EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava." (Evangelio del día). Es una gozada proclamar esta autentica oración. Este Cántico (Magníficat) se proclama todos los días en las Vísperas. Es verdad que a veces, simplemente, se recita como un "papagayo", pero, cuando se hace con unción, es transformante. Porque, con el canto, el Señor me va convirtiendo y amoldando a su voluntad, a su Palabra, a su "estilo de vida". Y, ¿por donde nos puede transforma el Señor? ¡Si lo hacemos como María, con María y en María! Nos transforma porque vamos recordando nuestro SI –si lo hemos dado, claro– y la historia de salvación que Dios está haciendo en nosotros. Yo os invito a que lo oréis despacio, pensando y sintiéndose interpelado con cada párrafo, sintiendo la ternura de Dios en cada renglón, en los entresijos de las palabras, que rompáis la monotonía y la trivialidad con que, a veces, lo hacemos. Nos puede ayudar mucho un texto del Oficio de Lecturas de hoy: "«Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.» ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré." Santa María de Caná, ruega por nosotros. En tres días, Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario