miércoles, 20 de noviembre de 2013

* DESDE VILLALUENGA: A ANA GONZÁLEZ MOSCOSO.

Es Ana una mujer de extraordinaria capacidad de entrega a los demás a los que sirve y ayuda para que sean un poco más felices. Su vida ha sido donarse siempre, entregarse a todos y cada uno de las personas que la podían necesitar. Ha escrito a fuego en su vida la siguiente frase: “Haz bien y  no mires a quien”. 

Ana es de esas personas que se ha desgastado a fuerza de trabajar para sacar su casa, sus hijos, su familia siempre adelante. No ha habido nunca nada ni nadie que haya podido parar ese corazón rebosante de amor y piedad por todos sus semejantes. 

Mujer de extraordinaria educación, de elegante trato, de saber estar siempre y en todo lugar, muy religiosa, su fe y su amor a Dios se manifiesta de la forma que más le agrada a El, por medio de los demás. Fiel a la Eucaristía y a la Madre Dios bajo las advocaciones del Rosario y de los Dolores. 

Viuda, madre de tres hijos, Salvador, José María y Alfonso,  así como abuela de unos nietecitos preciosos y encantadores. Lleva su casa su hogar y a sus seres queridos con ejemplo de vida y como una auténtica madre del buen consejo y del consuelo. ¿Qué sería de nosotros, los que todavía tenemos la dicha de tener a nuestras madres, sin sus consejos y sin su consuelo?

Rebosante de una energía extraordinaria lo mismo la ves caminando por la Glorieta que por cualquier calle de nuestro querido Pueblo a la fresca del amanecer y el atardecer en verano o en medio del recio frío en invierno. 

Todos los vecinos del pueblo me hablan maravillas de Ana y tener ese grado de admiración y verdadero afecto no es fácil de conseguir, más bien es bastante complicado, porque aunar el compedio de sentimientos, actitudes, hechos, palabras, gestos que es, en definitiva, una persona en una frase que asevera el sentimiento más generalizado está solo a la altura de los verdaderamente escogidos por Dios. 

Es un ejemplo para sus hijos, sus nietos, su familia, sus convecinos así como todos los que, en un momento determinado, han compartido algo de sus vidas con ella. 

Mi estimada y admirada Ana: 

La vida no ha sido fácil, ¿verdad? ¿Quién dijo lo contrario?, pero tú has sabido sacarle todo lo positivo que la misma tiene para que haciendo felices a los demás serlo tú también. Esa entrega que tienes día y noche para todo aquel que te necesite es un ejemplo para estas generaciones nuevas que tanto tienen que aprender de los valores y virtudes de las personas que como tú que han vivido una estapa en la historia donde lo difícil era difícil y  lo fácil no se conocía. Piensa que la grandeza personal que atesoras es por todo lo que has vivido, experimentado, sufrido y compartido. Somos lo que somos por toda la experiencia que hemos acumulado en nuestro día a día. 

¡Sigue así! Eres un ejemplo para todos los que te conocemos, te admiramos y te apreciamos en esa justa e ilimitada medida.  Sigue así porque eres muy necesaria, porque son muchos los que necesitan a diario de tu compañía, tu consuelo, tu alegría, tu conversación y tu consuelo. 

Sí, sigue a sí porque eres un ejemplo vivo de lo que es saber ser madre en todos los momentos y circunstancias, porque tus hijos te necesitan y tu nietos te adoran, porque no es que seas necesaria es que para tus hijos, nietos, familias y muchos más eres totalmente imprescindible. 

Y, si Dios así lo quiere, nos seguiremos encontrando en cualquier parte de este bonito Pueblo, cobijado y mecido entre montañas, que es Villaluenga del Rosario donde conversaremos sobre lo divino y lo humano.

Con mi cariño y profunda admiración. 

Jesús Rodríguez Arias

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