luz: "Envuelto de luz como un manto, despliegas los cielos como una tienda" (Sal. 104 Vg. CIII, 2) Idea que remite al famoso versículo del evangelio de San Juan: "Ego sum lux mundi". Pero, como es evidente, los profetas tampoco callaron sobre la segunda persona de la Trinidad, el Hijo: "El Señor mismo os dará por eso la señal: He aquí que la virgen grávida da a luz y se llama Emmanuel." (Is. 7, 14) "En esos días y en ese tiempo, yo suscitaré a David un renuevo de justicia que hará derecho y justicia sobre la tierra."(Jer. 33, 15) Ahora, falta una cita sobre el Espíritu Santo: "Si mandas tu Espíritu, se recrían, y así renuevas la faz de la tierra." (Sal. 104, 30) "Y ahora Yavé me ha enviado con su espíritu." (Is. 48, 16) Para acabar, el versículo 17 del capítulo 51 de Jeremías, tal vez la clave de todo este tinglado teológico: "Todo hombre se ha hecho tonto, y no tiene ciencia; se avergüenza todo artífice de su escultura, porque mentira es su ídolo, no tiene espíritu." Mientras las esculturas de los ídolos no tienes Espíritu, Dios sí. Creemos que en San Román de Toledo la utilización del Salmo CIII (104) junto a los retratos de los profetas Isaías y Jeremías separados por tres ventanas por las que entra la luz, fue intencionada. De nuevo, los detalles plásticos menores de esta rica iconografía remiten tanto a la idea de Pentecostés como a que, en el Antiguo Testamento, ya se produce la teología de la Santísima Trinidad, el Dios uno y trino.
En la hermosa iconografía pictórica de San Román de Toledo, los profetas no están sólos, junto a ellos se colocaron reyes.
El teólogo redactor de San Román de Toledo conocía perfectamente la liturgia hispano mozárabe para la solemnidad de Pentecostés. No sólo eso, en esos profetas y reyes vio este símbolo teológico en el que se equipara al Espíritu Santo con el ungüento, el santo crisma de la ordenación sacerdotal: "Este es aquel ungüento con que Cristo fue ungido por el Padre, significado por aquel antiguo crisma que confería a los sacerdotes el carácter de profetas y reyes, manteniendo la imagen del único verdadero Rey, Sacerdote y Profeta, Cristo, Nuestro Señor y redentor eterno." (Fragmento del Post Sanctus u Oración después del Sanctus)
De nuevo, la teología de la liturgia hispano mozárabe para la Solemnidad de Pentecostés y, además, esos dos reyes se identifican con David y Salomón, los del templo de Jerusalén. En definitiva, ¿qué mejor ejemplo en un contexto sacerdotal para un arzobispo creador y edificador de nuevos templos dedicados a Dios en la ciudad de Toledo?
EL HIJO, EL PARAÍSO Y LA VIRGEN MARÍA.
Es evidente que es una lástima que no haya llegado hasta nosotros toda esta magnífica iconografía en su conjunto. Ahora, es el momento de reflexionar sobre la figura del Hijo. De entrada se tiene que reconocer que hasta elementos plásticos como este Pantocrátor, que ha sobrevivido sin haberse podido acabar y que es obra de otro taller ya posterior, habla de la teología que la liturgia hispano mozárabe reserva para la Solemnidad de Pentecostés.
Este Pantocrátor también tienen explicación y cabida dentro de las oraciones de la liturgia hispano mozárabe para el día de Pentecostés: "Santo Dios, que te sientas sobre querubines, único invisible. Santo Fuerte, que eres glorificado en las alturas por las voces de los ángeles. Santo Inmortal, que eres Salvador inmaculado, apiádate de nosotros, aleluya, aleluya."(Fragmento del Trisagio o Himno a la Santísima trinidad incluido en la liturgia del Domingo de Pentecostés en el rito hispano mozárabe)
En la iconografía pictórica de San Román, no se produce un contexto judicial, ya que el Pantocrátor se connota sin libro. Además, mientras con la mano derecha realiza la bendición trinitaria, la izquierda la abre y la deja franca como un símbolo de acogimiento. Todos estos detalles plásticos menores conducen más hacia una idea de exaltación de Dios en su trono, tal y como se refleja en el himno de la liturgia hispano mozárabe, que no a un contexto judicial. Además, este Pantocrátor está connotado con una evidente tonsura romana; un detalle plástico que puede estar indicando que la liturgia hispano mozárabe también forma parte de la liturgia universal de la Iglesia de San Pedro, a la manera de otras liturgias como la propia del rito ambrosiano o de Milán.
Pero el Hijo también se representó en una iconografía que ha llegado hasta nuestros días de forma parcial, ya que sólo se ha conservado la presencia de Eva junto a un árbol y un personaje que ha sido identificado tradicionalmente en los estudios como el Dios creador, aunque viendo los detalles plásticos con los que se connota se está hablando del Hijo como el Principio en el que se realizó la Creación siguiendo los postulados de la teología neoplatónica: "Pero más alto voló aquel que comprendió que el mismo Cristo Dios había sido engendrado de Dios antes de todos los tiempos, diciendo: "en el principio era el Verbo" (Juan Escoto Eriúgena, Homilía al Prólogo del Evangelio de San Juan).
En San Román de Toledo, el personaje que acompaña a Eva luce una aureola o nimbo crucífero y está connotado como un joven sin barba, dos rasgos que lo acercan más a la interpretación del Hijo que no a la del Padre. El Hijo es la palabra del Dios Padre, su Verbo, su Divina Sabiduría. Ese Verbo ("Y dijo Dios") por el que acabará haciendo la creación y ese Verbo que se acabará encarnando: "En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios." Por eso, en San Román de Toledo, Cristo está prometiéndole a Eva la regeneración del Árbol de la vida a pesar de que ella había pecado.
Para la teología neoplatónica, Cristo es la esperanza de la regeneración del género humano. En el principio, estaba la promesa de la Encarnación de Dios, tal y como lo recoge la liturgia hispano mozárabe: "Cuyo firme auriga, el propio Espíritu de vida, por su propio poder puso el mundo a los pies de Cristo, dando testimonio de la Divinidad del Verbo Unigénito del Padre que se hizo hombre y habitó entre nosotros." (Oración después del Sanctus)
Es hora de volver a la idea del Paraíso arbóreo. El teólogo redactor de este conjunto pictórico conocía muy bien que una de las lecturas seleccionadas para esta Solemnidad de Pentecostés en la liturgia hispano mozárabe correspondía al capítulo XXII del Apocalipsis de San Juan, en concreto sus versículos 6-17.
Es el texto que habla del gran árbol del Paraíso para la teología neoplatónica cristiana, el Árbol de la vida. Pero, además, este texto apocalíptico interrelaciona el papel de los profetas y el tener derecho al árbol de la vida, pero también habla de la Parusía, del concepto de Iglesias (en plural) y del Espíritu y su esposa. Pero, es hora de recordar que justo debajo de la representación de los profetas Isaías y Jeremías, en la iconografía pictórica de San Román, se representaron claramente dos árboles.
No se debe olvidar que don Rodrigo Jiménez de Rada había estudiado en París y que allí ha alcanzado el título de Magister Theologiae. En París, pudo leer y oír lecciones teológica sobre el Paraíso representado por sólo dos árboles como la siguiente de Juan Escoto Eriúgena: "En el mismo Paraíso, el citado Teólogo, el gran Gregorio expone que hay dos árboles, de los que uno "como él dice- tiene el nombre de "Todo" y el nombre del otro es "Mezclado"... Por tanto, ninguno de los que siguen la doctrina del citado Teólogo piense que en el Edén hay muchos árboles de diversas formas y frutos diversos como si fuera una selva copiosa, plantada de multitud de árboles, sino que sólo había dos: Todo y, el otro, Mezclado."... El "Todo" árbol es el Verbo y la Sabiduría del Padre, nuestro Señor Jesucristo, que es todo árbol fructífero, plantado en medio del Edén de la naturaleza de dos modos. .. Su fruto es la vida eterna... Su aspecto es bello. Él es lo Bello y la Belleza de todo lo bello, es causa y plenitud de la belleza..." En su texto, Eriúgena se está refiriendo a San Gregorio de Nisa y a su obra De imagnine. No todo acaba ahí, en la iconografía pictórica de San Román acabó siendo representado un San Gregorio como obispo y confesor.
Cualquier santoral el 10 de enero recoge: "San Gregorio de Nisa, - Nisa, Turquía Confesor, Obispo. En la ciudad de Nisa, en la región de Capadocia (hoy Turquía), san Gregorio, obispo, hermano de san Basilio el Grande, admirable por su vida y doctrina, que, por haber confesado la recta fe, fue expulsado de su sede por el emperador arriano Valente (antes del 400)." Es decir, otro santo obispo y confesor que luchó contra los arrianos, esos que negaban la Trinidad y el papel del Espíritu Santo. Un santo que estaría en la misma nómina de luchadores contra el arrianismo que los San Ambrosio, San Leandro, San Nicolás o San Martín. Todos ellos también arzobispos u obispos representados iconográficamente con sus nombres en el templo de San Román de Toledo y que comparten con San Gregorio de Nisa el ser activos luchadores cristianos contra el arrianismo.
Poco a poco se va cuadrando todo el tema a través de la teología que se desprende de la rica liturgia hispano mozárabe para la Solemnidad de Pentecostés. Faltaría reflexionar sobre la inscripción Stella Maris.
En la inscripción latina junto a inscripciones en caracteres cúficos o árabes, se produce la presencia iconográfica no de un AVE sino de dos AVES, que pueden ser interpretadas en todo este contexto como el símbolo del Espíritu Santo. ¿Por qué dos AVES o palomas? La respuesta, una vez más, en la liturgia hispano mozárabe para el Domingo de Pentecostés: "Alzamos nuestra voz, Señor, ensalzando tus maravillas y por eso nos sentimos llenos con aquella infusión del Espíritu Santo, que en otro tiempo, por dos veces, concediste a tus discípulos. Una cuando, antes de tu Ascensión, clavó en sus corazones el amor al prójimo, otra cuando después, enviado desde el cielo, imprimió profundamente en ellos tu caridad." (Fragmento de Ad Pacem u Oración de la Paz).
Según la liturgia hispano mozárabe, el Señor concedió dos veces el Espíritu Santo a sus discípulos. Además, si fijamos la vista en la Paloma de la derecha, hasta se pueden contar siete puntos blancos a su alrededor, tal vez una referencia a los siete dones del Espíritu Santo como se recoge en la Illato o Acción de Gracias de ese mismo Domingo de Pentecostés: "Bien sabemos, por tu largueza derramada desde innumerables dones y frutos del Espíritu Santo, lo más sublime concedido a la Iglesia naciente fue que las bocas de los hombres proclamasen el pregón de tu Evangelio en las lenguas de todas las naciones. La graciosa revelación de tu Santo Espíritu, que vino a nosotros pasadas las siete semanas desde la gloriosa resurrección de tu Hijo muestra que, aunque sea septiforme, consiste en la suma de todas las virtudes, concordantes en un solo acto." Hasta los detalles plásticos menores remiten directamente a una lección teológica basada en la rica liturgia hispano mozárabe de la Solemnidad de Pentecostés.
SOBRE ÁNGELES Y OBISPOS, A MODO DE CONCLUSIÓN.
Intentaremos concluir este viaje en el tiempo, si se permite utilizar esta expresión, con las dos tablas pictóricas que aparentemente están más alejadas del tema que se está tratando, la rica teología de la Solemnidad de Pentecostés en la liturgia hispano mozárabe.
El tema parece evidente. El sepulcro vacío de Cristo y una serie de ángeles a su alrededor entre los que destaca uno sentado sobre la piedra. No se debe olvidar que el ciclo litúrgico de la Pascua se concluye precisamente con la Solemnidad del domingo de Pentecostés. Por lo tanto, de nuevo los detalles plásticos están situados en la teología del Espíritu Santo. Esta tabla pictórica se aleja del imaginario común al que estamos acostumbrados para el día del Domingo de Resurrección.
Aquí, en San Román de Toledo, no se representó a un ángel sentado esperando la llegada de las tres Marías o la de María Magdalena. Teológicamente, no toca. Si se está defendiendo que todo este conjunto iconográfico se explica por la liturgia hispano mozárabe dedicada al domingo de Pentecostés, es evidente que se deben cumplir estos dos principios:
1. No se podía ejecutar una plástica pictórica que llevase las mentes de los que la observarían hacia el día del domingo de Resurrección con la presencia de las tres Marías o con la presencia de María Magdalena.
2. Debía ser un conjunto visual que los oyentes lo identificasen como perteneciente a la liturgia del domingo de Pentecostés.
¿Qué podía escuchar un cristiano mozárabe el día de Pentecostés? Los siguientes fragmentos del Cantus ad Accedentes o Canto de Comunión: "Alegraos, pueblos, saltad de gozo. Un ángel del Señor se sentó encima de la piedra y trajo la buena nueva. Ha resucitado de entre los muertos Cristo el Salvador del mundo y su olor ha inundado la tierra. Alegraos, pueblos, saltad de gozo". Vosotros no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado, No está aquí. Ha resucitado, como había dicho."
Aquí sí que se habla de la presencia de un ángel sentado sobre la piedra y se intuye la presencia de otros ángeles, además de remitir este episodio a la resurrección de Cristo dentro del desarrollo de la liturgia hispano mozárabe para la Solemnidad del domingo de Pentecostés. No dice "vosotras", sino "vosotros no temáis". La resurrección de Cristo abrió la posibilidad de la resurrección general de los hombres.
La última tabla pictórica que queda por analizar remite a la idea de la jerarquía y a la importancia que en toda esta rica iconografía pudo tener el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada. De nuevo, se puede incluir esta pieza iconográfica en un contexto teológico deducido a partir de la rica liturgia hispano mozárabe de Pentecostés. El domingo de Pentecostés, un cristiano mozárabe de Toledo podía escuchar estas palabras que le hablaban de su futura resurrección en relación con el Espíritu Santo en la llamada Ad Pacem u Oración de la Paz: "Por lo cual te rogamos, Dios clementísimo que lo que reconocemos figurado en estos misterios, se cumpla en nuestros corazones. De forma que con espíritu fervoroso, espiritualmente enriquecidos, nos unamos a los prójimos en la paz, saboreando al mismo tiempo tu dulzura. Para que, firmemente radicados en aquel amor que por el Espíritu Santo se ha difundido en nuestros corazones, mereciendo la consolación del Paráclito, merezcamos también ser coronados al llegar tu juicio."
¿Quién está coronado en esta tabla pictórica, sino el obispo? O el siguiente fragmento en la Illatio o Acción de gracias: "Es digno y justo, Dios omnipotente, según la pobreza de nuestras posibilidades, proclamar los beneficios de tus dones y celebrar siempre en esta conmemoración anual el don de la salvación eterna que hoy se nos da. ¿Quién se atreverá a callar con ocasión de la venida del Espíritu Santo, cuando a través de tus Apóstoles las lenguas todas de la gentilidad están hablando?" Es decir, la liturgia hispano mozárabe, al celebrar cada año la liturgia de Pentecostés, proclama que "es digno y justo celebrar siempre en esta conmemoración anual el don de la salvación eterna que hoy se nos da". Sólo hay que mirar esta última tabla pictórica.
No se necesitan muchas más palabras para explicarlo. Se han analizado todas las tablas pictóricas de San Román de Toledo a partir de la teología que desarrolla la rica liturgia hispano mozárabe para la Solemnidad del domingo de Pentecostés. Todo el programa pictórico se explica como una lección teológica realizada a partir del papel del Espíritu Santo en la historia de la Iglesia. Don Rodrigo Jiménez de Rada, el gran arzobispo de Toledo, tomó partido por la iglesia de Roma defendiendo el rito propio de su arzobispado como símbolo de exclusividad y, tal vez, quién sabe, como una justificación más de la primacía que defendía para su arzobispado dentro de las iglesias de Hispania.
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