martes, 29 de noviembre de 2011

A LOS INTERVENTORES Y PERSONAL DE RENFE.

Sinceramente creo que la empresa para la que trabajáis no os merece. Tenéis turnos largos, cansinos, llenos de sobresaltos, de atención constante al público, siempre mal mirado, siempre correctos, salvo alguna excepción, en todas las casas las hay y siempre ayudando.

Dais tranquilidad a los clientes, cuando no estáis se nota vuestra ausencia, sois una reminiscencia de un pasado que está doblando la vuelta de la esquina, sois la cara amable y educada de toda una institución que está enraizada en la Sociedad.

Ahora parece que quieren prescindir de vosotros por horrorosas, frías, lentas e ineficaces máquinas. Creen los estudiosos y mediocres directivos que la tecnología supera a la humanidad y a la profesionalidad. ¡Qué engañados están! ¿Se le va a pedir o preguntar a una máquina algo que nos inquiete durante el camino? ¡Hasta donde vamos a llegar!

Soy un firme defensor de la tecnología, en este siglo que nos alumbra hemos hecho muchos avances necesarios para el bien de la humanidad. El poder tecnológico es rico y muy necesario, pero no puede ni debe reemplazar al ser humano, con sus defectos y sus grandes virtudes. Todo tiene sus pros y sus contras, pero nada equiparable al calor humano, al trato cordial, a una mano amiga.

Quiero dedicarle este artículo a todos los trabajadores de RENFE y en especial a los Interventores por ser ellos los más cercanos. Sabed que, aunque los "cabezas pensantes" de la dirección prefieran las frías y distantes máquinas, vosotros representáis la esencia de lo que siempre ha sido el ferrocarril, vosotros sois la esencia de una parte de la historia de España y eso os hace insustituibles.

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