martes, 6 de marzo de 2018

LA NORMAL ANOMALÍA; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Iñigo Méndez de Vigo ha declarado o confesado o reconocido que, con el artículo 155, es imposible aplicar la ley en Cataluña. Se hace extraño porque la ley está para aplicarla con carácter general por concepto y, además, el art. 155, en concreto, está pensado para los casos en que hay una resistencia a cumplirla, justamente.
Esa ley que el ministro de Educación dice que no se puede aplicar, además, ampara a los padres que quieren que sus hijos estudien en castellano, que es la lengua española oficial de la nación. Pocos asuntos, por tanto, más sensibles que éste, que afecta a la soberanía nacional y a la soberanía familiar. Esa ley, para más inri, la respaldan las sentencias (tan repetidas como repetidamente ignoradas) del Tribunal Supremo. Y, de remate, aplicar la Constitución, la ley y las sentencias, como es obligación del Gobierno y ha jurado, sería también contrarrestar con inteligencia política la medida (la inmersión lingüística) que más ha hecho porque la situación en Cataluña esté como esté.
Cuando el Gobierno de España se mostró predispuesto a corregir la situación, hace unas semanas, quizá para compensar el auge de C's, me mostré muy contento. Bienvenido fuese el interés partidista si coadyuvaba al interés general. Cristian Campos, que es muy listo, conoce el paño y está sobre el terreno, se mostró automáticamente escéptico y apostó que no harían nada. Menos mal que mi admiración por Campos me evitó aceptarle el reto. No van a hacer nada. Quién sabe si es porque ni así han contrarrestado el auge de C's y, entonces, si para nada, para qué.
Pero no hacer nada es una torpeza jurídica y política, ya lo he dicho arriba. Lo que nunca se dirá demasiado es la situación en que nos deja a los que cumplimos leyes que no nos gustan. A nosotros sí nos obligan a cumplirlas. ¿Hemos de deducir que es porque no nos hemos puesto lo suficientemente imposibles?
La portada del Diario del domingo rezaba "La Línea: el imperio de los narcos". A bote pronto, uno pensaba que La Línea es poco espacio para un imperio, pero era un titular perfecto. En política o es el imperio de la ley o es el imperio de lo que toque, narcos o anarcos, sea sobre un área inmensa o sobre una Línea siquiera. Es lo que habría que trazar ya en el suelo: una línea que dejase claro que las normas son para cumplirse o no son normas. Esta normal anomalía normativa de España carcome nuestro sistema legal.

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