Capilla del Sagrario de la Iglesia de San Miguel Arcángel
Villaluenga del Rosario (Cádiz).
Solo, completamente solo y desnudo, me postro ante Ti, Señor cada vez que voy a verte, para mantener esa larga conversación que no termina nunca porque si se acabara yo no sabría vivir sin Ti, que Eres Mi Luz y Mi Salvación. Eres ese amigo que siempre está y nunca falla, eres el Padre, el Hermano, el Consejero, el Amigo que siempre me está esperando con los brazos abiertos para que, este humilde pecador, te transmita mis preocupaciones, mis anhelos, mis alegrías y mi eterna gratitud.
Tu, mejor que nadie, sabes que soy de los que intento ir a verte todos los días. Es una visita obligada porque mi corazón guía a mi cabeza y todo mi cuerpo a anhelar el pasar esos minutos, que son siempre demasiado cortos, delante de ti, postrado ante la inmensidad que representas, Bendito Padre. Tengo que darte las gracias porque me has permitido el hacerlo en muchos y variados lugares de este mundo que Tu creaste. He tenido el inmenso honor de postrarme ante el Señor y rezar, hablar, meditar, llorar, agradecer y dar eternas gracias en Tierra Santa: En la Basílica de la Anunciación, en Caná de Galilea, en el Monte de las Bienaventuranzas, en el Monte Tabor, en el Getsemaní, en el Santo Sepulcro y en tantos lugares remotos que sería eterno el nombrarlos a todos.
Mi visita diaria la hago al Señor Sacramentado que está cobijado en el Sagrario de la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo de San Fernando, más conocida por la Iglesia Mayor, y es así porque trabajo en La Isla de donde soy oriundo. Intento, y hasta ahora me han salido las cuentas, restar tiempo a mi desayuno para ir a ver todos los días al Señor. Podéis comprender que no lo hago por una obligación sino por una auténtica necesidad. Necesito todos los días el rezar, hablar, pedir, dar gracias por todo lo Bueno que es con mi familia, conmigo así como elevar mis oraciones por las intenciones de los que me rodean. Son cinco o diez minutos que pasan volando y saben a Gloria.
Una vez que salgo del Templo, sea cual sea, me siento vivo, pleno, feliz y con una fuerza que me dura todo el día. Mi vitamina se llama: Dios. En Él pongo mi vida, la dejo en Sus Manos para que haga lo que crea conveniente, que será siempre lo mejor para mí, y me dejo llevar, me confío a Su Voluntad que me hace alcanzar una felicidad desconocida para quienes ponen todas sus esperanzas y fuerzas en las "cosas de este mundo".
"Solo ante Ti Señor en medio de la inmensidad" así has querido que titule es post y lo acompaña una foto de la Capilla del Sagrario de la Iglesia de San Miguel Arcángel de Villaluenga del Rosario. Podía haber elegido muchos lugares, muchos Sagrarios donde una inmensa belleza o una marcada austeridad sirven para cobijar al Sacratísimo Cuerpo de Cristo, pero no, he querido que esta imagen de un bello y sencillo Sagrario del pueblo más pequeño de la Provincia de Cádiz sirva como imagen de este artículo dedicado plenamente al Señor. Ahí, cuando mis rodillas se doblan ante la Majestuosidad que es Cristo Eucaristía, siento que esa necesaria soledad se hace más fuerte para entablar nuestras conversaciones sobre lo divino y lo humano. En medio de la inmensidad que nos rodea, de esa naturaleza que se mire por donde se mire refleja la grandeza de la Obra Creadora de Dios, en este pequeño, sencillo y precioso pueblo lleno de buenas personas, siento que el vínculo que nos une en esos momentos nuestros son más fuertes, más auténticos, más llenos de sentido espiritual. Tú, resplandeces siempre y más con los cuidados que te ofrece Rosario Román y las personas que están encargada que no te falte, como se dice en Andalucía, ni Gloria Bendita.
Esta auténtica felicidad que me lleva a la plenitud cuando estoy contigo hace que si un día no te veo, no mantenemos nuestra larga e intensa conversación, me sienta extraño.
Señor: Sabes que no puedo vivir sin Ti y que te necesito para VIVIR, no en esa vida mundanal y ordinaria sino con Cristo y para Cristo que es la única Fuente que da la Vida más allá de la vida. Ya a estas alturas , con el camino que he recorrido y que me queda por recorrer, solo ansío donar todo mi ser, todo mi existir para que se haga en mí según Tu Voluntad.
Jesús Rodríguez Arias
Jesús Rodríguez Arias
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