miércoles, 20 de marzo de 2013

MORANTE O UN ESTILO A PRUEBA DE OREJA; POR JAVIER TORRES..

Intereconomía



Como Curro Romero, Morante pertenece a ese puñado de elegidos que no necesitan pasear trofeos para reivindicar su estilo.
Decía Rafael Gómez El Gallo que clásico es aquello "que no se pué asé mejó". Pocas veces esta definición recobra tanto sentido como cuando se aplica a José Antonio Morante de la Puebla. El diestro sevillano puso ayer el broche de oro a la Feria de Fallas bordando el toreo de capa y muleta con el quinto de la tarde, Criadero, de la ganadería de Juan Pedro Domecq.
Ya en el primer tercio el genio de la Puebla mostró su amplio repertorio con un puñado de verónicas y chicuelinas que puso en pie a la plaza en el duelo de quites con Daniel Luque. Más tarde, con la muleta, Morante dejó sobre el ruedo ese regusto de toreo añejo que nadie mejor que él representa. Así de claro. Estuvo tan a gusto con la muleta y con tanto temple que apenas le costó trabajo someter al toro de Juan Pedro. Como reconocimiento a su faena, la orquesta le dedicó Nerva, un pasodoble de los clásicos.
El pero, como casi siempre, llegaba a la hora de matar. Con la plaza entregada y ese runrún recorriendo los tendidos cuando la puerta grande está a una estocada, Morante de la Puebla volvió a fallar. Y qué, dirán muchos. El arte es así, tan abstracto e imperfecto pero al alcance de tan pocos. Puede que a Morante se le escaparan las dos orejas, pero a la plaza no se le escapó la sensibilidad y pureza de su toreo. Por eso la ovación y vuelta al ruedo.
Qué sería de Morante de la Puebla si tuviera la gracia de estoquear de un Paco Camino o José María Manzanares. Quizá dé igual porque él –como lo fueCurro Romero- pertenece a ese puñado de elegidos que no necesitan pasear trofeos para reivindicar un estilo. Claro que uno de los dogmas del morantismodice que cuando torea Morante el presidente debería dejar el reglamento en casa.

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