martes, 12 de marzo de 2013

MALTRATO Y ESTRATEGIAS; POR ALFONSO USSÍA.

La Razón



Algunas mujeres socialistas se han atrevido a criticar el contubernio de Ponferrada. Un antiguo alcalde del Partido Popular, condenado por acoso a una concejal, fue expulsado del PP, creó un partido local y sus votos han servido para que los socialistas alcancen la alcaldía de la capital del Bierzo, que ahí hay discusiones porque unos la establecen en Ponferrada y otros en Villafranca. Lo que nadie discute es que la operación ha puesto en ridículo a Rubalcaba, Valenciano y Óscar López, el estratega del asunto. El nuevo Alcalde de Ponferrada y todos sus concejales se han ido del PSOE y han dejado a Rubalcaba en una situación muy complicada, reflejada en su decreciente autoridad.
En vista de ello, la secretaria de Igualdad del PSOE, Purificación Causapié, ha anunciado que presentará ante la Ejecutiva de su partido una interesante propuesta «para que nunca una persona que ha sido condenada por cualquier tipo de violencia de género pueda formar parte de una lista electoral a cualquier nivel territorial». Matices, esquinas y aristas. Aplaudo sin reservas la propuesta de la señora Causapié, pero creo que ha olvidado un espacio fundamental y una realidad vergonzosa que han silenciado, tanto la señora Causapié como las mujeres socialistas y feministas colaterales durante demasiado tiempo. No se trata de que los condenados por violencia de género no puedan acceder a formar parte de una lista electoral. Está bien, pero no es suficiente. Se olvida la señora Causapié de casos muy cercanos y personajes – en mi opinión, tan prescindibles como intolerables–, que no se presentan en lista alguna, han sido condenados por violencia de género y ocupan la presidencia de una organización autonómica del PSOE. Me refiero al presidente del PSE e íntimo amigo de Arnaldo Otegui, Jesús Eguiguren, condenado por liarse a palos y mamporros con su mujer. En los años que lleva de presidente del PSE no se ha oído una sola voz procedente del feminismo socialista en defensa de la mujer de Eguiguren y en denuncia del referido pájaro, cuya interpretación de la violencia parece no coincidir con la del resto de la humanidad, y prueba de ello es su amistad con los batasunos, bildus, sortus y demás calaña. Y no sólo del feminismo socialista, sino de todo el cuerpo del socialismo, empezando por Pachi López y siguiendo por Rubalcaba, que han obviado la aborrecible acción del pasado de Eguiguren y su condena para así mantener mejores relaciones con los representantes institucionales del entorno etarra. Acosar sexualmente a una concejal es una vileza. Abofetear y maltratar físicamente a una mujer y ser condenado por ello es bastante más grave. Y el silencio calculado y partidista se hace cómplice de la gravedad.
La señora Causapié, además de presentar ante la Ejecutiva del PSOE tan necesaria propuesta, tiene la obligación de exigir a esa misma Ejecutiva la dimisión inmediata del presidente del PSE. Y a su exigencia harían bien en sumarse todas las mujeres que forman parte del más alto organismo decisorio del socialismo en España. Si el maltrato psicológico y constante, es decir el acoso, es un delito, el maltrato físico demostrado y probado lo es en mayor grado, o al menos tendría que serlo, que nunca se sabe con esta gente tan extravagante.
Y un recuerdo de sincero homenaje a la inteligente estrategia de Óscar López. Autoriza la moción de censura y el pacto con el acosador sexual, la moción triunfa, el PSOE conquista la alcaldía de Ponferrada y, veinticuatro horas más tarde, el PSOE se queda sin Ponferrada, sin Alcalde, sin concejales, sin decencia política, sin autoridad y sin argumentos. Lo que siempre se ha llamado un «halcón de la política». Bien, bien, bien.

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