domingo, 4 de noviembre de 2012

EL NUEVO CEREBRO JUVENIL; POR AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA.


Sección - Marinero en tierra

El nuevo cerebro juvenil    

Estos días se celebra en Valencia un Congreso Nacional sobre Pastoral Juvenil. Más de dos mil personas con responsabilidades directas en la educación están analizando cómo seguir transmitiendo la fe a las nuevas generaciones. Ahora que se está haciendo memoria del Vaticano II y se están actualizando sus aportaciones según la llamada Nueva Evangelización, es interesante que los educadores no solo nos preguntemos cómo transmitir la fe sino cómo ha cambiado radicalmente el cerebro de nuestros hijos y alumnos.

No me refiero únicamente a su dimensión neuronal, sino a su dimensión personal como órgano de un organismo en evolución. También podemos hablar de nueva mentalidad juvenil  pero no en un sentido sociológico, cultural o descriptivo sino como una mentalidad incorporada, es decir, como una mentalidad personalizada. Hace unos años, los neurólogos Blakemore y Frith se preguntaban “¿por qué sabemos tan poco acerca del desarrollo cerebral durante la adolescencia?” Encontraron dos respuestas: por un lado, la idea de que el cerebro sigue desarrollándose después de la infancia es relativamente nueva, por otro, hasta hace poco sólo se podía estudiar la estructura del cerebro después de la muerte. Estos datos refuerzan la plasticidad del cerebro y la responsabilidad de los educadores, padres y maestros.

Ahora sabemos con certeza que también se producen cambios en la corteza frontal del cerebro que afectan a las funciones ejecutivas de la vida humana. Los resultados de las investigaciones en la corteza cerebral sugieren que el ajuste de los procesos cognitivos de los lóbulos frontales sólo se afianzan en la adolescencia, etapa cuya prolongación estrecha el tránsito a la madurez que facilitaba la juventud. Quienes han evaluado la repercusión de las investigaciones cerebrales sobre los adolescentes muestran que la educación secundaria y la superior son vitales. Es más, en este período el cerebro todavía se está desarrollando: es adaptable, necesita ser modelado y moldeado.

Las alarmas generadas ante una emergencia educativa (también emocional y cultural) deberían incluir el fortalecimiento del control interno, el aprendizaje al propio ritmo, la evaluación crítica del conocimiento transmitido y la adquisición de destrezas “después de”, o “junto a” los estudios. Disposiciones que anuncian las deficiencias de un sistema educativo que ha dado la espalda a la educación informal y que tiene miedo a reconstruir sus prácticas no solo en clave de valores constitucionales sino en clave de virtudes y ejemplaridad moral.


Agustín DOMINGO MORATALLA
 LAS PROVINCIAS. GRUPO VOCENTO


No hay comentarios:

Publicar un comentario