Las monjas que convivieron con la madre Teresa recuerdan detalladamente cómo celebraba ella la Navidad. Nos dicen que se transformaba visiblemente, sin poder disimular sus vivencias interiores: «La vio una noche en el coro de este monasterio, día de la Pascua de Navidad, diciendo una lección, que le resplandecía el rostro con más claridad que la vela…, con un resplandor muy grande».
Hasta testifican que su voz, ni llena ni melodiosa, el día de Navidad era otra: «Y en la voz también la oímos esta diferencia, particularmente en la noche de Navidad, cantando en los Maitines el Evangelio de San Juan; fue cosa celestial de la manera que sonó, no teniendo ella naturalmente buena voz».
No hay comentarios:
Publicar un comentario