"La normalidad es todo ese tiempo del que no nos damos cuenta que pasa hasta que suceden hechos que lo trastocan y es cuando la echamos de menos".
Este pensamiento surgido mientras empezaba a escribir me va a servir como introducción a este post dedicado en cuerpo y alma a Villaluenga del Rosario.
Mañana se va a celebrar, si Dios lo quiere, la Romería que realiza el pueblo con la Virgen de la Pastora. Un acontecimiento que anualmente reúne a los vecinos a las faldas de María para pasar un día en unión y comunión entre todos. Si no hubieran acaecido los hechos que nos tienen sumergidos en la tristeza, en la espera y en la esperanza de la recuperación del padecimiento que está sufriendo mi suegra, tras el coágulo de sangre detectado en el cerebro que se le produjo el sábado pasado, nosotros hubiéramos estado allí.
Debo deciros que nos ilusionaba, y mucho, el poder disfrutar de un día campestre de hermandad entre todos los vecinos de mi pueblo que se reúnen en Romería en honor y gloria de la Virgen María, me apetecía pasar el día con todo mis queridos amigos y vecinos de un pueblo que considero mío hace ya muchos meses. Tenía pensado, antes de que Conchi sufriera el microinfarto cerebral, coger hasta el lunes de permiso para no tener ningún tipo de prisas, ni horarios que agobiaran tan buenos momentos, que presumía de únicos.
¡No ha podido ser! ¡No lo ha querido Dios y hay que aceptarlo con humildad, mansedumbre y alentado porque Él nunca se equivoca!
Quiero deciros mis queridos amigos, mis queridos payoyos, que aunque no esté voy a estar con vosotros en alma, pensamiento y espíritu. Que el domingo no será un día igual porque a pesar de los kilómetros que me impiden el estar ahí con vosotros os siento muy cerca al igual que siento la fresca calidez de Villaluenga del Rosario en mi corazón.
No os podéis ni imaginar lo que echo en falta perder la mirada observando el Caíllo que protege y cobija a nuestro pueblo, el olor a aire puro que rodea y penetra en nuestros desgastados pulmones llenos de las inmundicias de la ciudad, el calor de vosotros, la buena gente de mi querido pueblo, vuestra cercanía, cariño, hospitalidad. Echo de menos mis tardes en el Casino con Fernando, con Juande, Rubi, Alex, Berna, Pedro, Nito, Toni, Charo, Antonio, Óscar, Gabriel, Diego y tantos buenos amigos con los que hablar, en una buena tertulia junto a una copa, es el tiempo mejor aprovechado del mundo.
Cómo ser humano soy muy limitado y entonces no alcanzo a comprender lo que será muy fácil y para mí es tan difícil: ¿Cómo hay personas que siendo payoyos y teniendo sus trabajos y responsabilidades en el pueblo le gusten vivir en otro lugar? Si por mí fuera, y os lo digo de corazón y con la vehemencia que dan los sentimientos, mañana mismo establecería mi hogar en mi pueblo del alma, el único sitio que siento como tal y que todos los vecinos me han demostrado con hechos que este sentimiento es veraz.
Bueno, mañana día de la Romería de Nuestra Señora, os pido que os acordéis de nosotros y encomendéis una oración por mi suegra y por una amiga nuestra que se llama Mamen y que está pasando momentos muy delicados en su estado de salud. Dios os agradecerá vuestra inmensa generosidad y nosotros más si cabe.
Mis queridos payoyos, os queremos y echamos de menos. Recibid todos un fuerte abrazo de vuestro amigo que nunca se olvida de vosotros ni de nuestro querido pueblo de Villaluenga del Rosario.
Jesús Rodríguez Arias
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