miércoles, 30 de abril de 2014

MISIONEROS DE LA CARIDAD DE DIOS Y TESTIMONIOS CRISTIANOS EN LA SOCIEDAD, CON EL ESPÍRITU SANTO, REITERA EL PAPA.





2014-04-30 Radio Vaticana
(RV).- (con audio)  Con las imágenes de San Juan XXIII y de San Juan Pablo II, engalanando aún la Plaza de San Pedro, la misma que abrazó tantos momentos históricos de sus respectivos pontificados, el Papa Francisco - en sus palabras a los peregrinos de tantas partes del mundo, que también en esta audiencia general eran numerosísimos – alentó a dejar que el espíritu del entendimiento nos enseñe a reconocer el plan de Dios y de su amor en nuestras vidas, para ser misioneros de la caridad de Dios, impulsando el fiel testimonio cristiano en la sociedad. Y evocó a los dos Papas santos, en particular dirigiéndose a los compatriotas de Juan Pablo II y a los de Juan XXIII.
Señalando que permanece especialmente vivo en estos días el testimonio de fe, de esperanza y de caridad, del Papa Wojtyla junto con su entrega a la Divina Misericordia, rogó su intercesión para que sostenga la vida y las buenas intenciones de los fieles polacos, las preocupaciones y las alegrías de sus seres queridos, el desarrollo y el sereno futuro de la Iglesia y de toda la nación de Polonia.
Invocando asimismo para todos la alegría y la paz del Señor Resucitado, el Obispo de Roma hizo hincapié en que, con el don del entendimiento, el Espíritu Santo nos introduce en el Misterio trinitario, nos abre a la fe y nos permite vivirla cada día en plenitud. Para luego reiterar su exhortación a dejar que el Espíritu Santo nos guíe y encienda en nosotros el fuego del amor. En el tradicional y especial saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, recordando la fiesta litúrgica de Santa Catalina de Siena – patrona de Italia y de Europa – alentó a los queridos jóvenes a aprender de ella a vivir con la conciencia recta, sin pactar con compromisos mundanos. A los queridos enfermos a inspirarse en su ejemplo de fortaleza, en los momentos de mayor dolor. Y a los queridos recién casados a imitar la solidez de la fe de quien confía en Dios.

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