LA QUINTA COLUMNA
JAIME ROCHA / JAIMEROCHA42 @HOTMAIL.COM | ACTUALIZADO 24.11.2012 - 01:00
Los sin techo
LOS mismos bancos que hace unos años daban prestamos hipotecarios casi sin garantías y por importes del cien por cien de los valores de tasación de las viviendas, o más, ahora que vienen mal dadas para todos se apresuran a aplicar la Ley Hipotecaria con todo su rigor y los desahucios se suceden en cada rincón de nuestra geografía originando, tras su ejecución, miles de familias españolas sin techo.
Es ley de vida que, cuando alguien, persona u organismo, quiere algo que tienes, sea tu dinero, tu voto o algún favor, la alfombra de rosas a tus pies se extienda generosamente y, por el contrario, cuando la situación se invierte o simplemente tu capacidad económica o posición social deja de ser importante para ellos, de aquellas rosas sólo quedan las espinas. Sí, es ley de vida, pero también consecuencia de una pésima educación en valores, de la que hacen gala muchos responsables políticos y económicos actuales, muy seguros de que a ellos nunca les pasará.
Esos comportamientos, tan humanos, pero tan reprobables, traen terribles consecuencias para millones de compatriotas que sufren en sus carnes, y las de sus familias, los peores efectos de esta crisis, que no es sólo económica, sino, insisto, fundamentalmente moral y de valores.
Parecía que, por una vez, los dos partidos mayoritarios llegarían a un acuerdo para paliar al menos estas terribles situaciones, empujados por la presión popular. Vana esperanza, no ha habido acuerdo y el Gobierno tramita medidas para una moratoria de dos años y en unas situaciones económicas y sociales tan estrictas que muchas familias quedarán sin el amparo que se pretende. Los efectos prácticos de esta reforma de urgencia apenas los notarán las entidades bancarias. Pobre solución para un grave y urgente problema.
La Ley Hipotecaria es la que hay que modificar, tratando de proteger a la parte más débil, tratando de evitar los abusos y engaños que se han producido, como sucede en países con más experiencia democrática donde, por ejemplo, la dación en pago es norma de uso habitual.
En Caballeros Hospitalarios se celebra el domingo 25 el día de las personas que no tienen un techo donde cobijarse y que ya no son sólo los albergados, sino todas esas familias tan mal tratadas por la fortuna y por sus semejantes.
Es ley de vida que, cuando alguien, persona u organismo, quiere algo que tienes, sea tu dinero, tu voto o algún favor, la alfombra de rosas a tus pies se extienda generosamente y, por el contrario, cuando la situación se invierte o simplemente tu capacidad económica o posición social deja de ser importante para ellos, de aquellas rosas sólo quedan las espinas. Sí, es ley de vida, pero también consecuencia de una pésima educación en valores, de la que hacen gala muchos responsables políticos y económicos actuales, muy seguros de que a ellos nunca les pasará.
Esos comportamientos, tan humanos, pero tan reprobables, traen terribles consecuencias para millones de compatriotas que sufren en sus carnes, y las de sus familias, los peores efectos de esta crisis, que no es sólo económica, sino, insisto, fundamentalmente moral y de valores.
Parecía que, por una vez, los dos partidos mayoritarios llegarían a un acuerdo para paliar al menos estas terribles situaciones, empujados por la presión popular. Vana esperanza, no ha habido acuerdo y el Gobierno tramita medidas para una moratoria de dos años y en unas situaciones económicas y sociales tan estrictas que muchas familias quedarán sin el amparo que se pretende. Los efectos prácticos de esta reforma de urgencia apenas los notarán las entidades bancarias. Pobre solución para un grave y urgente problema.
La Ley Hipotecaria es la que hay que modificar, tratando de proteger a la parte más débil, tratando de evitar los abusos y engaños que se han producido, como sucede en países con más experiencia democrática donde, por ejemplo, la dación en pago es norma de uso habitual.
En Caballeros Hospitalarios se celebra el domingo 25 el día de las personas que no tienen un techo donde cobijarse y que ya no son sólo los albergados, sino todas esas familias tan mal tratadas por la fortuna y por sus semejantes.
Gracias Jesus por hacerte eco de mi artículo dedicado a las personas sin hogar, que desgraciadamente, y por culpa de egoismos y falta de valores de quienes podrian solucionarlo, son cada dia más en España.
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