jueves, 21 de noviembre de 2013

LA ERA ARGENTINA; POR RAFAEL SÁNCHEZ SAUS.

Diario de Cádiz




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La era argentina

RAFAEL / SÁNCHEZ SAUS | ACTUALIZADO 21.11.2013 - 01:00
LA capacidad anticipatoria no es exactamente el don de profecía, pero se le parece mucho en sus efectos. La profecía debe ser inspirada y la anticipación iluminada. La primera por Dios, que hace del profeta, quiera éste o no, su instrumento. La segunda por la inteligencia y la experiencia, aunque tal vez lo más importante a la hora de arriesgarse en cualquier forma de predicción sobre el futuro es el bagaje de cultura, el fondo de armario que cada uno haya podido atesorar. 

Por uno de esos caprichos incomprensibles de las cosas, los intelectuales han resultado ser, por lo general, malos profetas y nulos a la hora de interpretar los signos de los tiempos y avanzar en su desentrañamiento. Economistas e historiadores, los más compelidos y presionados para hacer de arúspices, son los más notoriamente fracasados, aunque ello no disminuya sus ínfulas y pretensiones cada vez que se les arrima un micrófono. Si el problema está en la levedad del bagaje acarreado, en la falta de experiencia vital o en la decadencia neuronal, eso ya es problema de cada uno, aunque yo me inclino más por causas de orden moral, que al final son las que determinan los comportamientos y, por tanto, los aciertos y errores en todos los órdenes de la vida. Decía Nicolás Gómez Dávila que "la verdad está en la historia, pero la historia no es la verdad". La mentira, la auténtica dueña del mundo, tiene ahí uno de sus innumerables nidos. 

El imperio de la mentira está hoy asegurado como nunca antes por la acuñación e imposición de lo políticamente correcto. La situación ha llegado a términos en que desafiar esa corrección garantiza de lleno dos cosas: la postergación y, como mínimo, una participación en la verdad humillada. "Yo anuncio la era argentina de socialismo y cocaína" dijo anticipatoriamente don Ramón del Valle-Inclán refiriéndose al entonces entrante siglo XX, y Aquilino Duque, un intelectual exento de aduanas y vasallajes correctos e inconfesables, ha querido usar esa misma expresión, La era argentina, para titular un conjunto de ensayos escritos en los años en los que, tras la caída del muro de Berlín, llegó a parecer cercano el fin de la historia. Como le sobran inteligencia, experiencia y bagaje, el resultado es un libro profético: sobre la trama de lo pasado vemos los hilos de un presente en el que cabalgan los "modernos jinetes del Apocalipsis".

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