sábado, 16 de noviembre de 2013

* DESDE VILLALUENGA: ... Y DESDE MADRID.

Todos tenemos "nuestro" Madrid. Los hay que cuando vienen, hablo en presente pues cuando escribo este post estoy en la Capital del España, se van al Estado Santiago Bernabeu, lo visitan y hasta presencian un partido, otros hacen la siempre interesante ruta de los Museos, otros lo hacen expresamente para asistir a un musical u obra de teatro de cierto renombre y así un largo etcétera porque, al fin y al cabo, todos tenemos "nuestro" Madrid.

Nosotros también lo tenemos. Somos enamorados de la tranquilidad, poco amantes de los agobios, de lo que suele interesar al resto de los mortales. Madrid lo disfrutamos desde la "intimidad", desde la tranquilidad, desde y con nuestra personalidad.

"Nuestro" Madrid es asistir a los actos, congresos, consultas médicas o demás, pero siempre le sacamos tiempo, incluso si no lo hay, para vivir ese Madrid tan nuestro y tan particular.

Lo mismo nos ven dando un paseo mañanero por la Casa de Campo, eternos y bucólicos jardines donde se entremezclan la agreste naturaleza con las hojas caídas de los árboles anunciándonos, por si no nos habíamos dado cuenta, que el otoño está entre nosotros.

O subiendo la cuesta de San Vicente, pasear por los alrededores del Palacio Real, Teatro Real, céntrica y populosa Calle del Arenal hasta desembocar en la Puerta del Sol, coger por virtuosas calles hasta llegar a la Plaza Mayor, donde cumpliendo un rito que realizo cada cierto tiempo compro un sombrero en Casa Yustas, famosa y antigua sombrerería de aquel viejo Madrid, o pasear por la calle Preciados donde siempre adquirimos unos cuantos libros que hacen las delicias de nuestra ya amplia biblioteca. Un paseo tranquilo por la Carrera de los Jerónimos hasta llegar al Paseo del Prado el cual recorremos con la parsimonia que merece tan histórico e importante lugar. Ya de vuelta, nos paramos para almorzar algo en cualquier bar de este Madrid eterno para emprender el camino de vuelta hasta el Paseo de la Florida donde tenemos instalados nuestro cuartel general en nuestro hotel de cabecera en esta imponente Metrópolis: El Florida Norte. 

Antes, para obligada en un sitio histórico, lleno de romanticismo y bohemia intelectualidad. No hay nada comparable a tomarse una buena copa de Carlos I en el "Café de Oriente" donde todos los sentidos se unen y la exquisitez toma forma.

Hoy sábado tarde, una vez concluidas las obligaciones que teníamos adquiridas, asistiremos a la Santa Misa en la, también, histórica Iglesia de San Antonio de la Florida para después darnos un breve paseo, entre la oscuridad que envuelve la noche y el intenso frío que penetra por todos los poros de nuestra piel, hasta volver a nuestro hotel donde el calor de "hogar" se unirán con el descanso bien merecido.

Es sábado y puedo decir que, aunque he estado muy ocupado, he extrañado a mi querido Pueblo, a Villaluenga del Rosario. Ni el frío reinante, ni los agrestes y hermosos paisajes de los Jardines de Sabatini o del la frondosidad augusta de la Casa de Campo me han podido hacer olvidar a este pequeño pueblo situado en lo más alto de la Provincia de Cádiz, sus amables gentes y la cordialidad que me encuentro a cada paso que doy. 

Cuando asista a la Eucaristía me acordaré especialmente de mi preciosa Iglesia de San Miguel, a mi Virgen del Rosario y de los Dolores así como de Jesús Nazareno que está perpetuamente en el Sagrario. También he echado en falta a  José Miguel Calle, gran trabajador en las mies del Señor, y a Juani, María, Ana, Charo, Cristobal, Diego Franco y tantos buenos amigos y hermanos en el Señor que cada sábado o domingo nos reunimos en torno a la Mesa Eucarística donde se obra el milagro de convertir el pan y el vino en el Sacratísimo Cuerpo de Cristo y la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo para que a la hora de comulgar nuestro cuerpos se conviertan en privilegiados Sagrarios Temporales de Jesús. 

Este fin de semana he faltado a mi cita con Berna, Alex, Antonio, Pepe, Juande, Elena, Charo, Toni, María Jesús, Leti, Almudena, Teresa, la querida Familia Franco, Nito, Pedro así como todos los que conformáis mis queridos convecinos y buenos amigos del pueblo que me ha enamorado y en el que he encontrado mi sitio. 

Desde Madrid, con millones de habitantes, mil ofertas de todo tipo y todos los servicios más básicos más que cubiertos, debo decir que prefiero un millón de veces a mi pequeña Villaluenga del Rosario donde somos muy pocos habitantes, las miles de ofertas se pueden concretar en dos o tres y los servicios mínimos son tan mínimos que ni se ven y aún así puedo decir con orgullo que la prefiero a la grandiosidad de un metrópolis de estas características.

Recibid, todos mis queridos y buenos vecinos de mi querido Pueblo, un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.

Jesús Rodríguez Arias


Río Manzanares

Por la Casa de Campo







Ermita de la Virgen del Puerto.



Paseo del Prado


Jardines de Sabatini.


Palacio Real


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