
De poco un todo
enrique / garcía / mÁiquez / | Actualizado 13.04.2014 - 01:00
Hablar encuestés
EL último barómetro del CIS me noqueó. ¡Qué bajísimo nivel de preocupación de los españoles por los estatutos de autonomía y los nacionalismos! Los primeros están en el epicentro de los debates que agitan nuestra política y los segundos son la causa de las graves amenazas que se ciernen sobre nuestra nación y nuestra incipiente recuperación económica. Y nada, por lo visto.
Saltó en mi memoria un escolio de Nicolás Gómez Dávila: "Hay una manera práctica de saber si una idea es inteligente: averiguar si es impopular". A pesar de mi gómezdavilianofilia, soy más chestertoniano en mi fe en la gente y mi desconfianza de las elites y la inteligentzia. Avisaba el inglés: "A los genios literarios os gusta demasiado desdeñar la sociabilidad y la curiosidad y los sentimientos humanos generales de las masas cuando al fin y al cabo esas cosas demuestran su profunda pasión moral, su tosco gusto emocional por lo bueno, lo valiente y lo romántico. (...) Yo creo en las masas". Repasé, por tanto, la encuesta.
Resulta que el 29,3% de los españoles preferiríamos vivir sin autonomías o reduciéndolas; y que un 33,4 es partidario de quedarnos como estamos. Y para hablar de sentimientos, que tanto peso argumental tienen para los nacionalistas, el 75,8% nos sentimos o sólo españoles o más españoles o tan españoles como de nuestra región. Un 11,2% se siente más de su región que español y apenas un 6,3%, sólo de su región. De lo cual se deduce que no nos explican bien el riesgo de ruptura que supone la deriva nacionalista de unos pocos y, lo que es aún peor, que no se aprovecha el potencial de una opinión pública que, como en toda nación sana, se siente orgullosa de su país.
Según Mark Twain, existen las mentiras, las mentiras gordas y las estadísticas, pero son la lectura y el uso de éstas el que suele ser más falso que la falsa moneda, rodando de mano en mano de demagogos. Teniendo tanto peso en una democracia, como notó Jorge Luis Borges, y en las posturas de los partidos populistas (esto es, de todos) urge un uso verídico e inteligente. Saber hablar el idioma de las estadísticas, el encuestés, digamos.
Lo que implica un conocimiento no sólo pasivo, de saber comprenderlas, ya siendo ello mucho, sino también activo, de saber convencer a la opinión pública. El liderazgo no consiste en correr por delante de las tendencias de opinión, y menos si no son tentencias, sino fantasmagorías.
Saltó en mi memoria un escolio de Nicolás Gómez Dávila: "Hay una manera práctica de saber si una idea es inteligente: averiguar si es impopular". A pesar de mi gómezdavilianofilia, soy más chestertoniano en mi fe en la gente y mi desconfianza de las elites y la inteligentzia. Avisaba el inglés: "A los genios literarios os gusta demasiado desdeñar la sociabilidad y la curiosidad y los sentimientos humanos generales de las masas cuando al fin y al cabo esas cosas demuestran su profunda pasión moral, su tosco gusto emocional por lo bueno, lo valiente y lo romántico. (...) Yo creo en las masas". Repasé, por tanto, la encuesta.
Resulta que el 29,3% de los españoles preferiríamos vivir sin autonomías o reduciéndolas; y que un 33,4 es partidario de quedarnos como estamos. Y para hablar de sentimientos, que tanto peso argumental tienen para los nacionalistas, el 75,8% nos sentimos o sólo españoles o más españoles o tan españoles como de nuestra región. Un 11,2% se siente más de su región que español y apenas un 6,3%, sólo de su región. De lo cual se deduce que no nos explican bien el riesgo de ruptura que supone la deriva nacionalista de unos pocos y, lo que es aún peor, que no se aprovecha el potencial de una opinión pública que, como en toda nación sana, se siente orgullosa de su país.
Según Mark Twain, existen las mentiras, las mentiras gordas y las estadísticas, pero son la lectura y el uso de éstas el que suele ser más falso que la falsa moneda, rodando de mano en mano de demagogos. Teniendo tanto peso en una democracia, como notó Jorge Luis Borges, y en las posturas de los partidos populistas (esto es, de todos) urge un uso verídico e inteligente. Saber hablar el idioma de las estadísticas, el encuestés, digamos.
Lo que implica un conocimiento no sólo pasivo, de saber comprenderlas, ya siendo ello mucho, sino también activo, de saber convencer a la opinión pública. El liderazgo no consiste en correr por delante de las tendencias de opinión, y menos si no son tentencias, sino fantasmagorías.
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