

Compartía con mi recordado amigo, el prestigioso catedrático de Derecho Penal, José María Stampa Braun, una lacerante frustración. Un golpe a nuestras respectivas vanidades. Que nunca nos habían ofrecido ingresar en la masonería, y por ende, no éramos importantes. Almorzábamos en el desaparecido «Jockey», aún en sus tiempos de esplendor, y decidimos que tres personajes muy conocidos que hacían lo mismo en la mesa de enfrente eran masones. Stampa aseguraba poseer el secreto del saludo masónico, consistente en tocarse con la mano derecha el lóbulo de la oreja izquierda, de tal modo, que procedimos frenéticamente a tocarnos nuestras respectivas orejas –en mi caso, con más facilidad que Stampa– con el fin de llamar la atención de los presumibles masones de la mesa contraria. Al fin, uno de ellos,ex ministro y «ex todo lo demás», se acercó a nuestra mesa intrigado. «¿Por qué os rascáis tanto las orejas?». O Stampa había errado en el gesto secreto o no eran masones, pero fue nuestro único contacto o acercamiento con el Gran Oriente.
Se dice que un dirigente del socialismo catalán apellidado Zaragoza –aventajado alumno de Rubalcaba–, es el que ha puesto de moda esto de las grabaciones. La novia abandonada por Jordi Pujol Ferrusola y Alicia Sánchez-Camacho han sido las agraciadas. No creo que al PSC de Cataluña le interese mucho saber lo que dice en privado Alicia Sánchez-Camacho. Nos hallamos, entonces, ante un espionaje a favor de otro partido. Porque de esa charla, lo interesante es la cadena de conocimientos de presumibles corrupciones protagonizadas por el hijo de Jordi Pujol, y lo lógico sería que fueran los Pujol o Convergencia los contratadores de los micrófonos espías, pero no los socialistas. Se trata, como poco, de un caso interesante, pero para que sea interesante de verdad la Fiscalía haría bien en pedir que el contratante Zaragoza y el responsable de la contratada empresa dedicada al espionaje ilegal acudieran ante el juez para ofrecerle los datos pertinentes y responderle a sus preguntas. No hay indignación ciudadana en lo que escribo, sino simple y malsana curiosidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario