jueves, 21 de noviembre de 2013

EN EL HOMBRE DE HOY HAY QUE VER A CRISTO QUE DICE: ¡TENGO SED!

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Jaime Septién

Al concluir la Peregrinación-Encuentro Continental Americano en la Basílica de Guadalupe, el Cardenal Marc Ouellet, prefecto para la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, además de delegado papal para presidir este encuentro, señaló que la experiencia de fe vivida estos días en la Basílica de Guadalupe, “corazón espiritual de América”, podría resumirse en tres palabras: grito, gracia y gratitud.

Tengo sed

Grito, ya que el peregrino trae consigo el clamor personal, familiar y social de los enfermos, de los pobres, de los marginados, de los migrantes, de los drogadictos, de las víctimas de la violencia y de los jóvenes que no reciben de su familia la transmisión de la fe. “En ellos –dijo el Cardenal Ouellet– podemos escuchar a Jesús que nos dice: tengo sed”.

Discípulos, misioneros

Gracia, porque en el Tepeyac María nos lleva a Jesús; le presenta nuestra necesidad y nos invita a trabajar cómo discípulos y misioneros en la construcción de su casa, la Iglesia, lo que exige conversión personal y pastoral para brindar a todos amor, unidad, refugió y ternura.

Dejar ver a Dios

Gratitud, que conduce al compromiso de ser discípulos-misioneros en perspectiva continental, procurando la santidad personal, familiar, parroquial y diocesana, a fin de dejar ver a Dios e ir a las periferias para comunicar organizadamente la luz de la fe, sabiendo adaptarnos al cambio de época, aprovechando los recursos de la tecnología y creando redes con universidades, parroquias y movimientos.

Llevar a Guadalupe y rescatar a los jóvenes

Finamente, el cardenal Ouellet pidió llevar el mensaje de Guadalupe a los santuarios de América y crear una red entre ellos, fortaleciendo así la pastoral de santuarios en todo el Continente, lugares privilegiados de fe popular y de nueva evangelización.

Con respecto a los jóvenes, el purpurado canadiense advirtió que han perdido la fe en buena medida por la pérdida de credibilidad de algunos sacerdotes de la Iglesia católica.  Subrayó que la recuperación de los jóvenes a la vida de la fe significaría un avance muy grande en el combate a la violencia que asola a América Latina desde hace dos décadas, por lo menos.

“Nos vamos (a cada uno de los países) con la conciencia de que los jóvenes tienen que ser misioneros y apóstoles para la juventud; ellos son los mejores para anunciar el Evangelio”, dijo el cardenal Ouellet en rueda de prensa.


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