domingo, 4 de noviembre de 2012

ECONOMÍA Y DESEMPLEO; POR JAIME ROCHA.


jaime-rochalaquintacolumna.blogspot.com

             Dicen, sin ruborizarse, que pasaremos de los seis millones de parados, que no se creará empleo neto hasta que haya un crecimiento de, al menos, un dos por ciento del PIB, y que la tendencia no empezará a cambiar hasta el segundo semestre de 2013.

             El Gobierno de la Nación se encontró con más de cinco millones de desempleados y un déficit en las cuentas del Estado, incluidas las autonomías, muy superior al seis por ciento anunciado por el Gobierno saliente. Una situación de la banca sencillamente de ruina, con cierres y fusiones hechas a la carrera para salvar los muebles (indemnizaciones millonarias de sus directivos).


            Por si no fuera poco, empiezan a conocerse nuevos y más  graves casos de corrupción entre políticos  y administradores, públicos y privados, que han dilapidado, o se han “desviado” hacia bolsillos amigos o suyos, miles de millones de Euros.

             Y además, se han realizado faraónicas obras publicas absolutamente prescindibles, como aeropuertos sin aviones, estaciones de ferrocarril sin pasajeros, y por contraste, otras obras necesarias, que al no contar con presupuesto suficiente para su terminación o mantenimiento, se encuentran ya abocadas a la ruina (algunas, como la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Cádiz, cuatro años paralizada por falta de recursos económicos, casi en fase de ruina, mientras los alumnos están amenazados de no poder finalizar sus estudios en la UCA).

              No hay dinero, el país esta en la ruina, se ha malgastado, se ha administrado gravemente mal, se ha robado y nadie es responsable, nadie está en la cárcel (muy pocos y de segunda fila) y no hay indicios de que se vayan a llenar los juzgados de políticos y administradores del dinero publico, más bien al contrario, se tapan las vergüenzas unos a otros y ahí queda todo.


             Llama la atención, por el contrario, que no cesen la ayudas multimillonarias a la banca, una de las partes que más culpa tiene en la actual situación, y los ajustes ( recortes presupuestarios para bajar drásticamente el déficit heredado), se hagan a base de subidas indiscriminadas de impuestos y facilitar las condiciones de los despidos.

            Mientras tanto, millones de españoles, familias con niños incluidos,  acuden a diario a Caritas y otros comedores sociales (ninguno de los sindicatos), para no morir de hambre. Otros, desesperados, han optado por el suicidio ante un inminente desahucio.  Y seis millones esperan que esta crisis termine y puedan volver a ganarse  la vida, la de ellos y sus familias, con un trabajo digno.

             Si España, su Gobierno, se decide finalmente a solicitar un rescate a la Unión Europea, que no sea para seguir salvado bancos, a quien hay que rescatar es a los españoles. Si el sistema bancario es fundamental, lo es en virtud de su función social y de su implicación en el tejido empresarial, como proveedor de recursos económicos, no solo para presentar balances brillantes a sus accionistas.  


             Han desaparecido muchas entidades bancarias, sobre todo Cajas de Ahorros, pero quizás tengan que desaparecer muchas más. Alemania tiene la mitad de sucursales bancarias que España. Esa sería la primera y más importante reestructuración del sistema bancario. La segunda y aun más urgente, es que esas entidades bancarias que ponían alfombra roja a sus clientes para captar sus ahorros y “venderles sus preferentes”, como quien hace un gran favor, dieran una moratoria a esos clientes que están en el paro y no pueden pagar sus hipotecas, e incluso una quita que alivie en lo posible estas situaciones personales, tal como han hecho con los millonarios prestamos a los partidos políticos.

           Los bancos, a pesar de la crisis, siguen ganando dinero, aunque algo menos por tener obligatoriamente que aumentar sus reservas, y van a seguir recibiendo ayudas muy ventajosas de la Unión Europea. No pueden seguir perdonando deudas a partidos y sindicatos y exigiendo el pago de las suyas a las pequeñas empresas y ciudadanos.

           Y todo esto, ¿A dónde nos lleva? Pues a que se siguen haciendo las cosas mal, o para ser más justo, se hacen a medias. Se pone el acento en el déficit y la deuda, que hay forzosamente que rebajar de forma drástica, pero se pueden y se deben hacer muchas más cosas:

                       -  No conceder ventajas fiscales (ya se ha visto el resultado) a esos miles de millones de “dinero negro”, de esa economía sumergida (que no tributa) y que se calcula casi en el treinta por ciento de Producto Interior Bruto (PIB). Perseguir ese fraude debería ser la más importante y prioritaria función de la Agencia Tributaria. Alemania lo ha hecho y ha destapado muchas cuentas en paraísos fiscales gracias a la colaboración entre gobiernos.

                       -  Lo ya apuntado respecto a la reestructuración del sistema bancario.

                      - Créditos blandos, moratorias, quitas y lo que haga falta, al comercio, a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos, generadores del noventa por ciento del empleo y que están cerrando por miles. Y si no se puede obligar a la banca privada, que si se puede, que lo haga el ICO.

                       - A los parados, pero sobre todo a las familias donde no hay ningún ingreso y viven de la caridad y ayudas familiares, moratorias bancarias, exención del pago de impuestos en bienes de primera necesidad (recibos de electricidad y agua con un sesenta por ciento en impuestos), viviendas sociales, colegios gratuitos, pero gratuitos al cien por cien, nada de libros, comedores, actividades extraescolares y demás recargos más o menos justificados. Asistencia sanitaria gratuita, incluidos medicamentos.

                      - Obras publicas (y su dotación y mantenimiento posterior) absolutamente necesarias y justificadas como de utilidad social. Terminar las ya iniciadas y en las que se ha hecho inversiones muy importantes, antes de que su deterioro las haga irrecuperables.

       Cuando empresas españolas como Zara, Mercadona y otras, tanto exportadoras como exclusivamente con mercado interior, son capaces de crecer y crear empleo en plena crisis, habrá que deducir, sin entrar en otras consideraciones, que están muy bien gestionadas. En eso consiste el problema: No contamos con buenos gestores y cuando los recursos escasean, no es que sean necesarios, es que son imprescindibles.

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