Cuando alguien acuda a ti (aunque sea un desconocido) para hablar, para confiarte sus problemas, sus dificultades, todo aquello que te turba y le perturba, escúchalo con atención y mirándole a los ojos. Procura que toda persona encuentre siempre en ti un clima cálido, que se sienta acogida, casi amada, y desde luego no juzgada, prejuzgada o condenada. Que te encuentre siempre en disposición de ayudar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario