jueves, 21 de noviembre de 2013

UN LLAMADO A CANADÁ PARA LA CONVERSIÓN PASTORAL.

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La Peregrinación y Encuentro Continental «Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el Continente Americano» llegó a su fin este martes 19 de noviembre.
 
En la última jornada, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá, monseñor Paul-André Durocher, dio un alentador panorama también lleno de retos, para la Nueva Evangelización.
 
El purpurado expresó que los obispos de Canadá consideraron inicialmente que la Misión Continental, por su origen, sólo concernía a las naciones latinoamericanas y del Caribe, pero sus temas han hallado eco en las diócesis de Canadá, particularmente en el llamado a la conversión pastoral.
 
Enumeró cuatro diferentes realidades, y sus soluciones que cada una requiere para llevar a cabo la conversión pastoral en Canadá: la población nativa, que vive principalmente en los territorios árticos del norte de Canadá, y que han tenido que emigrar a las ciudades dejando atrás sus tierras y sus tradiciones, por lo que sufren de elevados niveles de pobreza; aquí refirió que la conversión pastoral implica la reconciliación.
 
La segunda realidad es el campo, población que representa 20% del total que abarca las vastas praderas y el oeste canadiense, lugares donde hay pequeñas granjas familiares, que están siendo reemplazadas por grandes industrias agrícolas de alta tecnología. Esto requiere crear nuevas estructuras para unir esfuerzos, por la misión que entraña llevar el Evangelio a otras partes con el riesgo de romper las incipientes comunidades. “La comunión será el centro de la conversión pastoral”, dijo monseñor Paul-André Durocher.
 
Serios esfuerzos por catequizar
 
La tercera realidad de Canadá, se refiere a la labor pastoral en los centros urbanos de mayor  concentración: Montreal, Toronto y Vancouver, que están creciendo por causa de la inmigración, ya que es un hecho que el 50% de la población de Toronto proviene de otros países. La ventaja es que muchos de los inmigrantes tienen arraigada la religión católica. Para llevar a cabo la conversión, se requiere el fomento de relaciones de cordialidad.
 
Una cuarta realidad de la nación canadiense es el caso particular de la región de Quebec, donde se vive una ola de secularismo que aún no termina, y donde la mayoría de la población no se considera cristiana, por lo que “el impacto a la Iglesia ha sido enorme”, señaló monseñor Durocher. Sin embargo, se ven signos de esperanza como el surgimiento de nuevos movimientos y formas de vida religiosa que están ayudando, especialmente a la juventud, a vivir un redescubrimiento de la Iglesia y una renovación.

“Nuestros santuarios son centros activos de trabajo y oración, mientras que los Obispos redactan constantemente documentos sobre la nueva realidad que estamos enfrentando”. Como conclusión dijo monseñor Paul-André Durocher: “no queremos dejar de mencionar las señales de esperanza aun frente a los retos que plantea la realidad canadiense. Hay serios esfuerzos por catequizar, por llevar la Buena Nueva ente los pobres y acompañarlos para lograr la justicia social en nuestra nación”.

(Con información de El Observador)

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