En la forma extraordinaria hay dos clases de misas, atendiendo a la participación y solemnidad con que ésta se celebra:
1.la misa rezada (también llamada misa leída o misa baja)
2.la misa cantada (in cantu).
En la misa rezada los fieles, si los hay, participan interiormente y con los adecuados gestos externos de reverencia hacia el sacrificio que se renueva sobre el altar. Se unen especialmente mediante la oración que el sacerdote eleva en nombre de toda la Iglesia y, en la medida de lo posible, se unen también con oraciones o cantos. “El sacerdote que celebra, sobre todo cuando la iglesia es grande y numerosa la asistencia, debe decir en voz alta lo que, según las rúbricas, debe pronunciarse clara voce, de suerte que todos los fieles puedan seguir la acción sagrada cómoda y oportunamente” (Instrucción De musica sacra, 1958, § 34).
Cuando los fieles pueden responder adecuadamente a las oraciones del sacerdote nos encontramos con una modalidad de misa rezada que se llama misa dialogada, actualmente la más extendida y la más deseable.
Como mínimo, la misa dialogada implica que los fieles contesten ordenadamente en latín las respuestas más fáciles (Amen, Et cum spiritu tuo, etcétera) o aquellas que corresponden al que ayuda (oraciones al pie del altar, Confiteor, Domine non sum dignus). También es deseable que reciten con el sacerdote ciertas partes del Ordinario de la misa (Kyrie alternado, Gloria, Credo, Sanctus, Pater noster,Agnus). Donde los fieles tengan mayor formación y los subsidios adecuados (por ejemplo, la ayuda de un misal), la misa dialogada puede llegar a su máxima expresión cuando todos rezan en voz alta con el sacerdote las antífonas que no son exclusivas de él (Introito, Gradual, Ofertorio y Comunión) y que son propias de cada misa.
Los fieles, o un coro, pueden intervenir también con algún canto devocional que no pertenezca al propio del día ni del ordinario de la misa. Es lo que se llama un motete, que puede ser cantado en latín o en lengua vernácula. Habrá que cuidar que los motetes, polifónicos o no, sean acordes al tiempo litúrgico y a la parte de la misa en que se interpreten.
Son adecuados, por ejemplo, acompañando la entrada (sin sustituir al Introito) o la salida del sacerdote, el ofertorio y la comunión. En principio, en las misas rezadas, incluida la dialogada, no se usa incienso.
La misa cantada o misa con canto (missa in cantu) es aquella en que el sacerdote canta, efectivamente, las partes de la misa que las rúbricas prevén que ha de cantar (Dominus vobiscum, Oremus, colecta, evangelio, prefacio, Pater noster, postcomunión). Cuando los que ayudan en la misa cantada no son ministros sagrados, sino simples monaguillos, nos hallamos ante la misa cantadaen sentido estricto (missa cantata). Si la misa cantada está servida por ministros sagrados (diácono y subdiácono revestidos y que actúan como tales) se denomina misa solemne. Cuando la misa solemne está celebrada por un obispo, se denomina misa pontifical.
En general, en esta clase de misas el pueblo debería responder cantando los diálogos con el sacerdote. También puede cantar con el coro, o bien alternar con él, las partes previstas del ordinario de la misa (Kyries, Gloria, Credo, Sanctus,Sed libera nos…, Agnus Dei). El propio de la misa debe cantarse también, aunque sea interpretado por una sola o por pocas voces, con un semitonado o salmodiado sencillo.
Respetando estos cantos litúrgicos, que siempre son en latín, se pueden interpretar también otros motetes adecuados, por ejemplo, en la entrada, el ofertorio, la comunión o la salida. Nótese que el Pater noster, en las misas dialogadas, está previsto recitarlo con el sacerdote; pero en las misas cantadas, lo canta sólo el sacerdote y los demás se incorporan al final, diciendo Sed líbera nos a malo. En las misas cantadas está previsto que el canto recubra algunas de las oraciones del sacerdote que son más devocionales o que, precisamente por ser más sagradas, recita en silencio.
En las simples misas cantadas siempre se puede utilizar incienso, sin que sea preciso ninguna otra razón especial. En las demás misas con canto (misa solemne y pontifical), el incienso es preceptivo.
Después de la misa cantada (in cantu) nunca se recitan las oraciones finales prescritas por el Papa León XIII para las misas rezadas (preces leoninas). En las misas rezadas se pueden omitir estas oraciones cuando en la misa ha habido homilía, y también en las misas dialogadas que se celebran en domingo o en otro día festivo.
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