sábado, 23 de noviembre de 2013

JOSÉ MARÍA GIL TAMAYO: "SOY UN CURA PERIODISTA".




Como no podía ser de otro modo, la primera entrevista de José María Gil fue en COPE, de cuyo Consejo de Administración forma parte. Le entrevistó, para El Espejo, José Luis Restán. Fue una conversación entre dos amigos, de la que ofrecemos una transcripción literal:
Noticia digital (22-XI-2013)

Estamos con ustedes en un programa muy especial porque hoy nos acompaña don José María Gil Tamayo, el nuevo secretario general de la CEE, en la primera jornada que pasa aquí en Madrid, incorporándose a los trabajos de la Asamblea Plenaria que aún se desarrolla. José María, muy buenas tardes.
Buenas tardes, José Luis. Gracias por esa introducción y por esa música que me gusta mucho.
Ya lo sabíamos.
Y sobre todo porque no sé si ahora son las once de la noche, que es cuando yo trabajo contigo una vez al mes en La linterna de la Iglesia.
Casi me voy a disculpar yo con los oyentes y con don José María Gil, porque casi me parece que lo natural es tutearle.
Eres mi jefe, ahora ya habrá que arreglar todo eso.
Esto hay que arreglarlo y hay que invertirlo un poco... Lo primero, aunque muchos oyentes de COPE conocen a don José María Gil y le escuchan, es conocer al hombre y al cristiano, antes que al secretario, porque por eso es secretario. Y yo te pediría que si tú te tuvieras que presentar con esos titulares rápidos que son tan típicos en los medios, y especialmente en la radio, ¿cómo lo harías?
Pues que soy un cura periodista.
Rápido y directo. Y la verdad es que el Secretario siempre está un poco a la intemperie, porque lleva aparejada habitualmente esa tarea de portavoz, pero por otro lado tiene ese trabajo silencioso, que casi nadie ve, de coordinación, de despacho, de estímulo. Cuéntanos un poco en qué consiste este oficio que te acaban de encomendar los obispos.
Yo estoy estrenándolo. Me faltaba en el tuit de ayer haber puesto «Dios ayudará y también la buena gente». En la CEE todos mis colaboradores han sido hasta hace dos años mis compañeros me van a echar una mano. Ésta no es una tarea en singular y no sirve a una institución en singular. Sirve a los obispos, a la comunión y a la acción pastoral encomendada a los obispos y sobre todo con un principio, que es el de la comunión, el de la caridad, el de la subsidariedad. Y es un trabajo que tiene detrás mucha gente. Aunque yo de la cara o aporte la voz, detrás hay mucha gente en silencio y quizás eso sea lo más valioso.
Siguiendo con el conocimiento de la persona, ese cura periodista del que nos habla ahora tiene también su historia, tiene su geografía, tiene su lugar de nacimiento, su comunidad cristiana. Ahora has dejado una parroquia en la que habías empezado a ser párroco en Badajoz. Háblanos de qué aporta a tu vida y qué va a aportar por tanto también a esta nueva tarea toda esa historia de fe y de compañía humana.
Yo he querido ser cura desde joven, he sido cura, he sido cura de pueblo. Al primer pueblo al que llegué estaban poniendo el agua corriente, hice la mili. Fui de los primeros curas que en virtud de los nuevos acuerdos Iglesia-Estado teníamos que ir a la mili. No he sido cura de privilegios, he sido un cura en el contexto socio-político de la Transición española, llevo 33 años de cura. He sido cura en una zona pobre pero llena de ricos valores que es Extremadura. Mi historia personal también tiene ese enlace con mi tierra. Yo soy hijo de un emigrante en Alemania, como era mucha gente en mi tierra. He conocido el dolor, el sufrimiento y todo esto. Y al mismo tiempo las profundas raíces cristianas. En mi familia somos tres hermanos y dos somos sacerdotes. Con lo cual, es una fe transmitida en la familia, sin discursos, pero sí con el ejemplo de los padres, como ocurre en la mayoría de las familias cristianas.
Y después, soy un cura que se fue a un pueblo a trabajar, lo mandó su obispo y me metí en la radio. Me metí en las emisoras locales y municipales con un grupo de alumnos a hacer un trabajo pastoral en la radio para la gente que no podía venir a misa porque estaba en cortijos, para que les llegara algo de la vida de la Iglesia o de la palabra de Dios. Y pasó mi obispo, don Antonio Montero, que es periodista también y le hice una entrevista y al mes y pico me llamó para que hiciera periodismo.
Una entrevista que cambió tu vida por lo que veo.
Sí, cambió mi vida. Y son mis dos pasiones, es la doble vida. Yo digo que me acuesto como un periodista, tarde y dejando las cosas para el final, y me levanto como un cura, temprano, por eso a veces es muy difícil de conciliar. Pero me ha enseñado, sobre todo, a conocer a la gente. El periodismo es una pasión porque es dar cauce a algo tan elemental y humano como es la curiosidad y responder a la demanda de verdad e información para situarse en la vida pública, en la vida social de la gente, y eso hacerlo desde la visión cristiana, y sobre todo uniéndolo a un aspecto inseparable en quien es un cura periodista que es la evangelización.
Además de ese terruño extremeño que amas apasionadamente y que no hace falta insistir en ello porque se ve, como tantos extremeños, has hecho también las Américas. Yo sé que José María Gil ha viajado mucho, ha dado conferencias, ha dado ejercicios espirituales, has estado en Roma y has sido un testigo privilegiado, y aquí en El Espejo nos lo ibas contando cada día, de esa transición desde Benedicto XVI al Papa Francisco. Yo te quería pedir brevemente, porque es el tiempo que tenemos, una mirada sobre la Iglesia en este momento histórico, en general y luego con una declinación a España.
Tú has mezclado América Latina y Roma. Yo creo que por primera vez en la Historia tenemos un movimiento de vuelta, y es el aporte de la manera de ser de América Latina y de vivir la fe concretado en el Papa Francisco. Aquél es el continente de la esperanza, entre otras cosas, porque su población en su inmensa mayoría son jóvenes y miran al futuro, pero sobre todo, tienen un dinamismo y unas ganas de vivir que yo creo que nos hace falta a la sociedad occidental envejecida. Y eso es lo que lleva el Papa Francisco consigo, esa frescura, esa autenticidad, esa esperanza para la Iglesia. Y al mismo tiempo, porque en la Iglesia se da esa continuidad en esa comunión en la sucesión apostólica y en concreto ahora en el sucesor del Apóstol Pedro, en el obispo de Roma, hemos pasado de un Papa con unas cualidades inmensas que la Historia agigantará con la distancia, que es el Papa Benedicto XVI, a también un gigante ya que vemos que no es que es como nosotros, sino que es uno de nosotros, el Papa Francisco, con esa frescura del Evangelio.
Yo creo que esto llega a España, la gente lo está percibiendo. La gente con la que hablas en las parroquias, primero al Papa Benedicto XVI le miran con una gran simpatía que se ha acrecentado después con su renuncia por ese gesto. Y al Papa Francisco, cada gesto es más expresivo que una encíclica o con largo discurso.
Esas periferias existenciales de las que tanto habla el Papa y a las que nos invita a ir sin miedo con la única riqueza de la fe, a pecho descubierto, esas llagas de Cristo que dice que tenemos que tocar en tantos hermanos nuestros, no es difícil verlas en cualquiera de nuestras ciudades españolas o de nuestros campos de España. Has hablado hoy en la comparecencia con todos los compañeros de la prensa de anunciar la Verdad del Evangelio con simpatía, con cordialidad, también sin recortes. ¿Quizá esa dualidad en un contexto que quizá culturalmente, en una España como la nuestra, es duro, es lo más difícil que le espera a un secretario general de la CEE?
No sé si difícil, al menos hay que intentarlo. Hay que intentar hacer atractiva la verdad, hacer atractivo el Evangelio, hacer atractiva la virtud. ¿Por qué? porque hay gente empeñada en que la opción por Dios, la opción por el bien o la opción por la verdad sea una opción dura. Y no, sino que es la condición de la verdadera belleza en definitiva. Y esto es lo que hay que trasladar. Yo creo que hay que redescubrir, también con una autoestima más creciente por parte de los católicos, el inmenso bien que hace la Iglesia con tantas y tantas Teresas de Calcuta extendidas por toda nuestra tierra con nuestros misioneros, y tantas madres y familias, abuelas, tantos hombres y mujeres que expresan el rostro, la cercanía de quien sufre en esta España nuestra.
José María Gil Tamayo, Secretario general de la CEE, te agradecemos enormemente que hayas querido hacer un hueco en un día que, y no es una frase hecha, sabemos lo difícil, lo complicado, lo atestado, lo apretado que es. Te deseamos desde aquí lo mejor. Un fuerte abrazo con la oración por el trabajo que tienes que realizar para el bien de toda la Iglesia en España.
Gracias a vosotros y por vuestro trabajo.

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