domingo, 25 de junio de 2017

LAS CUENTAS DEL ROSARIO GADITANO

Diario de Cádiz

Angustias de Ecce-Homo, sin San Juan y con el manto bordado de Dolores del Nazareno, cruza San Antonio tras pasar por delante de la Patrona.
PABLO-MANUEL DURIO

Diez cuentas. Esas son las que tiene un rosario en cada una de sus divisiones. Diez imágenes de María. Esas son las que salieron ayer a las calles gaditanas para celebrar que el Rosario de Cádiz lleva siglo y media siendo Patrona de la ciudad. Estas diez cuentas, por tanto, del Rosario gaditano regalaron una excepcional jornada cofradiera que llenó las calles de público y de pasos desde primera hora de la tarde hasta ya entrada la madrugada.
El calor, un fortísimo calor, fue posiblemente la nota dominante del día. Lo sabían las cofradías participantes y preocupaba a los responsables de las cuadrillas y las mayordomías. Pero contra ese tipo de contratiempos -como ocurre con la lluvia o el fuerte viento- sólo se puede hacer salvo resistir. Y eso es lo que hicieron las cuadrillas de cargadores, que tuvieron que redoblar esfuerzos para portar los pasos a unas temperaturas que por la tarde se acercaron a los 35 grados. Un remedio para ello fue recoger los faldones de la mayoría de los pasos, sobre todo los que salieron a primera hora de la tarde, para aliviar mínimamente ese trabajo.
El calor también hizo estragos con las candelerías de los pasos de palio, derritiendo la cera hasta tal extremo de que fue doblando cirios -como ocurrió especialmente con la Virgen de la Merced, que fue posiblemente la gran perjudicada por esta incidencia- o partiéndolos -como le ocurrió al palio de La Cena con las dos marías, las velas más próximas a la Virgen-.
No obstante, ni el calor del mes de junio más asfixiante que se recuerda por estas tierras pudo restar brillo a la procesión magna. El paso de las diez titulares marianas por la carrera oficial se inició con absoluta puntualidad, llegando cada paso a la plaza de San Antonio a la hora convenida, ya sin acompañamiento musical. Tanto es así, que cuando el primero de los pasos (el de Angustias del Caminito) aún no había entrado en el centro de la plaza, el antepenúltimo del cortejo (Lágrimas de Piedad) ya asomaba por la calle Torre.
Minutos antes de las siete y media de la tarde ya aguardaba la Virgen del Rosario en la tribuna que el Ayuntamiento había instalado para este paso, que fue trasladado por su cuadrilla desde la parroquia de San Antonio, donde llegó en la noche del jueves.
Frente a la Patrona se situaron las autoridades. Encabezaba el obispo diocesano, Rafael Zornoza, que en la parte religiosa estuvo acompañado por el delegado episcopal de Hermandades, Juan Enrique Sánchez; y el prior de los dominicos, Pascual Saturio; además del director del Secretariado de Hermandades, Alfonso Caravaca; y el presidente del Consejo, Martín José García. Junto a ellos acudieron también el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz; la diputada nacional y anterior alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez; el subdelegado del Gobierno en Cádiz, Agustín Muñoz; el presidente de la Audiencia Provincial, Manuel Estrella; y un representante de la Comandancia de la Guardia Civil. En una segunda fila se sentaron los concejales Ignacio Romaní, del PP; y María José Rodríguez, del PSOE; únicos representantes de la Corporación en San Antonio. No estuvo en la tribuna de autoridades la máxima representación de la ciudad, el alcalde José María González, que sin embargo sí ocupó una silla a pocos metros, en la calle Ancha, como ya hiciera prácticamente todos los días de la pasada Semana Santa.
Por allí delante fueron pasando, uno a uno, los diez pasos participantes en la procesión, abriendo el cortejo la jerezana banda de la Caridad. San Antonio no congregó especialmente al público, siendo la imagen aérea de la plaza durante la magna bien distinta a la que se recordaba del Sábado Santo de 2012. Principalmente porque a la hora del inicio aún hacía un sol de justicia que no invitó a la gente a sentarse en este punto de la carrera oficial.
Sí se llenaron, por contra, el resto de enclaves por los que fueron pasando las diez cofradías. Ancha estaba prácticamente llena, al igual que Palillero, Montañés o Candelaria; y Catedral mostraba igualmente una estampa acogedora. Además, la disposición de las sillas permitía que detrás de las mismas se colocara todo aquel que quisiera ver la procesión sin abonar ninguna localidad. Algo que hicieron muchos en Palillero, Candelaria o Catedral.
Este paso por carrera oficial se concebía como la única oportunidad de ver todas las cofradías participantes al mismo tiempo, lo que reunió a bastante público más allá de San Antonio. Y el camino que recorrieron las hermandades antes de llegar a San Antonio y después de cruzar la plaza de la Catedral, lo que sirvió para dispersar a la gran cantidad de personas que se echaron a la calle y que vinieron ayer expresamente a la ciudad para ver la procesión, como demuestra los numerosos de autobuses que llenaron el aparcamiento reservado en la Avenida de Astilleros.
Ciertamente, hubo estampas inéditas (como Penas y Desconsuelos cruzando Viudas; o Caminito, Cena y Amor marchando por Plaza de Mina; o Lágrimas por Compañía y Plaza de las Flores), algunas que no volverán a repetirse, y otras que quizás tarden años en volver a verse. Hubo grandes acompañamientos musicales, bandas que rozaron la perfección, marchas seleccionadas para sonar en el mejor punto. Y hubo mil y un detalles que hicieron disfrutar de una gran jornada que en líneas generales tuvo un único pero: el calor, que posiblemente fue lo único que le sobró a este homenaje al Rosario gaditano.

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