sábado, 9 de marzo de 2013

SENTENCIAS INJUSTAS; POR IRENE VILLA.

La Razón



Quería hoy dar aliento a todos los que se sienten dañados por una sentencia que les quitó la razón aun teniéndola. Admiro la labor de los jueces de nuestro país, la de unos más que la de otros, pero no comprendo que alguien pueda decidir si, tras un accidente con una consecuente grave discapacidad, por ejemplo, mereces o no una indemnización, o que gane el más poderoso en lugar de quien tenga la razón, o que sentencias para cuestiones de custodia dicten que los que salgan perdiendo sean los hijos... En procesos familiares hay casos sangrantes en los que los verdaderamente inocentes, los hijos, sufren lo que podemos denominar «maltrato institucional». La Justicia debe estar precisamente para dar tranquilidad, ecuanimidad, soluciones... no para hacernos vulnerables e indefensos ante un órgano tan reclamado y vital en cualquier sociedad. Necesitamos tener al menos la ilusión de vivir en un mundo justo y precisamente para ello, somos muchos los que luchamos desde cualquier ámbito, pero la solidaridad de los que «no les toca» es también clave. Ante abusos o errores judiciales hay que pronunciarse, sobre todo cuando la sentencia injusta llega tras un largo proceso, para evitar que el calvario de tantos años de papeleos, idas y venidas, esfuerzo, recursos, tiempo y ganas, haya sido en vano. Sólo queda mandar fuerzas a todos los que no han tenido el respaldo y la comprensión que merecían. Porque las personas están por encima de las empresas y entes públicos, no vendría mal humanizarlas por seguridad y comprensión; al fin y al cabo, están para servirnos.

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