En las elecciones estadounidenses se vive una carrera de fondo en lacuestión del aborto, con un abismo entre las posturas adoptadas por los candidatos Barack Obama y Mitt Romney.
Mientras Obama se ha declarado en múltiples ocasiones pro-aborto, con más de 240 acciones contra la vida y un esfuerzo entusiasta por mantenerlos de forma ilimitada, Mitt Romney ha tomado la posición opuesta, ganando el voto de aquellas personas pro-vida en la jornada electoral.
La campaña del actual presidente Obama para liberalizar el aborto en Estados Unidos ha sido ininterrumpida durante su mandato. Múltiples acciones han refrendado esta postura, como es el caso de la ley Roe vs Wade, una enmienda federal gracias a la cual la Constitución ampara el aborto libre. Cuando se trató la cuestión de la ley, Obama apoyó firmemente la aprobación mientras que Romney ha declarado en múltiples ocasiones que le gustaría revocarla.
En mitad del debate suscitado por el aborto se encuentra la Corte Suprema, pues del tipo de magistrados que la conformen depende la revocación de la ley o la reafirmación del libre aborto en Estados Unidos. Romney ha reunido a los pesos pesados del ámbito legal conservador para que le asesoren en estas cuestiones, específicamente en el tipo de jueces que deben tener en cuenta en caso de llegar a ser presidente. El co-presidente del Comité Asesor de Justicia de Romney es ex juez de la Corte de Apelaciones, muy bien considerado por los votantes pro-vida por su perspicacia legal. El segundo miembro del equipo judicial es la profesora de derecho en Harvard, Mary Ann Glendon, ex embajadora en el Vaticano muy respetada dentro de la comunidad católica internacional.
Entre las cuestiones más defendidas por el actual presidente se encuentra el proyecto Obamacare, ley que no contiene ningún límite en la financiación del aborto. Todos los grupos pro-vida han confirmado que, una vez que se aplique plenamente, Obamacare va a financiar abortos y la Planificación de la Familia, por lo que han decidido denunciar la propuesta de forma masiva. Romney ha confirmado que impulsará la derogación de Obamacare desde el primer día en el cargo a través de una orden ejecutiva.
Otro de los argumentos empleados por los pro-vida para defender la candidatura de Romney es que con un republicano en la Casa Blanca se acabará con la financiación a los grupos pro-aborto. En 2009, el gobierno de Obama envió un cheque de 50 millones de dólares al Fondo de Población de las Naciones Unidas. Estre grupo ha sido acusado de apoyar y trabajar en conjunto con funcionarios chinos de planificación familiar para ejecutar abortos forzados a mujeres.
Romney también ha prometido restablecer la llamada Mexico City Policy -también conocida con el nombre Global Gag Rule-, que estipula que todas las organizaciones no gubernamentales (ONG) que reciben fondos federales debían abstenerse de promover o realizar servicios relacionados con el aborto en otros países.
La Cámara de Representantes ha aprobado varios proyectos de ley pro-vida que nunca llegaron a través del Senado, en parte porque el presidente Obama se ha opuesta a ellas. Entre las leyes vetadas por el candidato demócrata durante su presidencia ha sido la conocida ley Pain-Capable Unborn Child Protection Act ( ley de protección de un bebé todavía no nacido, capaz de experimentar dolor). En este sentido, Romney asegura que si es elegido como presidente defenderá a los niños no nacidos capaces de sentir el dolor de un aborto.
Si Romney gana y los republicanos toman el senado mañana, los pro-vida se verán más amparados en la legislación americana.
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