lunes, 23 de octubre de 2017

PARA MEDITAR


Cuenta que en una pequeña ciudad un grupo se divertía con el "tonto del pueblo", un pobre infeliz que vivía haciendo recados y recibiendo limosnas. 

A diario, algunos hombres lo llamaban al bar donde se reunían y le ofrecían escoger dos monedas: Una de tamaño grade con valor de 50 céntimos y otra menor pero de 1 euro. 

Siempre se quedaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas entre los presentes. Un día, alguien que observaba al grupo reírse del inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si no se había dado cuenta de que la moneda de mayor tamaño valía menos. Le respondió: 

-Lo sé, señor, no soy tan tonto... Vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguecito se acaba y no ganaré más monedas. 

La historia nos ofrece varias conclusiones: 

Quien parece tonto, no siempre lo es. 
¿Quienes son los tontos de esta historia? 
Mejor evitar la ambición desmedida. 

Y..., podemos estar bien, aun cuando los otros no tenga una buena opinión sobre nosotros. Lo que importa no es lo que piensen los demás de mí, sino lo que yo pienso de mi mismo. 

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