sábado, 6 de diciembre de 2014

* A PEDRO Y MARÍA JOSÉ: DE PLATA Y ORO.




Sí, de plata y oro...

Qué Dios actúa no es nada nuevo aunque algunas veces hay que descubrirse.

Tanto Hetepheres como yo hemos tenido el inmenso privilegio y honor de compartir con nuestros queridos y buenos amigos, verdaderos hermanos del alma, Pedro Mejías Rodríguez y María José García Gutiérrez la tarde-noche, algo también de la incipiente madrugada, del viernes y toda la mañana hasta arañar algunas horas de la tarde de este sábado constitucional en nuestro bendito pueblo de Villaluenga del Rosario.

Pedro y María José están disfrutando de los previos de una celebración muy importantes en sus vidas porque veinticinco años de Matrimonio pleno y fecundo no se celebran todos los días. Doy gracias a Dios y a Nuestra Madre del Rosario porque hayan elegido precisamente Villaluenga como lugar para hacer una necesaria "escapada" para vivir unas horas como pareja sin la compañía de sus mayores tesoros que son los hijos.

Cuando ayer tarde estábamos almorzando, como es habitual cada viernes, en la Venta Mesa Jardín ya empezamos a recibir algunas fotos de esta querida y entrañable  pareja y sus andanzas por nuestro pueblo.

Nos dirigíamos al hotel "La Posada" para encontrarnos cuando vimos una pareja de eternos enamorados que se estaban haciendo una fotografía delante de nuestro coqueto Ayuntamiento. ¡Eran Pedro y María José!

Enseguida empezamos a charlar, como si no hubiera pasado el tiempo, porque nuestra relación es una buena conversación que siempre parece demasiado corta.

Nos encontramos con Antonio Jesús, Esperanza y Marcos que ya se encaminaban para El Bosque y desde ese preciso momento pude mostrar, sin artilugios innecesarios, el Villaluenga que me tiene encandilado y perdidamente enamorado. La inmensidad natural que lo rodea, sus coquetas casitas blancas así como el cariño y hospitalidad de sus gentes que son en parte mía. ¡Es un todo y así quería mostrarlo para que tuvieran el privilegio de conocer, admirar y llegar a amar lo que yo tanto amo!

Paseamos por la Avenida de los Arbolitos, recorrimos la Calle Real, la Alameda coquetamente decorada con sus luces y regalos navideños en las copas de sus árboles, Mártires donde hicimos parada y fonda en Ana Mari pues quería presentar a una Familia que considero mía por el cariño que da pleno sentido al derecho propio.

Allí estaban Ana Mari, Diego Franco, la esposa de Cristóbal Moscoso y otra buena amiga. Esos momentos, palabras y hondos sentimientos quedan prendidos para siempre en mi corazón como uno de los mayores tesoros que pueden albergar.

Cuando salimos de este lugar emblemático recorrimos la calle, bajamos por Agua hasta llegar a nuestra casa donde le enseñamos nuestro hogar.

Paseo de vuelta de forma tranquila hasta llegar a La Posada donde cenaríamos los cuatro en comunión y en Familia.

Cuando nos quisimos despedir había sobrepasado la medianoche y ya unos cansados aunque siempre serviciales María Jesús Alberto Menacho y Bernabé Barea del Valle con una predisposición fuera de todo lo habitual no nos dijeron nada a pesar de lo anclado de la noche.

La madrugada es íntima, hogareña, y se debe dejar para cada uno y cada cual...

Hoy nos volvimos a ver en La Posada a eso de las once de la mañana. Ellos estaban hablando con una pareja muy especial de la cual Pedro escribirá y dará detalles suficientes porque son ejemplo de vida y de vivir.

Cuando salimos a pesar del claro y luminoso día hacía un intenso frío. Empezamos una larga caminata para recorrer el pueblo: Nos adentramos en el Cementerio cobijado tras las paredes de la Iglesia del Salvador, subimos al Calvario, caminamos por el centro, pasamos por la parte alta hasta llegar a la histórica Plaza de Toros, la más bonita de cuanta se conocen, para después bajar y seguir nuestro transitar por las calles siempre empinadas de nuestro bendito pueblo hasta llegar a "Ana Mari" donde almorzaríamos.

Para mí entrar en este restaurante no es hacerlo en uno al uso sino en mi propia casa. Será por el cariño que noto, por la confianza, por sentirme tan a gusto, por rememorar con solo cerrar los ojos mi infancia con sus olores, sus sabores, con todo...

Queríamos que tanto María José y Pedro en este preámbulo de sus Bodas de Plata compartieran nuestras vidas, en nuestro bendito pueblo, con nuestra gente.

En las horas que hemos pasado juntos, pocas como siempre, todos nos hemos llevado parte del corazón del otro. Muchas confidencias, secretos, íntimas conversaciones, proyectos comunes o por realizar han quedado plasmado a cada paso que dábamos, en cada momento que Dios nos ha dado la inmensa oportunidad de poder vivir juntos ya sea conversando en cualquier lugar o por medio de una mesa, con mantel buenas viandas y una generosa copa, al calor del cariño y hospitalidad de un precioso lugar cobijado entre montañas que se llama Villaluenga del Rosario.

Creo que Pedro y María José se llevan un recuerdo imborrable de este lugar así como el cariño de tan buena gente como Antonio Jesús, Esperanza, Marcos, Miguel Ángel, Pedro, Alex, Diego, Berna, María Jesús, Isa, Ana, Pepe, Pepa, Pedro, Mateos, Zunifredo, Charo Oliva, Mateos Venegas, Antonio Benítez, Mateos, Diego Franco, padre y patriarca de la Familia, junto Ana Mari y Diego así como tantos y buenos queridos amigos que les han abierto sus brazos para decirles a mis queridos y buenos hermanos Pedro Mejías y María José García que más pronto que tarde los esperan en Villaluenga del Rosario un lugar privilegiado donde el sol sale por el Puerto de las Viñas y se recoge por el Caíllo.

Queridos Pedro y María José: ¡Nos han faltado horas para compartir tanto como tenemos que compartir! Aunque creo que por mucho tiempo que pasemos juntos nunca sería suficiente porque siempre se nos quedaría algo en el tintero. Hemos compartido con vosotros, hemos tenido ese inmenso honor, las horas previas de vuestras Bodas de Plata aunque por ser tal cual sois se pueden decir que son del plata y oro.

Os esperamos muy pronto en este precioso lugar donde ya sabéis que os quieren y que tenéis vuestra casa porque para las cosas de Dios no existe la casualidad.

Recibid, queridos Pedro y María José, un fraternal abrazo y que Dios os bendiga, os guíe y os ayude en vuestro común caminar por esta vida.

Jesús y Hetepheres.

Nota: Ha sido un placer compartir unos días de "mosquetero a mosquetero".







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