lunes, 29 de diciembre de 2014

¡DÉJATE BAÑAR POR ESTA LUZ!

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Redacción (Lunes, 29-30-2014, Gaudium Press) Muchas veces, cuando los Ángeles quieren enseñar algo a los hombres, delinean en el cielo una sublime puesta de sol, graduando colores, matizando la luz del Astro-rey, excediendo en pulcritud la imaginación humana a fin de que, al apreciarlo, los hombres se eleven a Dios, que es la Belleza infinita.
Ahora, algo análogo ocurre cuando los hombres, queriendo asemejarse a los Ángeles, enseñan, a través de sus obras, el ‘lenguaje' que proclama la grandeza del Verbo Divino.
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Esto pasa al entrar a una catedral, idealizada y construida por manos humanas, en la cual la penumbra, la soledad y el silencio invitan a olvidar la agitación y el deseo por las cosas terrenas.
En determinado momento, vemos que un rayo de luz rompe esa penumbra, llamando la atención a algo superior al aislamiento: la presencia de Dios. ¡Cuán más bella es la catedral matizada por la luz que penetra en el vitral! Se diría que emana de esa claridad algo no visible a los ojos carnales. Luz que se intensifica de forma suave hasta tonificar el ambiente con su presencia.
Las gracias concedidas por Dios transcienden enormemente cualquier categoría de ejemplos. ¡Cómo, sin embargo, la figura de un vitral nos recuerda aquella "voz de Cristo, voz misteriosa de la gracia" que resuena en el silencio de los corazones y murmura "en el fondo de nuestras consciencias palabras de dulzura y de paz"! 1. Entretanto, ¿qué es el vitral sin los rayos de luz y qué somos nosotros sin la gracia?
Nuestro Señor Jesucristo es verdaderamente el Sol de Justicia que penetra suavemente en los corazones. Los que se dejan bañar por esta luz se tornan un templo vivo en el cual habita el Rey del Universo.
Por la Hna. Letícia Gonçalves de Souza, EP
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1 SAINT LAURENT, Thomas de. O Livro da Confiança. São Paulo: Artpress.



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