JERUSALÉN, jueves 29 noviembre 2012 (ZENIT.org).- El curso de renovación espiritual para sacerdotes, que fue inaugurado en 2005, tiene lugar dos veces al año, al final de enero y al final de julio, en Jerusalén. El instituto Sacerdos, quien comenzó este curso, es una organización internacional dedicada a la formación permanente de sacerdotes católicos.
El curso permite experimentar la importancia espiritual e histórica de los santos lugares de la cristiandad, casi pisando las mismas huellas de Cristo y de los evangelios.
Son cinco, los elementos formativos que este curso ofrece: en primer lugar, un atmósfera espiritual, que incluye tres días de ejercicios espirituales. Luego, la creación de un clima de fraternidad sacerdotal que da la posibilidad concreta a los sacerdotes de compartir experiencias sacerdotales y de intercambiar ideas para su ministerio pastoral.
En tercer lugar, la ocasión de vivir una experiencia ecuménica, en un lugar privilegiado de encuentro y de diálogo entre religiones. A esto se añade el contacto con la comunidad cristiana y los líderes religiosos locales.
El aspecto másimportantees que se trata deun programa desarrolladode acuerdo conlos Evangelios, enel cual los sacerdotesviven,paso a paso,los acontecimientos másimportantes de la vidade Cristo enlos lugaresdonde realmenteocurrieron. Estos cinco ingredientes convergen en un mismo objetivo: la renovación espiritual de los sacerdotes.
ZENIT ha entrevistado alpadre Juan MaríaSolanaLC,director delinstitutopontificioNotreDamede Jerusalén.
¿Qué es un curso de renovación espiritual?
--P. Solana: Un curso de renovación espiritual para un sacerdote es una verdadera necesidad, porque cada uno de nosotros se desgasta con el tiempo. Creo que todo tiene necesidad de una renovación, las maquinas, los muebles, pero también las personas. A veces el cansancio, otras veces las enfermedades o el exceso de trabajo hacen que el sacerdote tenga necesidad de separarse y contemplar su propia vocación como un conjunto. Ayuda mucho una serena separación, una pausa, que sea vivida entre hermanos, en un ambiente de oración y apoyo espiritual.
¿Por qué en Tierra Santa?
--P. Solana: Hace tiempo leí una frase escrita en las gorras de un grupo de peregrinos que decía: “Todos hemos nacido allí”, refiriéndose a Jerusalén.
Efectivamente, nuestra fe cristiana, nuestra vocación, la misma religión que profesamos nació allí, entre el desierto y el río, en la ciudad nombrada en los evangelios y en la Biblia… Entonces, venir a Jerusalén es una gran renovación espiritual. Significa volver a las raíces o a los orígenes. En este curso han participado casi 700 sacerdotes en estos 7 años de experiencia, y debo decir que los frutos son abundantísimos. Dios bendice a los que quieren volver a sus raíces y renovarse.
¿Qué importancia tiene esto en el año de la fe?
--P. Solana: El Año de la Fe es ante todo una gracia. Dios quiere darnos una vez más este maravilloso regalo. Incluso la fe se desgasta en medio de en un mundo cada vez más secularizado y laico, lejos de Dios. El papa en su homilía de la Misa por el inicio del Año de la fe, habló de una "desertificación" del mundo en el campo de lo espiritual y religioso. Aquí, frente a la "desertificación" lo que se necesita es agua fresca, agua de vida, regar la propia vida, renovarse. Venir a Tierra Santa durante el Año de la Fe es una gracia, creo, incluso más grande. Lo digo por experiencia.
En las últimas semanas han pasado grupos de peregrinos que encontraron su fe renovada, crecido, madurado. Creo que este es el regalo especial que Dios quiere dar a aquellos que pasan por Tierra Santa de este año.También porque la peregrinación hecha por Tierra Santa y Roma, fue una de las recomendaciones propuestas por el Vaticano este año. Si los sacerdotes hacen esto, seguramente los fieles encontrarán un gran beneficio, tanto a través de las predicaciones como a través de la recepción de os sacramentos.
En la parábola del sembrador fue Jesús mismo quien, desde esta tierra, lanzó las primeras semillas de la fecristiana.
¿Qué es lo que encuentran los sacerdotes que participan?
--P. Solana: En primer lugar encontramos el realismo de la historia de los acontecimientos bíblicos, experimentan que los colores pintados por el evangelio son variados y cada uno de estos tiene un valor especial para el mensaje de que los sacerdotes son portadores. Tengo una imagen para describir esto: es como pasar de la TV en blanco y negro al plasma. Cuántas veces la gente que conocía a un sacerdote antes de un curso de renovación y que lo escucha y se encuentra con él más tarde, cuenta lo mucho que ha cambiado, por ejemplo, en la manera de predicar e lEvangelio.
¿Cuáles son las cifras de los años pasados?
--P. Solana: Empezamosen el verano de 2005, y así seguimos adelante con dos cursos cada año, uno en verano y otro en invierno, con un promedio de entre 40 y 50 sacerdotes.Creo que la experiencia, en particular mediante el intercambio de impresiones entre hermanos que comparten las mismas penurias, el mismo llamado, las mismas tentaciones, es algo muy valioso.
¿Qué espera para un futuro?
Yo espero que con el tiempo, los cursos puedan hacerse durante todo el año, de manera que sean miles de hermanos sacerdotes los que puedan vivir esta experiencia y encuentren este rejuvenecer de su vocación y de su ministerio. Haré todo lo posible para que este sueño se convierta en realidad. Ojalá que todos los sacerdotes del mundo pudieran tener la oportunidad de pasar por tierra Santa, al menos una vez en la vida. ¿Por qué en un curso sacerdotal? Porque ofrece más tiempo y espacio que una peregrinación; también porque un grupo sacerdotal es un ambiente precioso para vivir estos momentos.
Para más información: crs@arcol.org.
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