viernes, 26 de julio de 2013

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»

II. Compartimos la Palabra

  • Yo soy el Señor , Tu Dios

La página de hoy condensa los diez mandamientos, el Decálogo de la Alianza entre Dios y su pueblo. Todo empieza con una frase básica: «yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la esclavitud de Egipto». Las normas de vida que el pueblo recibe no vienen de un Dios extraño, lejano. Vienen del mismo Dios que les quiere como un padre, que les ha liberado de la opresión, que les acompaña en su camino.
Quien piense que los mandamientos nos quitan la libertad está equivocado. Los mandamientos no nos quitan la libertad: al contrario, son el camino de una vida digna, libre, en armonía con Dios y con el prójimo, que es el mejor modo de estar también en armonía con nosotros mismos. Los mandamientos son el camino para la verdadera liberación.
  • El que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá

Jesús explica otro aspecto de la parábola del sembrador: las diversas clases de terreno que suele encontrar la Palabra de Dios.
Jesús invita a sus discípulos a reflexionar sobre su propia identidad. ¿Qué clase de terreno representan? ¿Con cuál se identifican? ¿Con el camino o con el pedregal? ¿Con el terreno donde crecen sólo los abrojos o con la tierra buena donde la semilla fructifica? Jesús en esta explicación centra todo su interés, no en el sembrador ni en el éxito o fracaso de su sementera, sino en la calidad de los diversos terrenos en que cae la semilla. Nosotros también debemos reflexionar sobre nuestra identidad, tratando de ablandar el camino de nuestra insensibilidad, de arrojar lejos las piedras de nuestra aridez y de arrancar los abrojos de nuestros caprichos sofocantes.
Nuestra vida consiste en eso en que tenemos que preparar bien la tierra para que la Palabra de fruto abundante. Tenemos que abonarla, regarla, escarbarla, para que los afanes de la vida, las riquezas y las ilusiones de un momento no estropeen nuestra tierra.
Que la Palabra del Señor encuentre buena tierra en nosotros y pueda dar fruto abundante. Así sea.
Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas 
Bormujos (Sevilla) 

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