El pasado miércoles 1 de febrero, durante la segunda sesión del juicio que se celebra en el Tribunal Supremo contra el juez suspendido Baltasar Garzón, prestaron declaración tres testigos presentados por su defensa. Dos de ellos narraron las tragedias personales que sufrieron durante la Guerra Civil, sin tener nada que ver sus testimonios con el presunto delito de prevaricación por el que se enjuicia a Garzón al atribuirse competencia para investigar desapariciones durante el franquismo.
El primer testigo que declaró fue María Martín López, natural de Pedro Bernardo (Ávila) de 81 años y miembro de la Asociación Nuestra Memoria, Sierra de Gredos. La anciana recordó cómo el 21 de septiembre de 1936 mataron a su madre, “cuando tenía 6 años y dos meses de edad”. A continuación, afirmó que sabe dónde está enterrada, “pegada al puente, en un ensanche donde luego echaron tres metros de tierra”. La testigo aseguró que nadie le ha ayudado a encontrar a su madre ni al resto de asesinados en su pueblo.
Sin embargo, lo que no ha contado al Tribunal María Martín es lo que sucedió en Pedro Bernardo durante los meses de julio, agosto y septiembre de 1936, cuando fueron asesinados los hermanos Pablo y Víctor Prieto Herbella por el mero hecho de ser de derechas.
LA GACETA ha tenido acceso a documentos históricos de la localidad abulense donde se expone “la relación de personas residentes en este término municipal que durante la dominación roja fueron muertas violentamente o desaparecieron y se cree fueron asesinadas”. Viendo esta relación se aprecia que no sólo cayeron personas víctimas de las tropas franquistas, sino que también, en el mismo pueblo donde la testigo vio cómo caía su madre, eran asesinados vecinos de la localidad por el mero hecho de tener filiación de derechas.
Fusilados
Como consta en estos documentos, el 28 de agosto de 1936 fue asesinado Pablo Prieto Herbella, labrador de 32 años, “con filiación política derechista habiendo desempeñado la Presidencia del Sindicato Agrícola Católico de la localidad y miembro de la directiva de una Sociedad Obrera Católica. De significación derechista pero sin haber ocupado cargo alguno público”.
El cadáver de Pablo Prieto fue “encontrado en el sitio de Arroyo de la Buntera con varias heridas de arma de fuego”. Su defunción fue inscrita en el Registro Civil y como personas sospechosas de participación en el crimen aparecen “Teodoro de León Andrés y Justo Limas Granado y otros forasteros cuyos nombres y demás datos se desconocen”.
Víctor Prieto Herbella, también del pueblo y labrador de 18 años, “de significación derechista, pero sin haber ocupado cargo alguno público”, fue sentenciado el 30 de julio de 1936, apareciendo “su cadáver en el sitio de Eras Viejas con varias heridas de armas de fuego”. Como pasó con su hermano, las personas sospechosas del crimen son las mismas.
Como citan los documentos, “el 30 de julio de 1936 fueron fusilados los dos hermanos, pero Pablo quedó con vida y se refugió en Buena Ventura (Toledo), y al enterarse de que no había muerto fueron a por él en un coche y después de tenerle unos días en su domicilio y cuando aún se encontraba herido le sacaron y asesinaron”.
Abrir heridas
Alberto Sánchez Navas, alcalde del Partido Popular de Pedro Bernardo, comenta a este periódico que “barbaridades se cometieron por los dos bandos. Todos cometieron errores y lo que hay que intentar hacer es pasar página y olvidar. El bienestar de los pueblos se consigue mirando para adelante y no revolviendo el pasado. Lo que está haciendo la Ley de Memoria Histórica es buscar el enfrentamiento entre los vecinos de los pueblos, que ya habían pasado página y olvidado todo lo que pasó hace más de setenta y cinco años”.
El edil de Pedro Hernando prosigue: “Aquí hemos tenido problemas y yo he sido denunciado por alguna asociación de Memoria Histórica, cuando la realidad es bien distinta, ya que nunca hemos puesto trabas a quienes quieren encontrar el cuerpo de algún familiar desaparecido”.
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