Foto de los Socios de Honor del Casino de Villaluenga del Rosario junto a la Directiva.
La pasada semana no pintaba nada bien, el mal
tiempo, las fuertes lluvias hacían peligrar nuestra fin de semana en
Villaluenga del Rosario, cada vez es más necesaria el peregrinar hasta allí
porque en ese prodigioso y bello pueblo he alcanzado, he logrado alcanzar la
paz, el sosiego, la tranquilidad para mi cuerpo y mi alma.
Una semana de negros nubarrones, de lluvia
pertinaz, podían bien aconsejar que no cogiéramos el coche. Si todos los fines
de semanas es una necesidad el irnos para nuestro pueblo este lo era más porque
se celebraba Asamblea General del Casino de Villaluenga del Rosario, del que
soy socio desde primero de este año, y quería estar porque se elegía la
directiva que llevaría los destinos del mismo el próximo cuatrienio, quería
pasar una tarde-noche en unión con buenos amigos, entrañables amigos. Además
era el estreno como Secretario de mi amigo Bernabé Barea del Valle.
El viernes empezó a clarear, parecía que el tiempo
cambiaba para bien aunque los pronósticos para el sábado y el domingo no eran
del todo bueno. ¡Aunque con el tiempo todo puede pasar!
La madrugada del sábado llovió copiosamente y los
malos presagios se hacían
palpables. Cuando nos despertamos a las
ocho de la mañana vimo, con alegría, como unos tímidos rayos de sol se abrían
paso entre las nubes que querían copar todo el cielo. Nos levantamos corriendo
y preparamos las cosas para irnos al pueblo, mientras Hetepheres llevaba a su
madre a Misa y compraba algunas cosas yo me quedé actualizando el blog con un
buen café por medio.
A las diez y media partíamos, el mal tiempo se
había detenido, hacia Villaluenga del Rosario. A las doce del mediodía hacíamos
la entrada por nuestro querido y entrañable pueblo. El sol lucía con verdadera
brillantez y las calles aparecían muy limpias por la lluvia caida durante la
semana. Cuando íbamos en coche nos encontramos con Juana y varias amigas que
nos informaron que en la Caseta Municipal estaba actuando una agrupación
carnavelesca femenina, venida de Cádiz, para celebrar el día de la Mujer Trabajadora
y que había una chorizada gratis que ponía mi amigo Fernando.
Nos fuimos hacia casa, desembarcamos todos los
bártulos y, mientras Hetepheres aparcaba, me encargué de ordenar los mismos y
limpiar la ceniza de la chimenea que tras varias semanas sin hacerlo presentaba
un aspecto intimidatorio para realizar esta labor. Dos cubos enteros de ceniza
tiré en el contenedor. Cuando miré la chimenea limpia me dio sensación de
frialdad. ¡Qué contrasentido!
Hetepheres se encargó de encender la chimenea, cosa
en la que es una verdadera maestra, para después ponernos junto a la misma para
tomar un refresco de cola y una copa de oloroso. Mi mujer antes se había
acercado a “La Covacha” pues tenía que comprar varias cosas.
Y empezamos a leer, y empezó el cielo a ponerse
nublado, con el calor que impregnaba la lumbre, con la buena lectura que
teníamos entre manos, yo me dediqué toda la mañana y parte de la tarde a mi
investigación, regado todo con la copita de oloroso se nos pasaron las horas
que mediaron entre nuestra llegada a las tres de la tarde que es cuando nos
fuimos para almorzar al Casino. Horas dedicadas a una placentera lectura,
mirando la ventana donde se perdía la vista ante la inmensidad Obra de Dios,
escuchando el crepitar de las llamas enaltece el espíritu y sosiega el ánimo
cansado de transitar por una vida llena de prisas y de sinsentidos.
A las tres y cuarto de la tarde hacíamos nuestra
entrada por el Casino que estaba bastante bien de público. Una leve llovizna
nos acompañó.
Nos sentamos en el salón de la planta baja, entre
otras razones, porque la chimenea estaba encendida y desprendía un calorcito
muy agradable. Nos ubicamos en la mesa más próxima. En la de al lado se sentó
nuestro amigo Andrés y le dijimos que compartiera mesa con nosotros. ¡Qué bien
lo pasamos en el almuerzo! Más de dos horas contándonos historias, casos y
cosas de Villaluenga del Rosario. Con Andrés el tiempo se esfuma de las manos y
adquiere la condición de memorable.
Cinco y cuarto de la tarde, esa fue la hora que
salimos del Casino después de despedirnos de Andrés, de Juande, Alex y de Pepe,
su padre, que también estaba almorzando. Nos dirigimos a casa porque a eso de
las ocho empezaba la Asamblea y ya se sabe que a una reunión de estas
características uno sabe cuando entra, pero no cuando se sale. Como el día
estaba nublado, llovía de vez en cuando, no hicimos ninguna caminata sino que nos resguardamos en casa que nos esperaba cálidamente la chimenea
y una buena lectura.
Así pasamos las siguientes dos horas y media, que
se nos pasó volando, leyendo, charlando y disfrutando del paisaje. Por un
momento, al estar el pueblo en lo más alto de la provincia, todo él se sumergió
en una espesa nube que borró de nuestras vistas las montañas y parte de las
casas. Sólo veíamos con claridad el campanario de la Iglesia y las casas más
cercanas. Parecía una acuarela, un cuadro lleno de romanticismo, de melancolía,
donde la sosegada quietud solamente se rompía ante la lluvia que caía en modo
de granizo. ¡Hasta cuando llueve es bonito Villaluenga!
Sobre las ocho menos cinco bajé al Casino. El
trayecto entre mi casa y este es de menos de dos minutos. Allí estaba Fernando,
Rubi y Pedro. Poco a poco fueron llegando más: D. Andrés Sepúlveda, Presidente
del Casino, Alonso, Tesorero, así como varios miembros más de la directiva.
También llegaban, paulatinamente, varios socios mayores de ochenta años que
recibirían un merecido homenaje por su fidelidad y pertenencia al Casino
durante tantos años. Entre los socios pude saludar y conversar con Antonio,
Policía Municipal, muy conocido dentro y fuera de Villaluenga así como al
Alcalde, Alfonso Moscoso, que también estaba allí. Cuando llegó el Secretario
se empezó con el homenaje a los antedichos socios a los que se les nombró
“Socios de Honor” y se le entregó una artística placa que sirve de recuerdo y
agradecimiento perdurable en el tiempo.
Los señores, ancianos en años y jóvenes en
espíritu, nos dieron a todos un ejemplo de saber estar, de amor a su pueblo, de
fidelidad por todo lo que representa aquél y el Casino es parte intrínseca de
Villaluenga del Rosario, es historia viva como lo son todos los homenajeados en
la tarde-noche del pasado sábado. Encomiable la decisión de la Junta Directiva
al tener esta consideración con las personas que han sido la vida de esta
señera Institución en el pueblo. Me imagino que esta fidelidad demostrada
pasará de padres a hijos así que entre las filas de socios del Casino lo más normal sería ver a las
siguientes generaciones de estos históricos miembros.
Finalizar este emotivo acto y comenza la Asamblea
aunque, esta vez, en el salón de arriba.
La Mesa Presidencial con el Presidente y
Secretario a la cabeza en unión de los
miembros de su Junta de Directiva en funciones y los socios presentes sentados
en el amplio salón.
Allí se debatieron los temas propuestos en el
Orden del Día y cuando el Presidente dio cuenta del nombramiento de Bernabé
Barea como Secretario en sustitución de su padre, que había ostentado el cargo
hasta su reciente fallecimiento, una sonora ovación ratificó la decisión tomada
y fue aprobada por aclamación.
Terminada la Asamblea Ordinario se dio paso a la
Extraordinaria: “Elección de la Junta Directiva” que fue elegida la misma que
estaba por unanimidad. Cuando todos los asuntos preceptivos habían concluido se
bajó, de nuevo, a la planta baja para tomar una cena fría a base de queso y demás productos de la tierra
donde la mayoría de los socios y familiares dieron amplia cuenta de ello.
Fernando se esmeró, como es propio en él, y la mesa estaba para hacerle una
foto y enmarcarla.
Yo me quedé entre el salón, donde estaban los
demás socios, y la barra donde estaban mis queridos amigos Rubi y Juande. Me
gusta conversar con todos, disfrutar con todos y nutrirme de la buena amistad.
Pedro Piña me contó, por encima, la historia del Casino: De los éxitos y
vicisitudes que lo alumbran y que ahora, poco a poco, está volviendo a ser lo
que fue.
De eso puedo dar testimonio porque desde que
llegué a Villaluenga en el Casino me siento en mi casa. Es un lugar acogedor,
entrañable, lleno de historia y, sobre todo, de buena gente. Está regentado por
Fernando que es un profesional como la copa de un pino y un corazón de oro. Se
entrega hasta en lo más mínimo y sabe estar siempre. Allí soy feliz. Intento
visitar otros sitios donde, también me siento bien, aunque como en casa no se
está en ningún lado y para mí el Casino de Villaluenga es parte de mi casa.
Horas de rica conversación, de amena conversación,
de agradable conversación con buenos y queridos amigos. También de una cordial,
aunque muy breve conversación, con el Alcalde de Villaluenga al cual vi bastante cansado y esta breve tertulia me indicó que por la mañana había estado en Sevilla en la entrega de los premios "Clara Campoamor". En ese acto en la capital hispalense el PSOE rindió un "sentido" homenaje al anterior Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el mayor responsable de la situación económica que estamos padeciendo. Fui de los
últimos socios en marcharme, lo hice cuando mis queridos Rubi y Juande
disponían también su marcha. Saludé, en persona, a todos los homenajeados y los
felicité por el ejemplo que nos dan a los más jóvenes así como me despedí de
los que allí se encontaban: Andrés Sepúlveda, Berna Barea, Alonso, Andrés así
como otros miembros de la reafirmada Directiva.
Cómo mi estómago no está para demasiadas cosas
porque no anda demasiado bien en las últimas semanas, preferí no comer nada
aunque me tomé unas copitas de un buen oloroso seco que me puso mi querido
Fernando. No quería echarle nada al estómago hasta que llegara a casa. Cosa que
hice sobre las once de la noche. Allí estaba Hetepheres viendo su serie
favorita del sábado noche y al calor de la chimenea. Cómo no quiero molestarla
porque es una fiel seguidora de ésta, me duché y me puse el pijama así como
tomé la ingente cantidad de pastillas antes de cenar y me senté ante la
televisión y la chimenea. Mientras terminaba la serie, lo poco que quedaba de
la misma, me entretuve viendo los correos electrónicos así como lo publicado en
facebook.
Cenamos, ligeramente, mientras charlábamos. Cuando
hubimos terminado nos entró mucho cansancio aunque no sueño y preferimos
acostarnos porque leer en la cama es una gozada. ¡No pudimos hacerlo! Nos
invadió un pertinaz sueño y justo fue el tiempo de dejar las gafas, beber un
poco de agua y apagar la luz.
Noche tranquila, relajada, durmiendo bien. No me
di cuenta de nada pues caí en un profundo sueño, en un letargo en el que no me
di ni cuenta de que Hetepheres se había levantado. Sólo cuando escuché el
sonido de las campanas de la cercana Iglesia me desperté, miré el reloj y vi,
con cierta sorpresa, que eran las nueve de la mañana. La verdad es que creí que
era más temprano aunque, no os puedo ocultar, que me dio gran alegría porque no
soy un hombre de dormir mucho y eso hace que en muchas ocasiones, sobre todo al
final de la semana, el cansancio acabe venciéndome.
Hacer la cama, una buena duchita caliente y
mientras Hetepheres estaba en el baño me puse a rezar mis oraciones frente a la
chimenea y con la vista perdida en las montañas, en las lluvia que caía en ese
justo momento. ¡Qué me gusta rezar ante tanta tranquilidad, ante la quietud que
produce elevar nuestras almas en tan asombroso lugar!
Dando las diez estábamos cerrando las puertas para
irnos a desayunar al Casino. Allí estaba Fernando viendo la televisión. En un
primer momento nos íbamos a sentar junto a la chimenea, pero al final lo
hicimos en la barra y nos tomamos nuestras tostadas y el buen café que tomo
allí junto a Fernando en agradable charla. Sobre las diez y media, cuando nos
marchábamos, llegó Juande así como un matrimonio. Nos despedimos y fuimos a
echarle de comer a los perros y los gatitos que siempre le damos y nos esperan.
Terminada esta agradable función, lloviéndo a
cántaros, nos dirigimos a la Iglesia para asistir a la Santa Misa donde
estábamos los de siempre ocupando nuestros bancos. Mucha gente mayor y muy
pocos jóvenes con lo importante que es que la juventud vaya a la Iglesia.
Una de las cosas que se debe preguntar el Párroco
de Villaluenga es, precisamente, el por qué no van los jóvenes a Misa, siendo
la mayoría creyentes, porque la juventud ama y venera a la Patrona, la Virgen
del Rosario, quiere con devoción al Señor Jesús y Su Madre de los Dolores y
aman a Dios, pero no quieren saber nada de la Iglesia. Siendo este Sacerdote un
hombre jóven lo tiene más fácil para conectar con la juventud, para comprender
que le pasa, para saber lo que les preocupa o que piensan. Muchas veces si las
personas no vienen a nosotros, a lo mejor, es que nosotros tenemos que ir hacia
las personas, integrarnos, ser uno más y así conseguir el fin deseado que no es
otro, en este caso, de tener una Iglesia viva.
Me puede decir que ya van los Scouts que vienen de
todas las partes de la Diócesis y que están parando en la antigua Casa
Parroquial, donde se reunían todos los vecinos de Villaluenga sin importar la
edad, hoy rincón “Cura Carlos” y es verdad, algunas veces los Scouts participan
de la Misa y otras veces no lo hacen
porque tienen otras actividades que cumplir, pero estos jovenes, estos chicos
no son vecinos del pueblo, estos al llegar el domingo se van a su lugar de
origen y “si te he visto no me acuerdo”. Lo verdaderamente importante son los
jóvenes de este querido pueblo que con su presencia y trabajo en la vida
parroquial pueden imprimir un dinamismo totalmente necesario. La Evangelización
es cosa de todos y, como dijo Benedicto XVI, tanto los Sacerdotes como los
laicos somos corresponsables de lo que ocurra en la Iglesia porque todos
trabajamos por ella como medio de llegar al Reino de los Cielos.
Cuando terminó la Eucaristía saludamos a varias
feligresas y buenas amigas y nos contaron sus problemas, sus preocupaciones,
sus alegrías... Nos consideramos dichosos de poder compartir con ellas así como
con toda la buena gente de mi querido pueblo.
Volvía a llover, nos encaminamos hacia casa,
llegamos algo húmedos y fue providencial que la chimenea estuviera encendida y
la casa tan cálida. Nos sentamos, de nueve, frente a la misma y nos pusimos a
tomar un pequeño aperitivo: Una copita de oloroso, un refresco y unas patatas
fritas. Hicimos bien para abrir boca para almorzar. Entre bromas, charla y
lectura llegó la hora del almuerzo: Una sopa de tomate y un guiso de atún fue
lo que comimos Hetepheres y yo en nuestra casita. Después, descansar un poco la
comida y coger la bolsa y las cuatro cosas que necesitábamos llevarnos para
Jerez. Coger el coche y, de nuevo, sentir que dejaba una parte de mi corazón,
cada vez esa parte es mayor, que mi cuerpo se va y mi alma permanece en las
calles de este viejo pueblo tan querido y que tan enamorado me tiene.
No ha sido un fin de semana de caminatas, de
bellos paisajes , aunque que más bello que el paisaje que envuelve cada rincón
de Villaluenga, de senderos prodigiosos. No, este fin de semana ha sido más
íntimo, más nuestro, más de vivir con y en nuestro pueblo, más de sentimientos
que de experiencias, más de conversar que caminar y por eso en este post no va
a ser ilustrado con muchas fotografías, algunas habrá, pero pocas porque es muy
difícil fotografiar el sentir de cada uno, lo que refleja el corazón, lo que
enamora el alma.
La semana que viene, después de muchos meses sin
faltar, no podremos irnos a Villaluenga del Rosario, el motivo es el Pregón de
la Semana Santa de San Fernando que ofrece el buen Sacerdote, Rvdo. Sr. D.
Alfonso Gutiérrez Estudillo, que es Párroco de la Sagrada Familia y Arcipreste
de la Ciudad, y porque es él y no otro, voy a estar allí, acompañándolo,
nutriéndome de todo cuanto tiene que decir, que será mucho, de sus vivencias
cofrades, de su sentido eclesial al ser un hombre de Dios. ¿Quién mejor para
hablarnos de Jesús, de la Fe, que este Cura bueno?
Tenemos la intención, este año, irnos en Semana
Santa para Villaluenga del Rosario, queremos vivir la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo en un lugar especial, donde el tiempo se logra parar,
donde todo ayuda a la profunda y plácida meditación.
Recibid todos un fuerte abrazo. Estoy deseando
volver a mi querido pueblo, con mi querida buena gente.
Jesús Rodríguez Arias.
El pueblo en medio de la nube.
Junta Directiva del Casino de Villaluenga.
Berna Barea ejerciendo sus funciones de Secretario.
Villaluenga cuando estaba granizando.
Si llueve lo mejor es una buena lumbre en la chimenea.
Y leer plácidamente.
El pequeño Snoopy.
...Y al final, siempre queda Villaluenga del Rosario.
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