La última vez que le vi al Cardenal Jorge Mario Bergoglio fue el 19 de marzo de 2010. Yo ya estaba viviendo en España y había terminado el Máster en Mística y Ciencias Humanas. Fui a Argentina en el mes de marzo de 2010 y estando en Buenos Aires el 19 de marzo, fui a celebrar la Santa Misa en la Parroquia del “Patrocinio de San José”. Llegué para concelebrar en la Misa principal de la Fiesta de San José y allí en la sacristía entre muchos sacerdotes que estábamos hablando y saludándonos había uno –que ya estaba revestido- y que ante un Cristo Crucificado como sí solos estuvieran, estaba en el más profundo recogimiento: era el Cardenal Bergoglio.
Presidió la Santa Misa en la que con mucha devoción todos los sacerdotes presentes le acompañamos. Su homilía fue contundente, y todos los que estuvimos presentes tuvimos una experiencia de San José tan fuerte y tan vivencial, que salimos de esa misa sintiendo la presencia paternal y eficaz del Glorioso Patriarca. Luego de la Misa me acerqué a saludarlo, y le comenté de mis estudios de post-grado en España, especialmente en el estudio de Santa Teresa de Jesús, y me dijo entonces: “Hacéle caso a la Santa Inquieta y Andariega, y pídele a San José que sea tu Padre en todo momento y circunstancia de la vida”. Y luego de un respetuoso abrazo, una vez más escuché de él: “Reza por mí”.
Tres años después, ayer, 19 de junio, le vi por primera vez como Papa. Y San José estuvo muy presente, como siempre en la vida del Papa Francisco, y en la mía también. Ayer – a los 100 días del inicio de su Pontificado- se hizo público un Decreto, fechado el 1 de mayo de 2013, memoria de San José Obrero, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el que se decreta que el «nombre de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María, se añada de ahora en adelante en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV de la tercera edición típica del Misal Romano, colocándose después del nombre de la Bienaventurada Virgen María».
San José - cabeza de la Familia del Señor – su cuidado paterno a Jesús y a la Madre de Dios; hombre Justo, Patrono celestial de toda la Iglesia... son algunas de las virtudes que destaca este Decreto, haciendo hincapié en la devoción que en todo el mundo se le dedica, confirmada por el Santo Padre Francisco, «considerando la plenitud de la comunión de los santos que, habiendo peregrinado un tiempo a nuestro lado, en el mundo, nos conducen a Cristo y nos unen a Él».
La mañana en Roma se presentaba augurando una jornada de gran calor: al mediodía rondaba los 40º. La Plaza de San Pedro estaba llena de gente a más no poder y a las 9:45 en su jeep blanco el Santo Padre Francisco comenzó su recorrido de 45 minutos donde se prodigó en amor y ternura para con todos, especialmente para con los predilectos del Señor: los niños y los enfermos.
Ya en la Catequesis el Obispo de Roma se refirió al misterio de la Iglesia convocada por Jesús entre todos los pueblos, comunicándole su Espíritu y constituyéndola místicamente en su cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia, que tiene a Jesucristo como cabeza que lo guía, lo alimenta y lo ayuda.
El Papa recordó que “como el cuerpo no puede sobrevivir separado de la cabeza, tampoco la Iglesia separada de Cristo. Debe permanecer unida a Él, permitiéndole que actúe en ella, que su palabra la guíe, que su presencia eucarística la nutra y anime, que su amor la fortalezca para ir en ayuda del necesitado”.
Luego de la bendición final comenzó a saludar a todos los que por algún especial motivo habíamos podido acceder a su cercanía y tener un breve encuentro con él. La ternura de Dios y del Papa Francisco se desbordaron a raudales para conmigo. Desde una ubicación de preferencia: 1º fila, 1º butaca. Y cuando llegó hacia donde yo estaba pude vivenciar un momento que no olvidaré jamás. Besé su mano, nos saludos con mucho cariño, le entregué el libro que he escrito sobre él. Compartimos recuerdos, bromas, y más de una reflexión serena y profunda.
La foto que acompaña este artículo es prueba de esos sentimientos compartidos. Experimentar la ternura de Dios a través del Santo Padre, de este “Pastor con olor a oveja” que Dios le ha regalado a su Iglesia y a la humanidad. Abrazo final y la ilusión de poder vernos con detenimiento antes de mi regreso a España y de compartir una Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta. - See more at: http://www.obispadodecadizyceuta.org/noticia/mi-reencuentro-con-papa-francisco-roma-presencia-san-jose#sthash.3pltle76.dpuf
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